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Ahimsa es vida

sábado, 29 de septiembre de 2018

Instante eterno



Has vuelto después de tanto tiempo,
¡Cuánto te he echado de menos!
Aunque en mis recuerdos
Mil veces,  he revivido tus besos,
Ahora por fin, unimos nuestros cuerpos
En la eternidad del  momento,
mi piel se eriza al contacto de tu piel,
tu sonrisa me funde en tus labios,
fusionando palabras y susurros de amor.

La aurora con sus colores
me devuelve a la sombra realidad,
ya echo de menos tu cuerpo
fundiéndose en mi piel
en esa danza de amor y pasión.
Con tristeza agradezco
a ese momento que llamamos sueño,
el haberme entregado ese instante eterno.

No quiero abrir los ojos y verte marchar
otra vez en el tiempo.
La danza del nuevo día
se mueve al compás de la fantasía,
de rayos dorados, preludio de luz
aunque deseo que  las estrellas vuelvan
para seguir soñando.

Eres instante donde oscilamos
entre la existencia y el olvido,
llévame fuera del sueño
a ese instante eterno
haciendo el amor en el universo,
uniendo nuestros cuerpos
en la eternidad del  momento.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Tú y Yo contra la tiranía de la injusticia

Tú y yo, hombre y mujer, somos un torbellino de ideas vivas, lo que nos hace ser únicos y maravillosos con nuestros miedos y sufrimientos, fuerzas y alegrías. Todos somos caminantes en este planeta llamado Tierra aunque caminemos en diferentes direcciones; algunos han olvidado el significado de los valores  de ser un humano: respeto, justicia, dignidad, generosidad lo que conlleva a ayudar, a compartir, a amar, a escuchar, a dialogar, a no juzgar y sobre todo a perdonar… Este olvido ha generado y genera -a lo largo de los diferentes caminos- sequía en esas almas que rompen la tierra cuya vida ha dejado de circular por sus venas ocasionando hambrunas y muertes.

Las leyes universales de respeto y dignidad llevan a la libertad del ser humano y son las claves para una convivencia pacífica; además, existen normas y leyes específicas a cada país  para crear un bienestar social que lleve a la paz, “paz = ausencia de conflicto, -actitud serena ante la vida-”. La democracia es la mejor forma de gobierno para cualquier sociedad, y, debe aspirar a la libertad, a la paz, a la seguridad y a la igualdad de los ciudadanos; si no se respetan estos principios la sociedad se desarrollará en la frustración y resentimiento provocando conflictos y creando grandes abismos con consecuencias muy graves para todos.

Los principios de las leyes universales, no se ven, pero son un reflejo de nuestra vida y de nuestro comportamiento; si respetamos estos principios nuestra sociedad avanzará pacíficamente, tendiendo puentes, incluso, en espacios inexplorados sin importar los obstáculos; en caso contrario, nuestra sociedad agonizará por la tiranía de la injusticia,  levantando muros para mantener prisioneros a los ciudadanos impidiendo que no ejerzan sus derechos humanos a pensar, elegir y vivir, pues quedan a la merced de dirigentes que suprimen las libertades sociales, políticas e individuales, creando la autocracia -régimen autoritario que mantiene al pueblo en la miseria y los controla por medio del miedo- y es adversaria de la democracia.

La Humanidad y el Planeta necesitan la ayuda de todos nosotros  para volver a regenerarse y así todos poder beneficiarse de su diversidad y riqueza. Es inaceptable que unos cuantos busquen sus propios beneficios y rompan compromisos que atañen a todos los ciudadanos del mundo, sin importarles las consecuencias que sufrirán la Humanidad y el Planeta. Para restablecer los compromisos entre países es fundamental que se piense de modo global, Unidad, Humanidad,  Planeta, y, para ello, es  necesario el respeto a las ideas, creencias, modos de vida y costumbres de cada uno de sus componentes, siendo fundamental la educación y la cultura. Educación para saber y poder elegir; cultura que, además de conocimientos humanos, significa “culto a uno mismo” -no en sentido egocéntrico- sino el de llegar a conocernos a nosotros mismos para desarrollar la empatía hacia los demás y mejorar nuestra convivencia.

Los gobiernos lo componen seres humanos -como tú y yo- con sus fuerzas y debilidades. Como ciudadanos  que todos somos, debemos aprender a respetar a nosotros mismos y a los demás, luchar para que  los valores morales y éticos de las leyes universales marquen nuestra conducta y así asegurar la libertad, la seguridad y la paz de  la sociedad; los políticos no deberían aferrarse al sillón del poder porque el poder si no es bien comprendido y utilizado en su forma correcta -crear un bienestar mayor y común-, incrementa el ego y apego de sus usuarios creando un virus de terror que se expande como una pandemia infectando a todos los ciudadanos y llevando al país al abismo. 

Todos somos responsables de nuestros actos y sus consecuencias buenas o malas tocan al conjunto de la Humanidad; matar a un individuo es matar a la Humanidad, salvar a un individuo es salvar a la Humanidad.

La vida es como una partida de ajedrez, tenemos que aprender a jugar y a reflexionar antes de cada jugada, no debería existir “jaque mate” en la democracia; solo jugadas reflexivas para mejorar la sociedad y así evitar la tiranía de la injusticia.
                                            (foto red)

jueves, 20 de septiembre de 2018

Vivir


¿Qué he hecho con mi vida?, pregunta que surge a menudo pero temida cuando surge al final del camino -cuando la barca nos espera para llevarnos a la otra orilla- y hace temblar los cimientos de nuestra vida. Nos hemos preocupado por una vida sin sentido, olvidando lo más importante, nosotros mismos; hemos vivido invirtiendo nuestro tiempo en complacer a los demás, trabajando sin descanso, olvidando que un beso y una caricia son abrazos cálidos y sinceros que reconfortan nuestra alma cuando volvemos a casa. Invertimos en erróneas inversiones sin pensar que  el  tiempo se escapa, con error,  creemos que somos eternos. Especulamos con nuestra vida esperando que mañana sea mejor que hoy, olvidando que el mañana nunca llega.  

Hemos dejado escapar momentos mágicos por estar inmersos en ese mar materialista que solo proporciona preocupaciones y sinsabores; por el qué dirán -dejado pasar amores y pasiones- del que todos llevamos cicatrices; incluso, al mirarnos en el espejo no nos reconocemos porque hemos apagado el brillo de nuestra mirada que ahora está velada.

Nuestra decisión es  la que construye o destruye nuestra vida. Debemos rehusar ser una marioneta del ego, de los miedos y luchar por lo que creemos, siendo observadores de nuestras acciones para cambiarlas si es necesario. Los sueños y pasiones son las fuerzas de nuestra vida porque nos hacen ser el actor principal de nuestra obra, y no, uno secundario de la puesta en escena de los demás. Estar vivo es SENTIR las dos caras de la moneda, amor - esperanza, dolor - temor. Todo, forma parte de nuestra existencia y no podemos dejar de  luchar para conseguir lo que  amamos.

Estar vivo es sentir y vivir cada día. La barca llega sin avisar, y no nos podemos escapar, para llevarnos hacia poniente. Cuando dudes y desfallezcas siente que estás vivo, levántate y camina porque tienes otra oportunidad, toma las decisiones que tengas que tomar pero no dejes escapar la vida. No vivas muriendo, muere viviendo. Así  cuando estés en la barca y  mires hacia atrás, verás una vida plena, tu sueño reflejado en tu huella; no una vida fútil cuya respuesta a esa temida pregunta ¿qué he hecho con mi vida?,  te escueza en el alma, pues ahora conoces su respuesta, “mi vida ha estado vacía”.

Debemos recobrar el sentimiento mágico de VIVIR y saborear esa palabra viva que es la VIDA.

                             (foto privada)


martes, 18 de septiembre de 2018

La Paz como camino


Como decía Mahatma Gandhi, "la Paz es el camino". Paz, además de ausencia de violencia y de conflicto, es una actitud, no una simple palabra o  pensamiento que suena bien en nuestra vida. No habrá paz en nosotros ni en el mundo hasta que la paz no sea una cualidad intrínseca en cada una de nuestras conciencias. No podemos decir que hemos cambiado y seguir siendo la misma persona.

Paz,  maravillosa palabra y actitud que atrae a millones de personas; pero pocas están dispuestas a salir de su pereza física, de la inercia para no seguir repitiendo: "total... yo no puedo hacer nada"; hay que luchar y hacer el esfuerzo necesario para evitar las situaciones conflictivas en nuestras vidas. Nos gusta aconsejar o criticar a los demás sin ver  nuestra apatía, siempre "se ve mejor la paja en el ojo ajeno", nosotros no vemos la nuestra, aunque nos esté molestando hasta herirnos en lo más profundo, es más fácil ocuparse de los demás que de uno mismo. 

AHIMSA, palabra sánscrita que significa "no violencia", -utilizada por Mahatma Gandhi para definir su movimiento de no violencia-, y se construye en los Pensamientos, Palabras y Acciones de cada uno de nosotros.

Los Pensamientos residen en el cuerpo mental y es donde se originan las ideas positivas y negativas que transformamos en palabras y acciones haciéndonos sentir bienestar o malestar.  Los pensamientos son el resultado de nuestras experiencias que hemos creado gracias a nuestras decisiones, decisiones tomadas o no tomadas; nuestras decisiones siempre tienen repercusiones.

Las Palabras son manifestaciones de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y debemos ser cuidadosos y respetuosos con lo que decimos. Hay palabras sabias, vacías, hirientes o que matan  y esto se manifiesta a través de las acciones positivas o negativas. Una vez pronunciada una palabra no hay vuelta atrás;   las palabras son flechas que una vez lanzadas se dirigen hacia su objetivo; a veces, clavamos o nos clavan en el corazón esa flecha siendo muy difícil  extraerla, debido a su profundidad dejando una cicatriz profunda. Las palabras positivas van dirigidas al corazón de la otra persona haciendo que su magia obre milagros. Hemos olvidado el respeto y el compromiso a la palabra dada y esto significa que nos hemos olvidado del honor y del compromiso como ser humano. Nuestras palabras nos pertenecen, nunca podemos hablar por boca de otra persona porque sus experiencias, emociones y sentimientos le pertenecen; lo que sí debemos hacer es aprender a escuchar para comprender o conocer mejor a esa persona.  

Las acciones son las manifestaciones de nuestros pensamientos y palabras, caricias y puñaladas en nuestra vida. Si controlamos nuestros pensamientos y palabras negativas y violentas, pararemos inmediatamente nuestras acciones agresivas, evitando sufrimiento y dolor e incluso muerte a nuestro alrededor, tanto física como psíquicamente.

Millones de renglones se han escrito a través de los tiempos sobre la paz;  pero en pleno siglo XXI seguimos inmersos en graves conflictos de guerras, masacres, corrupción, violaciones de los derechos humanos… La solución a todos esos conflictos es tener una actitud digna que nos lleve a la paz, a AHIMSA. Hay que ser conscientes de que no existe la panacea, no hay remedios milagrosos. Todos llevamos una llave en el corazón que abre las puertas a la paz y a la alegría, esa llave se llama Amor y encontrarla es nuestra responsabilidad.

Solo la transformación de la violencia en la paz nos ayudará a transformarnos y a cambiar nuestra vida. Si realmente deseamos la paz, este es el camino y es nuestra responsabilidad porque no podemos seguir posponiendo el compromiso de la Paz. Ha llegado el momento de comprometernos con nosotros mismos.

La vida tiene su propio latido, el amor a la Humanidad y a todos los seres vivos.



"La Naturaleza Sagrada del Ser Humano" (Ángeles Carretero Casar)
(Imagen de la red)

lunes, 17 de septiembre de 2018

Comprometerse con la Paz es comprometerse con nosotros mismos


Caminar de la mano de la Paz es caminar por un lugar sagrado llamado Vida, en el que no tiene cabida la violencia ni la mentira.

Nuestro compromiso para caminar por el sendero de la paz debe ser sincero, humilde, sin pretensiones, solo guiado por el amor y el respeto a la tribu milenaria llamada Humanidad. Vivimos en un lugar sagrado llamado Madre Tierra, donde los pájaros cantan sin ser racistas, el sol irradia sus rayos a todas las culturas y religiones; el agua baña a todos los continentes, el aire no conoce fronteras y la tierra acoge a todos los seres vivos del planeta.  

¿Qué significa comprometerse?

Comprometerse es cuando suena la trompeta, lanzando su llamada al silencio de nuestra alma, para que despertemos del letargo de nuestro confort y nos preparemos para tomar la responsabilidad de nuestra vida. Significa asumir las consecuencias de nuestros actos hacia nosotros mismos y hacia los demás. No es cuestión de grandes palabras ni de grandes hazañas, sino llevar la acción serena a nuestra vida cotidiana sin permitir la violencia en ningún momento. 

Todos llevamos un arco iris en nuestro interior que nos aporta espiritualidad, siendo el puente entre el cielo y la tierra cuyo símbolo es la vida. Haciendo el silencio en nuestra alma oiremos sus palabras reconfortantes en cada momento.

En la actualidad, con la globalización todo parece más fácil pero no lo es. Lo que pasa en el otro extremo del mundo nos afecta a todos, su sufrimiento es el nuestro y todos sufrimos las consecuencias. Nos perdemos en las redes sociales que nos alimentan con noticias reales o falsas;  necesitamos aparentar para existir y esto trae mucho resentimiento y rabia que termina en violencia verbal o física. Los compromisos necesitan fuerza, voluntad y disciplina para que cuando vengan esas tormentas de arena, que vendrán, nos podamos cobijar en nuestro interior. Muchas veces estamos tan confusos que nos sentimos como David delante de un millar de gigantes, sintiéndonos derrotados por esas personas que destilan emociones de odio y resentimiento por sus poros y nos hacen perder el equilibrio.  Aunque estemos confundidos y tristes debemos mantener la calma en nuestra alma, así la confusión y la tristeza pasarán rápidamente.

La tasa de violencia en el  mundo se ha disparado. La violencia es la desesperanza muda de los débiles que actúan como marionetas de sus propios egos, son aves rapaces del desierto que salen de noche para cazar, porque temen la luz del sol al haber perdido el sentido de ser humanos.

La paz es la fuerza que nos enseña a amar y a vivir con responsabilidad en nuestras acciones cotidianas. Hay que aprender a jugar con los vientos y a utilizar las herramientas necesarias para balancearnos o protegernos  ante un tornado o una tormenta de arena, como lo hacen las espigas cuando sopla el viento fuerte se balancean para no romperse.

La paz aporta  un nuevo espíritu a nuestra vida, nos sentimos vivos y observamos la belleza y la grandeza que nos rodea: una mirada cálida, una sonrisa de corazón, una caricia de amor, un amanecer o un atardecer, una flor, una montaña... El compromiso de la paz no es una panacea de color de rosa, pero sí es una actitud ante la vida y sus vicisitudes que nos proporciona la fuerza humilde necesaria para luchar y avanzar porque caminamos en el sendero sagrado de la Vida.
                                                        (Imagen de la red)

viernes, 14 de septiembre de 2018

El laberinto de la vida


Vivimos en un laberinto cuyos caminos son arduos y complejos, poniendo a prueba cada día nuestra conciencia. Los caminos están llenos trampas, engaños, manipulaciones, mentiras; tenemos pocos momentos de felicidad, de risas porque hemos olvidado ser amables y agradecidos. Nosotros somos el camino y debemos crear nuestro propio recorrido; por sí solo el camino no nos lleva hacia la salida del laberinto, nuestro destino.

Nos hemos acostumbrado a vivir bajo nuestra piel de lobos, en ese mundo de tragicomedia, cayendo en las trampas cubiertas de flores blancas; trampas de  ambición, de egoísmo, de querer alcanzar la cima cueste lo que cueste; lo que nos produce un profundo estado de inconciencia y aflicción porque la vida nos devuelve a la confrontación de nuestras acciones y reacciones haciéndonos vulnerables y lamentándonos más tarde.  Antes de una confrontación, debemos explorar nuestro desorden más profundo para encontrar nuestro orden. Como decía Nietzsche “se necesita el caos en sí mismo para dar a luz a una estrella que baila”.  

En este laberinto hay muchas clases de reglas, normas y leyes que rigen nuestras vidas pero podemos agruparlas en dos. Ley del Gobierno y Ley de la Conciencia. La Ley del Gobierno es necesaria para mantener el orden y una convivencia pacífica entre los ciudadanos, aunque es imperfecta y contiene muchas fisuras. La Ley del Gobierno no es suficiente para alcanzar la paz ni la justicia, hay muchos políticos y personas influyentes que se creen por encima de la ley y hacen lo que desean sin importarles las consecuencias hacia los demás. Todas las decisiones tienen repercusiones en las personas.

La Ley de la Conciencia, es innata a cada alma, por lo tanto personal, y nos incita a un comportamiento correcto de respeto y justicia, de generosidad y tolerancia, de dignidad y libertad; por eso, la Ley de la Conciencia es nuestro legado a la  Humanidad. Esta Ley es el barómetro de nuestro propio desarrollo. Todos dejamos en nuestra vida una huella positiva o negativa, en la familia, en los amigos, en los colegas o incluso en las personas anónimas que nos encontramos una vez en la vida; solo depende de nuestro comportamiento que sea una huella de amor o una huella de indiferencia.

A través de nuestra historia, el ser humano ha dejado su huella en el arte, en la poesía, en la música, en la arquitectura… dejando una estela de amor en la piedra… Hemos vivido periodos de renacimiento y muerte y, en la actualidad, con tantos progresos científicos e industriales que permiten vivir mejor en algunas partes del planeta aunque en otras peor;  nos hemos vuelto a olvidar de lo más importante de la vida, el ser humano, de la dignidad y de la libertad. Nuestros días son una carrera sin fin, frenética, sin rumbo que no nos permite ver lo que ocurre a un paso de nosotros. No nos preocupa, esa persona que pasa a nuestro lado, la ignoramos y si tenemos prisa la empujamos.

Nos estamos convirtiendo en robots de inteligencia artificial sin emociones ni sentimientos donde ser agradecidos, amables, sonreír y disfrutar de la vida y de la compañía de otras personas han quedado relegados a un mero diseño de latón haciéndonos sentir infelices, deprimidos, cayendo en un abismo de violencia y dolor.

El curso del tiempo no lo podemos parar ni tampoco podemos volver atrás, pero sí podemos transformar ese robot artificial en humano emocional, buscando la manera de volver a sentir que todos somos seres humanos y necesitamos dignidad, respeto y libertad para continuar nuestro camino y llegar a nuestro destino.

Recordemos que somos el súmmun de la creación.