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Ahimsa es vida

domingo, 15 de diciembre de 2019

Hay que temer a la injusticia


Hay que temer a la injusticia da igual la máscara o la etiqueta que lleve; la injusticia es el alimento de los depredadores que termina infectando todo a una velocidad vertiginosa.

La injusticia nos lleva por senderos cuyas cunetas están repletas de valores humanos pisoteados, de escenarios sangrientos y crueles, de tiranía y de esclavitud, senderos tristes y áridos porque han perdido su fuerza vital, la libertad. Desde el comienzo de la historia de la humanidad y hasta este preciso momento hemos visto muy frecuentemente estos mismos paisajes desolados y devastados que nos arrancan gritos de desesperación y que todos conocemos. La injusticia toca todos los ámbitos en el ser humano y en la sociedad: abusos, favoritismos, corrupción, esclavitud, violencia, compraventa de seres humanos, falta de libertad, muerte  y un larguísimo etc. En la injusticia todo es negativo tanto para la humanidad como para el planeta.

En nuestro minúsculo planeta hay tanta injusticia que incluso en la naturaleza se nota el desequilibrio. Muchas zonas del mundo están a la merced de un poder opresivo cuyas consecuencias son despotismo, pobreza, falta de humanidad y libertad, siendo inhumano e inaceptable. No se puede seguir construyendo muros bajo las fuerzas del miedo, no se puede invadir un país matando a sus ciudadanos para que algunos señores se erijan  todopoderosos, pero deben  recordar que las estatuas frías y sin almas son de barro y cuando caen se rompen en mil pedazos.

La injusticia carece de sinceridad, de honestidad y de honor y solo sirve para crear conflictos, dividir e ir debilitando al ser humano y a la sociedad; las personas que la llevan por bandera encadenan a otros seres humanos a galeras negándoles el derecho de la libertad y de la vida. Marco Aurelio dijo: "Piensa en lo que han hecho, tras pasar una vida de implacable enemistad, sospecha, odio... ahora están muertos y reducidos a cenizas"

La liberación de la esclavitud y de la injusticia debe hacerse pacíficamente y con personas capacitadas que antepongan el bienestar de la humanidad al suyo propio. Este proceso de paz debe tener un objetivo común: la dignidad y los derechos humanos.

Ha habido y hay en nuestra Historia grandes Hombres y grandes Monstruos y se ha demostrado que solo cuando los líderes tienen desarrolladas las cualidades humanas de humildad y de respeto, cuando cuidan y protegen el bienestar del pueblo y de la naturaleza es cuando hay progreso, justicia y paz.

Hay que armonizar la arquitectura mental de algunas personas para que empiecen a pensar y a actuar como líderes sabios, tanto a nivel políticos, financiero, religioso o social, anteponiendo la paz y la libertad a la violencia y a la esclavitud. Marco Aurelio nos dejó otro pensamiento: “Si el mundo apareciera ante nuestra mirada opaco y sin alegría, es nuestro deber iluminarlo y darle vida, pues la luz que refleja el mundo es siempre el más peligroso de los espejismos. La Luz siempre proviene del alma”.

Para que la justicia triunfe hay que aprender a leer en el libro de la vida con sabiduría, lucidez, humildad y respeto, sin fantasías ni espejismos. La Justicia es el alma invicta donde yace el honor, la lealtad y los valores humanos que nos permite ser dueños de nuestras vidas. La Justicia trae paz y es la llama risueña de una lámpara que desafía con su luz a las tinieblas, mejorando la vida de millones de personas y dejando a un lado las impertinencias y las opiniones sin  sentido. Leyendo el libro de la vida, aprendemos la comprensión básica de la realidad, el papel del ser humano, de la naturaleza y del cosmos, aprendemos los valores morales  y espirituales aceptando la pluralidad y las diferencias, aprendemos a ser los artesanos de la justicia fortaleciéndonos ante las tragedias cotidianas y protegiéndonos de los tifones que solo traen discordias y conflictos; la humanidad está desorientada y hambrienta porque necesita serenidad, coherencia, respeto, dignidad y libertad.


Mahatma Gandhí decía: “En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad como hombre, ninguna tiranía puede dominarle.
   
                               
                                            (Foto de la red)

jueves, 12 de diciembre de 2019

Los 5 pilares de Ahimsa

No habrá paz en el mundo hasta que la paz no forme parte de nuestra vida. No podemos intentar cambiar al mundo si nosotros mismos no cambiamos.

Paz, noble concepto que a todos nos atrae  y creemos comprender aunque para muchos sea una noción abstracta e imposible de lograr. Deseamos la Paz pero no hacemos lo suficiente para que ella sea la base de una convivencia armoniosa entre seres humanos y naturaleza. Deseamos que la palabra Paz no solo se oiga en todos los rincones del planeta sino que su sentido profundo emerja para zanjar las guerras y conflictos que forman parte del aire que respiramos. Paz, no solo es ausencia de conflicto, es la actitud de lucha no violenta por la vida. Como decía Mahatma Gandhi: "la Paz es el camino", lo que significa que cada paso que damos debe ser sincero, consciente y coherente con nuestros pensamientos, palabras y acciones.

En el cuerpo mental es donde se originan las ideas, baile de llamas con colores cambiantes –positivas y negativas, creativas y destructivas–. Estas ideas se transforman en palabras sabias, vacías, hirientes y como consecuencia en acciones positivas, negativas y violentas.

Los pilares de AHIMSA -palabra sánscrita que significa "no violencia"- son: paz, sabiduría, luz, verdad y amor. 

Así como el cuerpo biológico necesita alimentos, el alma –fuerza vital–, necesita nutrientes de valores como respeto, justicia, libertad, tolerancia, solidaridad, compasión, perdón para que vivamos en armonía de acuerdo a la ley universal de la sabiduría.

La Paz es una fuerza serena y firme que nos proporciona “sabiduría” –herencia de nuestros antepasados– que nos hace sentir y vibrar la riqueza que existe en la diversidad de aptitudes, aspectos y atributos de la Humanidad, riqueza que hay que proteger y disfrutar. La Paz con su “luz” enciende la llama del corazón que con sus colores brillantes transforma el escenario decorado con tonos grises de nuestra existencia. La Paz nos lleva a encontrar nuestra “verdad” porque nos enseña a dudar y a dudar para seguir investigando en nuestro interior, proporcionándonos coraje y valor para salir de la influencia del ego. La Paz reside en el corazón, símbolo del “amor”, principal nutriente de la fuerza vital, necesario para existir y ser. Para poder sentir y vibrar a través de estos cinco pilares necesitamos la meditación, útil imprescindible que nos hace tocar nuestra conciencia y nuestra alma.

Vivimos volcados hacia el exterior, pero ya es hora de volver al origen de nuestra esencia y sentir su perfume hecho de la unión de dos ingredientes mágicos el amor y el respeto. Una de las actitudes más negativas y con más repercusión sobre nosotros y nuestro entorno es la inercia de un comportamiento pasivo.  Todos conocemos las consecuencias de la violencia. Es hora de parar esa pandemia y volver a ser más sensibles a los atributos espirituales donde la agresividad cede ante la ternura y el orgullo cede ante la humildad.  

Luchemos todos en AHIMSA, la no violencia, para erradicar la ignorancia, la crueldad y la violencia, incluso, el espíritu del mal necesita  encontrar sosiego y serenidad.


La paz tiene su propio latido, la felicidad, para sentirla debemos formar parte de ella.

                                  (Foto privada)

domingo, 8 de diciembre de 2019

Nos hemos olvidado del Amor


Cuando el amor muere toda la tierra llora su muerte y las almas de hombres y mujeres se visten con su manto de color azabache. Tenemos que aceptar los sobresaltos del mundo, pero no somos ciegos ni ingenuos. En estos momentos tan difíciles para toda la humanidad y el planeta -donde no existe diálogo ni compromiso; donde el genocidio crea el reino del terror;  donde las bandas y la droga imponen sus leyes; donde la deforestación de bosques enteros y la contaminación de las aguas son cada vez más alarmantes; donde el éxodo, hambre y sed crean tantos estragos; donde la avaricia del poder es una boca abierta sin fondo; donde la impunidad y la corrupción forman parte de los gobiernos democráticos; donde los derechos humanos son violados constantemente; donde la dignidad humana está siendo despojada; donde nos empeñamos en matar a la vida-,  nos hemos olvidado del valor de ser humanos, nos hemos olvidado que no vivimos en callejones sin salida, nos hemos olvidado que podemos luchar en la fuerza de la no violencia para restablecer los valores perdidos.

Estamos tan obsesionados con el exterior, con poseer, con ganar que nos hemos olvidado del amor. Paradoja, ya que todos buscamos y anhelamos el amor. El amor reside en el alma de cada persona, no se compra ni se vende. El amor es la fuerza más poderosa del universo porque es la que fuerza que permite transformar la esclavitud en libertad, la vileza en dignidad, el miedo en respeto, la injusticia en justicia. El amor enciende la llama del  coraje para vencer al miedo liberándonos para abandonar la necesidad de dominar a los demás.

No podemos permitir seguir caminando de puntillas, hay que caminar con paso firme  y hay que dejar atrás los valores y actitudes arcaicas pues ya no son válidos; la vida y la sociedad cambian hacia valores de respeto e igualdad. Ha llegado el momento de liberarnos de las presiones de valoración que nos imponen para volar en libertad y proclamar que cada uno de nosotros tenemos voz en ese coro llamado humanidad y al que algunos intentan silenciar.

Todo lo que estamos provocando va en detrimento nuestro –hay que evaluar las situaciones que provocamos y su efecto a nuestro alrededor–. Es mejor ser un observador silencioso, hablar con sabiduría y discernimiento que hablar con palabras vacías que no llevan a diálogos ni a compromisos. No podemos crear nada si no estamos predispuestos a luchar, amar y perdonar.

El amor nos ayuda a evolucionar a planos de conciencia más elevados como es la búsqueda de la serenidad y de la alegría que proporcionan entusiasmo a la vida y nos dan fuerza y coraje para adentrarnos en nuestras adversidades donde hay esperanza y oportunidades.

Sin amor no hay vida. Sin amor no se puede gobernar un país pues caeremos en el despotismo, no habrá respeto ni dignidad, justicia ni libertad.  Sin amor no se puede crear ningún tipo de proyecto fructífero por el bien de todos y del planeta. Sin amor no habrá respeto ni educación, ya que la falta de amor es el odio, la venganza, la destrucción y estos sentimientos duros crean mares de rocas lo que trae consigo debilitamiento, incertidumbre y violencia.

Es el momento de la unión de las culturas, cada una  con sus diferencias  -creencias, tradiciones, lenguas- para que todas aprendamos de todos y podamos disfrutar de ellas; es la hora del diálogo, de la reconciliación, de erradicar todas esas situaciones terribles que padecemos en mayor o en menor medida. Es hora de creer en el amor no como posesión sino como esencia de creación para un bien mayor que es el bienestar de la humanidad entera.

El amor es la esencia de la semilla de la vida en todas sus manifestaciones, y a la que tenemos que proteger para que siga habiendo vida en el presente y en el futuro.

"...Enciende con tu mano la nueva música del mundo,
la canción marinera de mañana,
el himno venidero de los hombres..."
(León Felipe 1884-1968)
                                            (foto privada)

domingo, 10 de noviembre de 2019

Luz en la sombra


Como en un eclipse solar la oscuridad se coloca, temporalmente, frente a la luz.

Vivimos una época donde mujeres  y hombres ávidos de poder y egoísmo crean sistemas de valores dominadores y estrechos beneficiosos para unos cuantos en detrimento de muchos; entierran los valores del ser humano para crear escenarios de hambre, injusticia y muerte.

Vivimos bajo la sombra de un eclipse de violencia, cuyas manos nos paralizan e incluso ahogan. Pero los rayos de esperanza brillan con fuerza e infunden valor a muchos seres humanos justos y honestos que luchan por una sociedad mejor y por un planeta vivo y sano.  Una sociedad justa no puede existir sin líderes -mujeres y hombres-  justos y honestos que miren por el bienestar de los ciudadanos. No podemos  ser íntegros y honrados y crear guerras  tolerando el sufrimiento de miles de seres humanos y llevando a la muerte a personas que su único delito es vivir. No podemos volvernos ciegos ni sordos ante la miseria y el sufrimiento que ocasiona la sombra que flota sobre el planeta, creando un mundo de tinieblas y caos. Hay países que se creen  poderosos porque sus líderes amenazan con sus armas cada vez más poderosas y sofisticadas infundiendo miedo y terror para ser respetados, técnicas usadas por tiranos y dictadores.

La falta de trabajo, de educación, de alimentos, de viviendas crea grandes divisiones y problemas de convivencia a lo largo del planeta, la división genera conflicto y desorden y esto provoca guerras llevando a la muerte a miles de personas. Vivir en el desorden es vivir en nuestras contradicciones internas que nos tiranizan cotidianamente. Vivimos en un mundo enloquecido y si no buscamos soluciones pacíficas urgentes vamos a terminar aniquilándonos los unos a los otros. No se puede jugar a ser dioses destructores ya que las consecuencias son terribles para la humanidad entera, incluidos ellos mismos. Hay que liberar la violencia que llevamos dentro para poder comprender que lo único que necesitamos para vivir es paz.

Los seres humanos no somos simples entidades biológicas, somos personas con derechos y obligaciones a las que hay que respetar, da igual en qué país nacemos o vivimos, en qué creemos y de qué color es nuestra piel. Es hora de buscar un consenso entre todos los habitantes de la tierra a través de sus representantes.

Despierta y renace un recuerdo antiguo para restablecer la sabiduría ancestral, un recuerdo donde la paz era buscada por todos, gobernantes y ciudadanos, pues sabían que era la única opción para progresar y vivir. La humanidad entera lleva cicatrices de tantas huellas de dolor y penas.

El grito de la desesperanza une a los seres humanos en un grito de esperanza haciendo brillar con su fuerza rayos de luz que desvanecen a las sombras.

                                 (foto privada)

sábado, 2 de noviembre de 2019

El poder del amor


El poder del Amor es un poder animado por la paz y la alegría, y, no tiene miedo.

La paz y el amor son ingredientes vitales donde la violencia y mentira no tienen cabida. Muchas veces confundimos amor con posesión, pasión, celos…, y, esto nos lleva al sufrimiento. El poder del Amor va unido al respeto para aceptar la diferencia en los demás; las personas débiles tienen miedo de esa diferencia. El amor es libre, no tiene fronteras, no tiene lazos y menos aún cadenas, por eso, el amor nos permite ser y existir. El amor procura alas para que las personas puedan volar e ir en busca de sí mismos y de sus propios destinos, el que cada uno elija.

Para descubrir el poder del amor tenemos que romper nuestros viejos sistemas de valores estrechos y dominadores, para ello tenemos que ser conscientes de nuestras vidas y propias acciones. El poder del amor es humilde, afable, sincero y está guiado por la mano de la paz y felicidad. Vivimos en un lugar sagrado llamado Madre Tierra, donde los pájaros cantan sin ser racistas, el sol irradia sus rayos a todas las culturas y creencias; el agua baña a todos los continentes, el aire no conoce fronteras y la tierra acoge a todos los seres vivos del planeta. La Naturaleza canta a la libertad y al amor en cada instante de la vida, nosotros, en cambio, cantamos al desamor y a la violencia porque estamos dominados por valores marchitos y caducos donde el amor no es la primera opción, lo que prima es poseer y no ser.

El poder del amor exige compromiso con nosotros mismos, lo que significa asumir las consecuencias de nuestros actos hacia nosotros y hacia los demás. No es cuestión de grandes palabras ni de grandes hazañas, sino llevar la acción serena a nuestra vida cotidiana sin permitir la violencia en ningún momento. Si sentimos Amor en nuestro interior estamos preparados para compartirlo con los demás, si no lo sentimos no podremos compartir nada pues nada tenemos.

Hay que conferir valor y autenticidad a nuestras necesidades  ocultas y aceptarlas para poder seguir avanzando serenos por nuestro camino, cambiando una vida de sufrimiento por una acción de esperanza. Todos tenemos que recomponernos de muchos varapalos recibidos a lo largo del camino; nos sentimos cansados e incluso sin ánimos pero la vida continua incansablemente su trayectoria y no podemos pararnos,  cuando nos paramos la vida sigue su curso y no podemos alcanzarla.

Los compromisos necesitan fuerza, voluntad y disciplina para que cuando vengan las tormentas de arena, que vendrán, nos podamos cobijar en nuestra fuerza interior. Muchas veces estamos confusos ante personas que emanan odio y resentimiento por sus poros, cuya mirada nos hiela el alma, porque nos hacen perder el equilibrio al sentimos derrotados de antemano.  El poder del amor nos procura  el antídoto contra la violencia. La violencia es la desesperanza muda de los débiles que actúan como marionetas de sus propios egos, aves rapaces del desierto que salen de noche para cazar  porque temen la luz del sol al haber perdido el valor de ser humanos.

Hay que aprender a jugar con el viento como lo hacen las espigas -se balancean para no romperse-. El poder del amor nos anima a aventurarnos en solitario para que su poder inunde mares, montañas, caminos por donde los seres humanos deben avanzar para llegar a su destino, sea de ermitaño o de un aventurero intrépido.

El poder del amor surge cuando escuchamos nuestra consciencia  y nos hace sentir bien porque actuamos movidos por un bien mayor, sanando viejas heridas y enfocando hacia la belleza nuestra nueva actitud en la vida.
  

  (foto privada)

sábado, 26 de octubre de 2019

Es hora de escuchar de nuevo a los ciudadanos del mundo

Los ciudadanos del mundo alzamos de nuevo nuestra voz para decir que estamos cansados de tantas guerras, de tantas injusticias, de tanta miseria, de tanta corrupción… y exigimos a los gobernantes, dirigentes, financieros encargados de velar por el bienestar de los ciudadanos –sean del partido que sean–, responsabilidades. A las Organizaciones Internacionales que luchan por los derechos humanos, la paz, la libertad, la integridad, la seguridad que continúen alzando su voz para acabar con esa tragedia que es la violencia. A los religiosos encargados de velar por las almas de los ciudadanos lo hagan con respeto y tolerancia –sean de la creencia que sean–, que no juzguen, que apoyen y ayuden a todo aquel/aquella que lo necesite.

Todos sabemos que vivimos momentos duros donde la muerte se impone a la vida, donde las líneas del respeto y dignidad se han borrado, donde el poder de la fe y confianza en el ser humano se han evaporado; la paz cede ante la guerra, la justicia ante la injusticia, el amor ante el odio, la vida ante la muerte. Los responsables de tanta miseria y sufrimiento deben ser conscientes de sus actos, pues sus consecuencias son muy graves y dolorosas para el conjunto de la humanidad. Pérdidas de vidas, hogares destrozados y cicatrices que no sanarán. “Todos ellos, líderes y gobernantes, tienen la responsabilidad de restablecer el derecho a la vida a través de la esperanza que brinda la paz para poder seguir adelante”, como decía Mahatma Gandhi.

Todos los ciudadanos del mundo formamos el corazón del guerrero de AHIMSA, la no violencia, y luchamos en la paz con fuerza y determinación, coraje y entusiasmo porque sabemos que nuestra lucha sin violencia terminará ganando, pues la luz siempre vence a la oscuridad. El amor hace retroceder al odio, la paz entierra a la guerra, la justicia se eleva frente a la injusticia, la libertad libera a la esclavitud, el bien transforma al mal.

Es hora de parar las guerras, de que la tiranía y el totalitarismo den paso a la libertad y a la vida; es hora de que los ciudadanos del mundo podamos vivir en nuestros países en paz, sin miedo a represalias, viendo a nuestros hijos crecer, mientras juegan y estudian, para que en un futuro real puedan decidir sus destinos y no sean abatidos por balas perdidas procedentes de un poder abusivo.

Los guerreros del mundo siguen luchando para que los campos estériles sean plantados con árboles y flores de mil colores y para que todos los ciudadanos del mundo puedan vivir con respeto, dignidad, paz y libertad. 




viernes, 23 de agosto de 2019

Los niños y jóvenes son el futuro


¡Nada se puede  cambiar si nosotros no cambiamos!
 
Hago una llamada a la sensibilidad de todos los seres humanos para que reflexionemos y pongamos nuestro grano de arena para intentar dar un cambio a nuestro panorama oscuro y pongamos notas de color a este caos en el que vivimos. Si deseamos realmente un cambio debemos empezar por nosotros mismos abriendo nuestra mente a la tolerancia, a la diversidad cultural y religiosa, a la abundancia económica y al bienestar social; para ello se requiere un cambio en la forma de pensar, en nuestra actitud, estar en la acción positiva y no en la reacción negativa. Soy consciente de que necesitamos unidad, coordinación, estrategias, compromisos, soluciones, ganas y esfuerzos y así obtendremos los resultados deseados,  mi divisa es: deseo = acción = resultado.

¿Qué necesitamos para cambiar el mundo?, ganas y fe. Parece una obra inmensa, descomunal, una responsabilidad abrumadora... y lo es, pero siempre se puede construir algo con ganas, esfuerzo y compromiso. Los cimientos para construir un mundo mejor son los valores que hemos olvidado: honor, lealtad, honestidad, integridad, fuerza, dignidad, coraje, sabiduría..., sin valores no podremos realizar ninguna obra, solo alimentaremos nuestro ego y éste no es el compañero ideal  para crear puentes.

En estos momentos el mundo nos ofrece un cuadro claroscuro bastante deprimente; en los cuatro puntos cardinales vemos las mismas sombras ominosas que se ciernen sobre nosotros: corrupción, problemas sociales, comportamientos inhumanos, injusticia, intolerancia, violencia, miserias paupérrimas, contaminación del planeta –cada día más alarmante-, guerras y matanzas y sus terribles consecuencias; las armas son cada vez más sofisticadas, matando a mayor número de personas, creando desolación, muerte y sufrimiento, enfermedades cada vez más raras, tanto físicas como mentales, la crueldad va en aumento... Nuestro futuro, los niños y jóvenes no tienen muchas alternativas ni expectativas, nuestro planeta está sumido en una sombra  tenebrosa.

Hay que poner un poco de color a este cuadro tan oscuro y para ello tenemos que tomar consciencia de que nuestros pensamientos, palabras y acciones crean vibraciones y reacciones con consecuencias que se propagan y vuelven hacia nosotros, su centro. La vida pasa para no volver, excepto, en nuestros recuerdos. Cada día escribimos o borramos alguna página de nuestra historia. Cuando llegue el momento de recordar nuestra vida, en ese último suspiro, deseo que tengamos momentos de gloria por haber hecho lo correcto y lo máximo en nuestra existencia,  cuyo objetivo es ser feliz y ayudar a los demás a lograrlo.

No todos podemos estar en la palestra de la vida pública, política, financiera, religiosa para tomar grandes decisiones que tengan que ser acatadas por todos, pero cada persona forma parte del eslabón de la humanidad y contribuimos en bien o en mal dependiendo de nuestra responsabilidad. Para poder cambiar algo tenemos que conocer los problemas existentes y buscar soluciones; nosotros a pequeña escala no podemos tomar grandes decisiones pero sí podemos no permitir más ultrajes y denunciar los abusos y las injusticias.

Cambiar el mundo no significa que tengamos una varita mágica y mañana todos los problemas se hayan solucionado, tampoco sería una solución ya que no aprenderíamos y volveríamos a caer una y otra vez en la misma situación. Para aprender debemos ser conscientes de lo que nos pasa. Nos hemos olvidado de reír -de intercambiar sonrisas, palabras agradables, miradas alegres y serenas- por estar inmersos en un mundo material y egoísta.  Uno de los problemas más urgente es poder preparar a los niños y jóvenes para enfrentarse al mundo. Para ello es necesario educación, solidaridad, generosidad, alternativas, proyectos, libertad y paz. Deben estar preparados para respetarse a sí mismos y a los demás, deben prepararse para buscar soluciones y no rupturas, deben prepararse para no utilizar la venganza sino el perdón, deben prepararse para la tolerancia, la paz, el desarrollo, la libertad y la justicia. Tienen que aceptar que todos somos iguales, que no hay diferencias entre los seres humanos y por lo tanto hay que respetar el espacio, la cultura, la ideología de cada ser.

Hay que ser valientes para soñar y volar y estar convencidos de que todos juntos podemos cambiar el mundo con acciones positivas, empezando por nosotros mismos en nuestras pequeñas comunidades. Es hora de cambiar la sombra de nuestro mundo por colores y fragancias de primavera.
                                                        (Angelescarretero.com)

domingo, 21 de julio de 2019

Un cambio profundo se está produciendo


La Humanidad está sufriendo un cambio profundo como unidad, lo hace a una velocidad vertiginosa lo que produce confusión y desequilibrio. Los conflictos armados son cada vez más cruentos pues hay una parte ínfima de individuos que anteponen su objetivo de poder y dinero a la vida humana. La pobreza se expande como una pandemia por todos los países del planeta creando violencia e injusticias. La educación en muchos colegios y universidades está enfocada para obtener un título y ganar dinero, no para mejorar a la sociedad e intentar crear un mundo mejor cuya bandera sea el respeto, la libertad y la tolerancia ni siquiera muchos estudiantes estudian para aprender, la competición es tremenda, en las empresas somos números y no personas. Los valores humanos se están perdiendo, somos lo que tenemos y no lo que sentimos, lo que provoca más violencia y desequilibrio.


La Humanidad está cambiando junto con sus valores -honestidad, dignidad, respeto- que no deberían cambiar, ya que estos valores son la base para una convivencia serena y fructífera. Nuestra forma de vivir ha cambiado pero, desgraciadamente, no para mejor; el odio, la rabia, la venganza, los celos son frutos de esos cambios que sufrimos debido a la división entre los seres humanos. Los progresos tecnológicos son importantes si sirven para ayudar a la Humanidad, pero más importantes son aún los derechos humanos de la Humanidad. Las relaciones humanas han cambiado, ahora se hacen a través de un chat de ordenador, escudándonos detrás de una pantalla y, muchas veces, creando un personaje ficticio que es el opuesto a la realidad. El mundo virtual nos bombardea y manipula, nos impone sus reglas, nos dice como tenemos que vivir, qué comer, cómo vestir, qué creer y si no seguimos los cánones previstos, no estamos dentro de la norma -la diferencia sigue molestando, somos marionetas articuladas  movidas por los más fuertes tanto del poder político, social, financiero y religioso-.

El gran cambio de la Humanidad está en marcha entre luces y sombras.  Esperemos y luchemos para que las luces iluminen, poco a poco, todo el planeta. Como decía Pitágoras “hay que prosperar en justicia y sabiduría”.


                                                     (foto de la red)

sábado, 6 de julio de 2019

La Paz como bálsamo que sana

La Paz genera bienestar y futuro a la gran mayoría de los ciudadanos, pero según parece la paz genera muy poco dinero a unos cuantos. Algunos de los que tienen el poder de dirigir los países tienen la enfermedad de la avaricia y codicia, solo piensan en acumular más y más poder y nunca están satisfechos. La gran mayoría de las personas desean la paz pero muchas voces están silenciadas, por eso la voz de la paz grita una vez más que para una convivencia pacífica se necesita paz y no armas para quitar vidas.

La paz y la guerra son dos mundos diferentes, opuestos en violentos contrastes. Las guerras son creaciones diabólicas de seres que solo se alimentan de odio, codicia y venganza. La paz es una actitud individual ante la vida y como creía Pitágoras y otros muchos sabios  “con la paz se puede llegar a crear una ciudad ideal y justa, siempre que sus dirigentes antepongan el bienestar de los ciudadanos a los suyos propios”.  La paz se siente en la profundidad de nuestra carne y tenemos que formar parte de ella si queremos vivir en medio de la abundancia, serenidad, bienestar y libertad.

La lucha entre esos dos mundos de contrastes violetos debe acabar. Este trágico conflicto no puede tener como solución más armas, más guerras, más muertes, más éxodos, más crueldad…; para solucionar este conflicto los gobernantes, políticos, financieros, religiosos deben implicarse seriamente  en un compromiso real y sincero, anteponiendo la vida y el respeto de cualquier ser humano al poder o al dinero.

La crisis humanitaria que en estos momentos padece el mundo es atroz  debido -entre otros muchos conflictos-, al gran éxodo de cientos de miles  de seres humanos que se encuentran en un estado de desesperación profundo porque sienten que su vida no vale nada, no tienen presente ni futuro, y, su pasado es un infierno del que han preferido huir y morir antes de seguir viviendo entre aves carroñeras. No podemos olvidar a todas esas personas que han dejado sus vidas luchando por encontrar un mundo mejor y debemos rendirles homenaje por su fortaleza y determinación; a las personas que han logrado llegar a un destino, tenemos la responsabilidad y obligación de ayudarlas y no podemos abandonarlas encerrándolas  en campos de refugiados donde la miseria, la violación y el hambre son los reyes absolutos. Ya han sufrido bastante las consecuencias de las decisiones de los que han generado las guerras. Todos los refugiados tienen el derecho a ser respetados y a tener una vida digna.

Sin justicia social no se puede crear una sociedad justa ni próspera, es necesario que todos los seres humanos tengamos las necesidades primarias cubiertas -trabajo, casa, sanidad, educación, seguridad, libertad-,  para que podamos vivir, aprender y seguir evolucionando, y, los responsables para conseguir dicha justicia social son los dirigentes que tienen la obligación y responsabilidad de cuidar y proteger a todos los ciudadanos y no solo hacer justicia social en favor de unos cuantos.


La voz de la paz se oye en todos los rincones del planeta porque es llevada por el aire que todo atraviesa, y, dice ¡BASTA!, a tanta violencia y crueldad. Es el momento de que el bálsamo de la paz cure las heridas del alma de todos los seres humanos para  vivir con dignidad, respeto, justicia y libertad en cualquier rincón del planeta porque todos somos ciudadanos de la Madre Tierra. 


                                               Foto de la red

jueves, 20 de junio de 2019

La libertad, símbolo del cambio


La libertad sin paz es como un brazo sin mano.
 
Uno de los grandes deseos de gran parte de la Humanidad es combatir la ignorancia con la educación  en todas partes –no solo en el colegio sino en casa, en el trabajo-, para poder elegir y no seguir al rey de la manada si no estamos de acuerdo, poder vivir nuestra vida sin sometimiento, miedo o prejuicios que generan violencia, injusticia e intolerancia. La libertad nos da la oportunidad de reflexionar, decidir y elegir lo que queremos ser y deseamos hacer, siempre con respeto y responsabilidad, sólo así, en la  libertad y en la paz podremos florecer como un loto blanco en todo su esplendor.

Lo más complejo de la Vida no es vivir. Lo más complejo de la Vida somos los seres humanos porque todos somos singulares y diferentes, pero en el fondo todos queremos ser iguales. Nos molesta e incluso nos hiere las diferencias de los demás, raza, creencia, cultura. Estas diferencias que queremos igualar o imponer, en ciertos casos, producen confusión, intolerancia y violencia. Cuando estamos delante de una situación que nos produce dolor, resentimiento, tristeza o culpa  recriminamos a la vida buscando culpables ajenos a nosotros, mientras nosotros nos ponemos la máscara de víctima. Queremos saber pero no queremos experimentar la responsabilidad de nuestros actos y palabras. Nos olvidamos que para aprender necesitamos cometer muchos errores, cayéndonos y  levantándonos miles de veces, sabio aprendizaje el de la vida. Toda raíz nace en la oscuridad de la tierra para que una hermosa flor emerja.

La memoria de la carne aúlla con tal dolor que da escalofríos oírlo pero seguimos en la misma postura. No nos gusta el cambio, pues produce incertidumbre y hace tambalear nuestro confort, creemos que lo conocido es mejor que lo desconocido, equivocándonos muchas veces en esta afirmación, prefiriendo morir un poco cada día en el sofá del conformismo que buscar nuevos horizontes y experimentar la vida. Es verdad que la incertidumbre precede siempre a los grandes cambios; la Vida es un continuo cambio y renovación, la vida es una aventura donde nos adentramos en el mar rumbo hacia ese amanecer de colores sin saber lo que hay detrás del horizonte. El hombre es un navegante de mares tempestuosos donde se pierde a menudo y se condena a vivir entre la niebla y, pocos, salen airosos de la batalla de la conciencia que nos regala el cambio que es la llama de la vida y nos ayuda a descubrir nuevas posibilidades bajo nuevas perspectivas, siempre y cuando nuestras acciones sean realizadas por amor y no por ser el vencedor de esa lucha de poder porque al final esa lucha se vuelve contra nosotros y, tarde o temprano, perderemos.

La  libertad es el aire que se mueve y se filtra a través de la piedra y de la piel, no tiene límites, no tiene barreras, se cuela por la menor rendija para traer siempre aire renovado, al igual que la sabiduría y la vida, la libertad es infinita. La libertad se alimenta del bien, va unida a la grandeza humana, a los valores que permiten vivir al ser humano con dignidad y respeto. La libertad es no hacer lo que queramos sino hacer lo que debemos hacer correctamente, con responsabilidad y sabiduría. La libertad nos ayuda a crear paz para que todos podamos vivir libremente, pero para ello no basta con desearla hay que ponernos en marcha. La paz necesita guerreros que luchen por el bien común, por los derechos humanos, la justicia y la libertad. Sin estos pilares no puede haber vida, solo habrá enfrentamiento, sufrimiento, resentimiento, venganza y guerra, donde se entierra  el honor y la bondad de los hombres y mujeres.

La libertad significa que somos el rey o la reina de nuestra vida porque tenemos la potestad de luchar por lo que creemos, donde hay cabida para todos, atreviéndonos a ser diferentes; donde no se confunde sumisión con lealtad porque no hace falta ser conquistador para ser respetado.  La libertad es un derecho que todos los seres humanos tenemos y debemos usarlo para crear un mundo mejor y vivir una vida plena en armonía y justicia. La libertad ennoblece las almas porque procura respeto y dignidad.

La libertad se saborea y se disfruta plenamente cuando nos conocemos a nosotros mismos así lo gritaron los sabios, flores de luz del infinito universo, desde el principio de los tiempos.


                               (foto libro La Naturaleza Sagrada del Ser Humano de Ángeles Carretero)


sábado, 15 de junio de 2019

El espejo de los tiempos


La naturaleza engañosa del juego de los espejos -donde todo parece eterno- es debido a que concedemos tiempo al tiempo, un tiempo que no tenemos. El espejo de los tiempos nos lo refleja sin que seamos conscientes de adónde se ha ido la vida ni cómo la hemos vivido.


El presente de la Humanidad se ve reflejado en la imagen del espejo de los tiempos que nos ofrece la imagen de la sociedad y del planeta, ambos inseparables; también, nos muestra imágenes  de nosotros mismos donde, muchas veces, no nos reconocemos ya sea por nuestros actos o porque nos hemos puesto una máscara convirtiéndonos en desconocidos. El espejo refleja lo que somos en cada instante, permitiéndonos observar nuestras acciones y sus consecuencias, no solo a nivel individual sino colectivo.

Si echamos un vistazo a la Historia vemos que muchas personas que lucharon por la paz y el bienestar de los ciudadanos fueron eliminadas porque traían aromas frescos de libertad, igualdad y respeto; sus ideas no podían ser encerradas detrás de unos muros pues bailaban con el aire. Ellas sabían que la Humanidad es unidad y cuando un país sufre, el resto de la Humanidad sufre, este simple argumento, hoy en día, es incomprendido por gran parte de los responsables que tienen en sus manos el poder de crear paz pero han decidido crear caos y guerras, decisiones erróneas que han originado reacciones con graves consecuencias para todos nosotros.

El espejo de los tiempos nos refleja lo que se quedó sin hacer y también nos devuelve imágenes de miles de personas que han dejado su huella rompiendo cadenas y murallas para ir al encuentro de la belleza, del amor, de la compasión, de la libertad y del respeto. Ellas han creado un mundo en imágenes de color a pesar de la ignorancia, de la intransigencia y del odio  sufrido;  nunca se agitaron por unas murallas de ladrillos o por cadenas de hierro. Sus vidas fueros sesgadas por balas perdidas o ensombrecidas por el humo de las hogueras. Su lucha sigue abierta. Ellas lanzaron al aire plumas blancas que se convirtieron en alas para volar y no sentir temor por la sombra del miedo.

Vivimos y sufrimos las consecuencias de las reacciones violentas provocadas por la ambición desmesurada de personas que llevan las riendas de algunos países, llevándolos, a veces, hasta un precipicio donde los empujan para caer. Hay gobernantes que rechazan las voces de los seres humanos que gritan su desesperación ante una esperanza escondida en las profundidades de la tierra o la angustia de las olas del mar que arrastran a las profundidades a los que huyeron del infierno; desoyen los gemidos  del viento que traen lamentos de hambre y sed; el silencio de los animales ahogados por el plástico que confunden con comida. El problema medioambiental del planeta está arrinconado hasta que la naturaleza gima de dolor y barra con un soplo a muchos inocentes porque hay dirigentes que no quieren comprender que  la Humanidad  y el Planeta son indivisibles.

Nuestra época es materialista, con grandes avances tecnológicos, donde el tiempo se acelera y nosotros vivimos más deprisa pasando por alto la vida. La gran mayoría son arrastrados por una muchedumbre que les empuja sin saber hacia dónde van ni qué hacer, solo son conscientes del día y de la noche. Viven en un laberinto donde dan vueltas y vueltas, se sienten perdidos y no consiguen encontrar la salida porque son incapaces de ver su vida bajo otra perspectiva.  No podemos seguir moviéndonos por ciegas y sordas pasiones. Buscamos expandirnos en el universo infinito, queremos vivir en otros planetas pero no sabemos mucho de nosotros mismos y a nuestro Planeta lo estamos matamos.

El espejo de los tiempos nos hace observar que vivimos sumergidos en este mundo material exiliándonos del mundo espiritual, del mundo de la conciencia.  La Humanidad está herida en su alma, somos supervivientes en un reino de muerte, noticias que desangran al mundo trayendo un estruendo de soledad y sufrimiento. La imagen que nos refleja el espejo de los tiempos es triste no por ser en blanco y negro, sino por lo desolador y devastador de lo que vemos y de la crueldad que muchos seres humanos han desarrollado. Hambre, sequía, llanto, desesperación, muerte; guerras que no paran, mares que se tiñen de rojo y guardan en sus profundidades las memorias de miles de personas que huyeron del atroz sufrimiento para sucumbir a las olas del viento.

El equilibrio de la Humanidad y del Planeta se está destruyendo, vivimos confrontados con la vida y nos aliamos con la muerte. No podemos olvidar que cuando una avalancha está en marcha es imparable. Es el momento de empezar lo que dejaron atrás esas personas que fueron asesinadas injustamente, que lucharon por crear paz y libertad con esperanza y entusiasmo para poder cambiar las cosas, creando jardines en lugar de trincheras.

El viento arrastra la niebla y el espejo de los tiempos nos muestra la memoria que debe perdurar en los seres humanos, ecos de paz, de libertad y de respeto. También nos muestra el pasado del que debemos aprender y no volver a caer; el presente nos muestra que solo nosotros, los seres humanos, podemos cambiar el mundo con la fuerza de la gratitud, de la vida y de la paz. El espejo de los tiempos reflejará en un futuro no lejano una generación de caras sonrientes llenas de fuerza y bondad porque han luchado y luchan por un mundo mejor y por un porvenir seguro donde todos pueden realizar sus sueños en perfecta armonía.

El espejo de los tiempos refleja millones de caras y cada una de ellas es una razón por la que vale la pena luchar por la paz para crear un mundo mejor donde las ideas bailen junto al sol, sin olvidar, como dijo Winston Churchill “la responsabilidad es el precio de la grandeza”.
                                             Foto de  Koushik Das on Unsplash





martes, 11 de junio de 2019

¡Basta ya!


El universo, la Humanidad y la Madre Tierra gritan Paz para todos los seres que habitan en el planeta. La ignorancia y la crueldad de algunas personas, junto con sus deseos de lucha por el poder y por el dinero son tan poderosos que destruyen el mundo con su barbarie sangrienta.

Arrasan los pulmones de la Madre Tierra. Envenenan las aguas de los ríos y muchos animales mueren porque no tienen donde saciar su sed. Los océanos  son basureros y sus habitantes mueren ahogados por el plástico. Envenenan el aire con toxinas causando graves enfermedades. Su atrocidad crece en la tierra, creando el averno, enviando bombas y causando gritos de terror y desesperación, dejando sus huellas de muerte en la piel y en el alma de miles de personas que jamás volverán a ser ellas mismas pues una parte de su alma de ha quebrado con tanto dolor.

La tierra está regada de sangre que no de agua y cada día se seca más y más por la contaminación y el cambio climático, haciendo que su aridez sea la causa de éxodos de seres que no tienen qué comer, qué beber ni a dónde ir, y, no son bien recibidos en otros países aunque sean vecinos. Otros sufren  en silencio aunque el cielo grita por ellos, y, otros han dejado sus cuerpos como simiente de la tierra porque algunos individuos viven en el abismo de la aridez de su alma.

Los cielos no murmuran “Paz”, sino que gritan: ¡BASTA YA!

Lo más hermoso del mundo es la esencia del amor que no se compra ni se vende solo se siente en el corazón. Los causantes del averno han cerrado la puerta de su corazón con candado y han tirado la llave; pueden poseer poder y dinero, pero no pueden sentir el poder más grande del universo, amor. El amor trae paz y prosperidad para todos,  el mal solo destrucción y aunque ellos no lo sepan los primeros en destruirse son ellos mismos porque han roto la conexión con su alma, fuente de paz.

La Paz, además de ser, ausencia de conflicto  crea prosperidad para que todos podamos vivir con dignidad, respeto y libertad. La Paz no es una quimera sino una realidad.

Los cielos gritan ¡BASTA YA!


                                    (foto de la red)

sábado, 8 de junio de 2019

ITACA, la gruta dorada del ama


 La vida es un continuo cambio y renovación, nunca se agota, vive y actúa según sus leyes y nunca como nosotros pensamos o decidimos que sea.  En esa búsqueda por comprender lo que es la vida sobrevivimos imaginando que galopamos sobre un caballo blanco al que no hemos domado; vamos construyendo sueños que no existen pues solo son vanas ilusiones; vamos sobreviviendo, vamos soñando y despertamos. En la travesía de nuestra vida, vemos estrellas que son flores de luz, escuchamos entrecortada la voz del viento o el rugido del alma de la tierra, navegamos sin rumbo, pero, muchas veces, sentimos una nostalgia de un paraíso perdido y forzamos la imaginación para ir más allá. En momentos de sosiego, percibimos recuerdos de un lugar sereno donde nos gustaría volver y vivir con nosotros mismos sin sombra alguna. Recuerdos de Itaca, nuestro paraíso perdido, tan lejano y tan cercano.

Itaca, patria de los dioses. Nombre que evoca recuerdos y sensaciones de un pasado lleno de héroes y magia. Los aventureros, cuya fuerza surge con la voluntad y se alimenta de ella, no temen ir hacia el horizonte, embarcándose en barcos de madera cuyos remos rompen la seda del aire y las olas los llevan en su cresta para que vean la estela que deja los que van en pos de los tesoros del alma.

Con tanta lucha de experiencias y acontecimientos amargos, el espíritu se siente saturado. Muchas veces, nos perdemos en el vientre oscuro de la noche sintiendo angustias y temores; la oscuridad es total pues ni siquiera hay luna ni estrellas para iluminar el alma. En esos momentos sombríos cuando brotan de los ojos ríos salados de amargura y cansancio, una fuerza interior nos proporciona coraje para seguir luchando y buscando ese lugar al que pertenecemos y al que deseamos volver para sentir la suave y sublime caricia de la paz y de la felicidad.

Detrás de la tormenta de arena, el viento se relaja y vuelve a dibujarse los perfiles de la vida -cambio y renovación-, haciéndonos comprender que la sabiduría puede aparecer en cualquier  momento del día y en cualquier lugar, siempre y cuando busquemos nuestra verdad, ¿quiénes somos, hacia dónde vamos y por qué vivimos?, aprendiendo lecciones y saboreando fracasos. La sabiduría abre las puertas del cosmos y de la naturaleza y de vez en cuando su luz violeta traspasa la piedra para que podamos verla. Y, así, en lugar de lamentar nuestros errores aprendamos a no cometerlos, pues la vida nunca se agota, vive y actúa según sus leyes y rara vez como nosotros decidimos. Nosotros deseamos saber pero no queremos experimentar, preferimos seguir en nuestra zona de confort, pensando que si leemos ya tendremos la experiencia necesaria para vivir y dejar de sobrevivir. Nos olvidamos que toda raíz nace en el seno de la oscuridad de la tierra para poder renacer, al igual que cuando cae una hoja de color ocre, hay otra hoja de color verde que emerge.

Hay que dejar caer las máscaras para descubrir la belleza por lo que es. La vida es como un rio, a veces, hay rupturas de la tierra que genera saltos rompiendo el suave fluir del agua y creando dolor y tristeza, donde la memoria de la carne da alaridos y aúlla al viento. Hay dolores que rompen el alma, el cuerpo lo siente y aprende que soltando ego y apegos el alma se regenera y se serena. Sabemos que el cuerpo es una propiedad temporal y hemos comprendido que no hay mayor culto que amar nuestra alma y nuestro ser porque el alma junto al ser crean jardines en lugar de ruinas, pintan flores en lugar de sequía, plantan árboles en lugar de masacres, crean parques de risas en lugar de trincheras, crean armonía y belleza, pilares de nuestra patria, Itaca,  gruta dorada del alma.
                                            (foto de Clément Falize, Unsplash)