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Ahimsa es vida

viernes, 22 de diciembre de 2023

El pequeño y la montaña sagrada

Las montañas desde la antigüedad más remota son símbolos sagrados, encierran secretos que son desvelados al buscador del camino de su alma y que esté dispuesto a pasar las pruebas. Las montañas han vivido millones de historias que guardan en sus archivos arcanos dentro de sus cuevas profundas.

 Cada nuevo día se sienten pletóricas cuando saludan al astro rey al compás de la música de las musas y este les devuelve el saludo bañándolas con sus átomos de luz para que sigan siendo las hermosas heroínas de las leyendas.  La majestuosidad, la belleza, la fortaleza, la sabiduría de las montañas son arquetipos que nos hablan e inspiran, por eso estamos atraídos por ellas.

 Entre millones de historias estaba la de Inko —un niño de mirada brillante y profunda, pero al mismo tiempo sus ojos de ébano transmitían dolor y miedo—, que se acercó a este reino de belleza y silencio. Este pequeño estaba exhausto, su carita mostraba la huella de surcos de ríos secos y su cuerpecito era como pequeñas ramas delgadas sin hojas. Había llegado en una pequeña gruta donde había huellas de otros ocupantes que hicieron un alto en el camino antes de aventurarse por el sendero. El pequeño muchacho se tumbó y se durmió en el acto.

 Cuando nuestro compañero el sol emergió para saludarnos, le dijimos que proyectara sobre la cueva sus rayos de luz para que calentaran y despertaran al pequeño, pues hacía dos días que dormía. Así los rayos templaron y despertaron al niño. Estaba aturdido, no sabía dónde estaba, pero se sentía seguro, sus tripas rugieron de hambre. Los pájaros cantores le ofrecieron su trino y su ánimo se elevó, se sintió feliz después de tanto tiempo; salió y vio el riachuelo que traía vida a nuestro valle. Se acercó y bebió el agua que necesitaba, luego se metió en esas aguas azules para lavarse las heridas de su malherido cuerpo. Secándose al sol, sus tripas volvieron a quejarse, se levantó y buscó algo para comer. Descubrió que, a poca distancia, el valle estaba lleno de árboles que le ofrecían sus frutos frescos, también había raíces de plantas que él conocía y que le ayudarían a recuperarse.

 Mi reino es la montaña sagrada, solitaria, colosal, eterna, poderosa y da la bienvenida a los valientes que, aunque estén heridos, siguen su camino; ahora le tocaba el turno a ese pequeño hombrecito.

 El pequeño Inko era valiente e inteligente, decidió establecerse y explorar las cercanías de su nuevo hogar. Descubrió un camino escarpado y de difícil acceso para aquel que ose molestar a las hojas ambarinas que preceden al silencio y a la gran piedra azul en forma de cubo. Solo aquellos que tienen un corazón sincero pueden acceder a esa gruta donde vive la señora de blanca túnica y corazón azul, una vez hayan superado la prueba. Todo aquel que se aventure en mi reino debe estar en armonía con la naturaleza y con él mismo, si solo visita mi dominio para dar un paseo, el velo del secreto cerrará sus ojos y solo verá una montaña con vistas hermosas sobre un fértil valle.

 Al cabo de un tiempo, Inko subió el sendero con determinación, llegó a un terraplén donde había una gran piedra azul en forma de cubo. Se sentó y miró a su alrededor, el paisaje le conmovió, una ligera brisa de arpas trajo   belleza, serenidad, armonía, silencio. Mientras estaba recogido y disfrutando de ese regalo de la naturaleza, oyó una suave voz de mujer, el pequeño Inko casi no se cae del susto, no la había oído llegar. “Naki” así se llamaba la señora que viendo al pequeño bañarse en el río de serenas aguas, semanas atrás, supo que era la persona que esperaba desde hacía mucho tiempo —vienen muchos visitantes, pero pocos corazones puros—. Conocía su historia y su valor. Sabía que podía vivir en armonía porque conocía la belleza y el sentido de la vida, el dolor y el miedo, la crueldad y el amor, y ante las vicisitudes en su corta vida, su espíritu se mostró indomable con la violencia. No alberga rencor ni ira, solo una gran herida.  Por eso, su alma lo había llevado a su destino.

 Me comunico con mis buscadores a través del sueño y de la meditación, haciéndoles sentir una vibración de alegría para que conecten con sus recuerdos y vuelvan a revivir la grandeza de su ser. Necesitan coraje y voluntad para este viaje que empieza en la cueva de las serpientes o tal vez ramas rotas. Quien controle su mental vencerá en la lucha. Siempre hay un momento en la vida en que el grito de desesperación es el comienzo de un nuevo ciclo que da paso a la esperanza. La vida se percibe intensamente en cada manifestación, sea mineral, vegetal, animal, humano. Todo forma parte de la misma unidad en otra realidad. Naki era la abuela del chamán del poblado de Inko y desde muy pequeño dio señales de que era diferente, no en apariencias, pero sí en su interior. Así poco a poco las enseñanzas se fueron transmitiendo antes de llegar a mí.

 Durante su larga estancia en ese maravilloso lugar, aprendió a recordar y a conectar, a sentir y a escuchar la naturaleza, a reflexionar y a meditar. Visitó los archivos arcanos de la gran cueva, comprendió el significado de la Naturaleza, el misterio del ser humano (un átomo de luz crea vida y es ese átomo el que nos devuelve los recuerdos perdidos y nos enseña el camino de regreso).  Una tarde subieron a la piedra-cubo para hacer unos ejercicios y restablecer la energía. Después, se sentaron a ver el atardecer y cuando apareció el sol, algo mágico pasó, se había vestido con sus ropajes reales de púrpura, violeta y dorado, para que Inko viera y sintiera la magnificencia del universo en ese horizonte que es la frontera del sueño donde todo se hace posible al conectar con el recuerdo de la verdad en otra realidad.

 Ese atardecer fue especial, Naki también vestía su túnica blanca y azul, reflejo de su corazón. Inko supo de inmediato que algo extraordinario iba a pasar. Cuando volvieron a la cueva sagrada, un hombre alto, fuerte, de pelo largo y ojos sagaces e insondables, les estaba esperando. Se sentaron formando un triángulo; sintió una conexión muy fuerte con ese personaje, este le dijo que tenía que hacer un viaje largo y si quería acompañarlo. Inko estaba perplejo, no quería dejar a Naki y al mismo tiempo deseaba ir con él.

 Naki le dijo que había llegado el momento de aprender otras cosas y más tarde, en su momento, regresaría si ese seguía siendo su deseo. Mañana te diré lo que he decidido. Tumbado en el suelo de la cueva y oyendo el silencio de la naturaleza, rememoró su niñez. Las heridas se habían sanado, pero los recuerdos estaban vivos. “Vivía en un pequeño poblado, en el valle, las yurtas de colores, la gente amable, sonriente, los niños jugábamos y aprendíamos de todos los mayores. Era una vida simple y dura debido al tiempo, sin embargo, era una vida tranquila y alegre. Una mañana se oyó ruidos de cascos de caballos y unos jinetes con flechas y lanzas entraron, saquearon y mataron. Yo había ido al bosque a recoger hierbas, por eso no estaba en el poblado. Los vientos trajeron el sonido de la locura. Lágrimas de penas y dolor volvieron a correr sin poder detenerlas. No hay palabras para describir el dolor, el terror y la soledad que deja la crueldad. Toda mi vida desapareció en las cenizas que dejaron de mi pueblo. Unos días más tarde empecé a caminar hacia la montaña sagrada porque el chamán hablaba siempre de una mujer sabia”. ¿Cómo sabré que es la montaña sagrada?, me preguntaba mientras caminaba y una voz suave me decía: “la reconocerás porque cuando la veas no verás una montaña sino belleza”.

 Durante un tiempo Inko viajó en compañía de ese hombre atemporal que forma parte de esa fraternidad de sabios que protegen a la Humanidad, se llamaba Itumi “el persa”, así transmitió a Inko secretos, ritos y leyendas, la verdad se va transmitiendo oralmente para que las palabras bailen y el ritmo del viento lleve su mensaje a través del aire. En sus viajes conoció a otros personajes que le instruyeron en diferentes conocimientos, todos ellos tenían un denominador común, la unidad de la humanidad, porque solo en la unidad los valores primigenios del universo pueden ser esculpidos en el interior de cada ser humano para darle un sentido a la vida y que encuentre así su destino. Si no hay sentido, no hay destino.

 En uno de sus viajes, conoció a una mujer preciosa y de corazón puro, el viaje con Itumi había terminado, el momento del regreso había comenzado.

 Naki les dio la bienvenida y al atardecer volvieron a la piedra-cubo para restablecer las energías y enseñar a la preciosa compañera de Inko el lenguaje del silencio para que pudiera oír las leyendas vivas de las hermosas montañas, el canto de las aves nocturnas, el susurro del agua y el baile de las hojas ambarinas que preceden al silencio, todo forma parte de la naturaleza sagrada del cosmos en la tierra.

 Una semana más tarde, Naki llamó a Inko para entregarle las llaves de su reino, la montaña sagrada, y comenzar así un nuevo ciclo.

     


                    

                             (Foto privada)

jueves, 12 de octubre de 2023

Lúa y la gota de agua dorada

Después de tantas historias fascinantes con algunos seres humanos a través del mundo, nos preparamos para una nueva aventura, el clarín ha sonado para reagruparnos en nubes, los vientos soplan y así comienza el baile para descender a la Tierra.

Esta vez los vientos nos llevan a un hermoso y tranquilo paraje en medio del Atlántico, una pequeña isla poblada por gentes amables y generosas. Hay un volcán cuya energía es especial, aunque muchos lugareños lo hayan olvidado. Existen montañas muy altas de lava que crean paisajes muy hermosos que dan vida a épocas pasadas.  El choque entre dos nubes produjo un fuerte destello de luz y formamos unos fuegos artificiales de gotas doradas que bañaban esa naturaleza extraordinaria.

Me llamo Lúa, en esa época tenía diez años, era traviesa, vivaracha y muy alegre. Vivía en un pequeño pueblo de pescadores en una pequeña isla del Atlántico. Iba al colegio de mi barrio. Era obediente, aunque no estaba de acuerdo con muchas cosas tanto en casa como en el colegio. Esto ya me trajo algún que otro problema a mi corta edad, pero vivir como una marioneta nunca me gustó. Soy diferente solo por el hecho de no seguir la corriente.

Todo comenzó hace muchos años cuando una noche de verano empezó a caer una gran tormenta de rayos y mucha agua. Sentí una curiosa sensación, necesitaba salir al jardín para sentir esa fuerza indomable de la naturaleza, oía gritar a mi madre: “¡no salgas!”, sin embargo, no pude contener ese impulso y salí. Vi una cortina de agua cristalina con destellos dorados, caía con tal ímpetu que me quedé embriagada y paralizada al contemplar esa belleza. Sentí una energía tan grande que abrí los brazos para recibir ese baño de agua de las estrellas.  Recuerdo que por mi cara fluían pequeños riachuelos y una gota dorada penetró en mi boca, sentí un extraño sabor en mi garganta.

En ese momento, mi pequeño cuerpo se convirtió en el universo donde el vacío y el todo eran uno, millones de puntos luminosos en continuo movimiento, cuya vibración producía una música sutil y armoniosa. Vi un puntito en el infinito universo, la Tierra. Observaba todo el conjunto a la vez y recordé que muchas veces, en esos momentos de silencio perfumado por las estrellas de los jazmines, miraba al cielo y veía chispas doradas, moviéndose en el aire a toda velocidad, sin chocar, todo está impregnado de ellas. Mi mirada volvió a ese universo de puntos luminosos; de pronto un grito me devolvió a la realidad física, esa experiencia duró una milésima de segundo, fue instantáneo, pero mi alma todo absorbió. Mi madre enfadada salió a buscarme y me hizo volver a casa. Esta vez su regañina no me importó, ese instante mágico cambió mi vida para siempre. Mis padres estaban acostumbrados a mis “arrebatos incoherentes”, mi comportamiento no les parecía el apropiado a una niña pequeña.

Decidí no contar mi experiencia, esa noche soñé con riachuelos que nacían en la ciudad de cristal, con reflejos de colores del arcoíris que recorrían mi cara, como rayos dorados que desembocaban en el océano de mi corazón, algo cobraba vida en mi interior. En el silencio de la noche estelar oí notas musicales que envolvían mi alma, oí una voz: “aunque pequeña, eres curiosa y valiente, tesoro que debes guardar siempre; siente la magia de tu alma para que elijas quien quieres ser; cada mañana el sol abrirá tus ojos para que paso a paso comprendas el sentido de tu vida. No seas una marioneta, sigue tu camino, posees el coraje de tu corazón y la valentía de tu alma, ambos necesarios para levantarte cuando caigas y seguir avanzando por el camino del silencio de los jardines de la vida. Solo encontrarán alegría en el juego de la vida, las personas que se maravillan cuando ven la belleza y el coraje de una flor que lucha por nacer en una roca; las personas que se embriagan del perfume del rocío de las estrellas; las personas que oyen el vals del otoño cuando las hojas caen al ritmo del viento para unirse a la tierra y volver en primavera. Afronta la realidad y no te dejes embaucar por los miedos que se forman en tu imaginación. Cuando te sientas confundida ve a tu corazón donde todo guarda su memoria y te recordará que para avanzar caerás y te levantarás con más fuerza y claridad”.

La esfera dorada me llevó a través de mares y montañas para que viera la grandeza y belleza de la naturaleza. Nos adentramos en montañas primigenias, valles con hermosos árboles centenarios, ríos impetuosos donde habían crecido grandes civilizaciones que dejaron una huella en los templos construidos según el código de belleza. En un momento dado, la gota dorada se posó sobre un loto blanco que crecía en un precioso lago de montaña, tranquilo y sereno, donde se reflejaba el cielo, que solo la brisa del viento lo mecía suavemente cantando canciones de antaño. Visitamos las profundidades del lago, ese mundo subterráneo tan rico y diverso cuyas raíces son el alimento de todo lo que vemos. No soy Lúa, soy parte de ese misterio del universo que todo contiene y es.

Me desperté serena, rememoré mi sueño y esa voz del aire se hizo palabra en mi diario. Sentía esa fuerza que vibraba en mi interior y me empujaba a buscar respuestas, ese instante mágico fue mi punto de inflexión.  El día era, como siempre, soleado, salí a coger lapas con mis amigos, disfrutaba de su compañía, de nuestras risas y juegos. También había un deseo oculto, deseaba sentir esa magia del agua, sin embargo, solo sentí un recuerdo, y, una vibración muy profunda me hizo llorar, supe que esa maravillosa gota de agua se unía a ese gran océano azul para poder elevarse de nuevo al mundo celeste y proseguir sus viajes eternos en el corazón de los humanos. Le agradecí con toda mi alma esta aventura.

A partir de ese momento fui “normal” para mis padres y amigos y “diferente” para mí, la magia de mi universo interior empezó a germinar como una semilla. De niña fui muchas veces incomprendida; solitaria, de adolescente y feliz de madura. He pasado por cientos de aventuras, con caídas y sueños rotos, pero me he levantado porque esa voz me repetía: ¡no te rindas! Así mi vida se ha ido forjando con mis decisiones y hoy soy la persona que quiero ser, vivo la vida que me hace crecer y sentir bien. La vida es el camino de regreso a la conciencia universal, comprender nuestros pensamientos, emociones, acciones, para decidir si queremos nutrirnos del mundo celeste y terrestre o solo de las apariencias exteriores.  Los seres humanos tenemos la capacidad de crear y destruir, solo depende de nuestra elección.

Recuerdo a menudo la extraordinaria experiencia de la gota dorada, la magia de la vida, los misterios de los seres humanos que van unidos a los misterios de la naturaleza, por eso nos sentimos tan bien cuando estamos en medio de un bosque, del mar, de la montaña porque la naturaleza nos ama y nos protege.  Heráclito decía: “La naturaleza ama esconderse, sin embargo, revela sus misterios a quien la ama”, somos parte de ese mundo visible e invisible.

Los padres tenemos la responsabilidad de ser guías para nuestros hijos y no imponer nuestros criterios a golpes sin dialogar con ellos. Los niños deben ser respetados, amados y dejar que su creatividad emerja y se desarrolle; todos los niños tienen un gran poder de captación, de observación, de sentimiento, de creatividad que no hay que apagar, sino todo lo contrario, seguir alimentando esa llama de vida que es la que guiará sus vidas. 


                                                (Foto privada)




martes, 15 de agosto de 2023

Viejas almas vuelven como estrellas fugaces

En el siglo XV-XVI se reunieron en Europa grandes mentes, entre ellas Giordano Bruno, Pico de la Mirandola y Erasmus de Róterdam, que defendieron con su vida el amor a la libertad, a la justicia, a la dignidad del ser humano, al universo, a la esencia Creadora.

Sus legados destruyeron murallas y crearon vergeles de ideas, pensamientos, acciones que brotaron como flores raras en un desierto árido y, sin embargo, ese océano de arena estaba sediento de esa fuente de conocimiento y, poco a poco, algunas gotas de arena florecieron y se expandieron con el viento hacia otros confines de fértil suelo.

Todos ellos vivieron unas vidas de peligros, combates y persecuciones, pero ninguno se retractó de su verdad y aunque durante siglos estuvieron olvidados, esas semillas de luz volvieron a crecer y a brillar trayendo nuevas fuerzas para que el buscador de la verdad pudiera continuar el camino.

En ese universo de millones de mundos, en una estrella en la constelación de las Pléyades, estos tres titanes se encontraron y recordaron algunos momentos en nuestro planeta que tanto amaron.

—Erasmus: ¿Cuánto tiempo hace que no coincidíamos?, he estado viajando por universos y mundos diversos, ¡cuánta razón tenías, Giordano, al defender la infinitud del universo y su movimiento eterno!

—Giordano, en la tierra me condenaron por hereje, pero es maravilloso ver esta realidad con nuestros propios ojos, risas…, ahora somos pura energía. Sabía que el universo es infinito, con sus miles de formas y mundos; mi intuición, mis reminiscencias me ayudaron a ver y a comprender la existencia de millones de vidas diferentes, entre ellas la de la Tierra, sin embargo, mi compromiso de lealtad fue el latido de mi corazón, aunque la ignorancia pesó más que la verdad. Sabemos, que cuando nacemos como humanos perdemos parte de nuestra conciencia universal y nos olvidamos de quienes somos; al vivir incompletos, nuestro ego e ignorancia toman el relevo de esa sabiduría olvidada y nos hacen creer que todo lo sabemos…, (sensación de tristeza por ese gran error que domina la Tierra). El dolor y sufrimiento que algunos humanos han provocado al imponer dogmas, creencias, errores a través de eones, ha sido cruel y devastador. Mirando el escenario actual del mundo del siglo XXI, no ha cambiado mucho, unos dioses han sido reemplazados por otros y siguen causando graves daños.

—Pico, ¡Me alegra veros! Yo también he estado viajando por este infinito universo que todo es. Somos el ayer, el hoy y el mañana. Este enigma que los humanos piensan poder descubrir con su mente solo trae más confusión y error; solo aquellos que están dispuestos a desentrañar dicho enigma lo pueden hacer con una mente abierta y sincera, llaves que abren la puerta al universo interior. Me conocieron en la tierra como el príncipe de la concordia, deseaba que comprendieran que conciliando los opuestos se origina la libertad de pensamiento, elevando nuestros pensamientos, nos elevamos nosotros mismos, así podemos buscar la grandeza y aportar una flor a ese infinito jardín que es el conocimiento interior y la vida; la dignidad humana es vital para vivir. La finalidad del Ser Humano no ha cambiado, sigue siendo lograr su evolución interior no solo material e intelectual, sino también de la conciencia, solo así se llega a la concordia entre los principios y los fines, al equilibrio —sin críticas y sin juicios—, buscando la verdad en su Ser. Todos hemos sido víctimas de la violencia e ignorancia, no solo intelectual, sino también filosófica (amor a la verdad, a la sabiduría); el no comprender que no es entender, trae esas terribles consecuencias. Yo defendía la concordia, la libertad, el libre pensamiento para que cada uno fuera su propio explorador, que sintiera su grandeza uniendo el cielo y la tierra. Ahora en este precioso lugar etéreo te das cuenta de que cada ser humano tiene su propio camino, y al ser dueño de su vida debe acallar la voz de la destrucción provocada por la competición, el egoísmo, la ignorancia y centrarse para oír su voz interior, la voz del corazón para que pueda vivir armonizado con las leyes de la naturaleza y así evitar más conflictos. Vivir en el corazón es vivir la experiencia interior, el que no experimenta, no sabe; hay que saber para comprender.

—E. añadió: la educación es la base de la formación, no solo una educación libresca, sino una formación como humanidad, viviendo en unidad, en la concordia y en la verdad; dejar de competir constantemente para evitar la división, el estrés y la ira que producen esa carrera sin meta. Es importantísimo enseñar desde la más tierna infancia valores de respeto, de libertad, de lo justo, de la verdad, enseñar que la verdad es sentirse en armonía para que su conciencia crezca como un roble y le guie a medida que vaya creciendo para que cuando sea adulto tome decisiones correctas, basadas en el corazón, en el sentido común y no en la pequeña mente del ego. Como Sócrates, hay que ser polémico y conciliador, buscar y conocer los arcanos de las enseñanzas de todo el mundo, para que se den cuenta de que la esencia de la verdadera enseñanza secreta es la misma, somos almas en cuerpos físicos. El ser humano es un microcosmos dentro del macrocosmos, por eso es libre y digno porque es el actor de su destino, así sabrá vivir la vida y no estará a la merced de las opiniones cargadas de prejuicios.

En ese momento de complicidad, de silencio, de amor, una nueva energía se sumó al trío, era el alma del querido Sócrates, que al oír su nombre quería dejar una estela de compasión y amor. Sócrates trajo consigo una luz muy intensa y ligera, como una risa salida del corazón de cristal que hace vibrar las cuerdas de los planetas.

—Nuestras experiencias como humanos son como miles de gotas de agua que chocan entre ellas para generar la lluvia que trae abundancia o destrucción. Todos llevamos dentro la conciencia superior, el YO SOY, voz interior que nos guía, como mi daimon y a la que debemos conocer. Es muy   importante, diría vital, conocerse a sí mismo para poder decidir y no entrar en esa opinión de los demás que tiene algo de verdad y algo de mentira. Cuando nos conocemos como humanos, podemos armonizarnos con las leyes de la naturaleza para aceptar que todo en la tierra es cíclico, efímero, por lo tanto, vivir en armonía con nuestra alma, alimentándola de pensamientos elevados, siendo éticos, como decían los egipcios vivir según las leyes de Maat —verdad, justicia, armonía, respeto— nos proporciona alegría y buen humor porque sabemos que nuestra misión es despertar al alma inmortal y volver a casa.

Las cuatro energías se unieron y una estrella gigante nació para que sus semillas-partículas llegaran de nuevo a la Tierra como estrellas fugaces, trayendo deseos de sabiduría: “¡Qué las leyes de la Naturaleza sean comprendidas! ¡Qué los espíritus dormidos despierten algún día! ¡Qué los humanos comprendan la unidad de la humanidad! ¡Qué la ignorancia presuntuosa deje de causar servilismo! ¡Qué el ser humano pueda verse en el espejo de la sabiduría y se reconozca! ¡Qué pueda conocerse a sí mismo para conocer su universo!”.

                   

                                         (Imagen Unsplash)

jueves, 13 de julio de 2023

El espejo de los tiempos

El pasado es el espejo de la época y no podemos obviarlo.

Tantas guerras por el poder, tantas vidas eliminadas, tanto dolor y sufrimiento causados por el deseo de poder sin límites de individuos que se han vuelto esclavos de su propio apetito y que, aunque clamen ser los salvadores del mundo, sus corazones laten al compás de la violencia. Como decía Charles de Gaulle, “Los hombres pueden tener amigos, no los jefes de estado”.

En el espejo de los tiempos vemos como se ha deformado la imagen de la humanidad —la sociedad cambia y no siempre a mejor—, por eso hay que cortar las cadenas de nuestros condicionamientos externos para ir más allá del mundo artificial y adentrarnos en nuestra propia conciencia: “lo que se recomienda a otro, debe aplicarse a uno mismo primero, decía Gandhi”.

A lo largo de la historia humana siempre ha habido seres que han luchado para cambiar la forma de pensar de una sociedad dormida, sociedad a la que todos pertenecemos. El resultado al cambio siempre ha sido doloroso y cruel. Sin embargo, el cambio se ha realizado a través de las ideas naturales que pertenecen a las leyes del universo y emergen en nuestro interior, los valientes las llevan de bandera cuyos símbolos son la verdad, la justicia, la libertad que ondean al viento para que ese movimiento eterno esparza sus semillas por todo el planeta.

Nuestra sociedad está en decadencia porque los valores éticos han sido enterrados, no existen en nuestra vida, solo el materialismo florece y nos adoctrina para hacernos esclavos del deseo de poseer lo que nos crea necesidades ilusorias y por las que pagamos un alto precio. Al no tener valores, no sentimos empatía por la raza humana, la dividimos, la ignoramos y nos asentamos en nuestro confort irresponsable. Esta crisis social conlleva frustración y violencia.  No podemos seguir moviéndonos por ciegas y sordas pasiones. ¡Qué paradoja!, deseamos conquistar planetas y, sin embargo, no sabemos vivir en el nuestro.

La imagen que nos refleja el espejo es triste, no por ser en blanco y negro, sino por lo desolador y devastador de la imagen que refleja —hambre, sequía, llanto, desesperación, muerte; guerras que no paran, mares que se tiñen de rojo y guardan en sus profundidades las memorias de miles de personas que huyeron del atroz sufrimiento para sucumbir a las olas del viento; océanos que en lugar de seres vivos se han cubierto de plástico…— El equilibrio de la Humanidad y del Planeta se está destruyendo, vivimos confrontados con la vida y nos aliamos con la muerte. No podemos olvidar que cuando una avalancha está en marcha es imparable.  La Humanidad está herida en su alma.

El espejo del mundo nos invita a ver la unidad en todo, no a fragmentarla. Ya de por sí sobrevivimos a los azares de la vida, no vale la pena seguir confrontándonos unos a otros, imponer nuestras creencias, dogmas, formas de vida. Es responsabilidad de todos mirar nuestro espejo para comprender y aceptar nuestra vida, ya que nos revela nuestra imagen, nuestra alma, así como nuestras emociones a través de nuestra fisionomía.

El viento arrastra la niebla y el espejo brilla de nuevo para mostrarnos la memoria de las ideas eternas de paz, libertad, justicia, dignidad y respeto. Todos tenemos derecho a equivocarnos y también a rectificar nuestros errores, no podemos cambiar nada exterior si no cambiamos en nuestro interior; cuando cambiemos el materialismo por los valores éticos emergerá una nueva generación de caras sonrientes que emanen fuerza y bondad, como dijo Winston Churchill, “la responsabilidad es el precio de la grandeza”.

                                                       Post de la web

miércoles, 21 de junio de 2023

Dignidad, Libertad y Justicia guerreros de la paz

La figura de Mahatma Gandhi irrumpe para recordarnos esa lucha sin espada que es la no violencia,   AHIMSA.

Como todos sabemos, Mahatma Gandhi luchó por obtener la independencia de su país y de los seres humanos en general a través de la dignidad, libertad y la justicia. Su lucha fue oponerse al opresor con la desobediencia pasiva que implicaba disciplina, cautela y atención. Luchó contra los abusos de las autoridades con la no violencia porque como bien decía: “ojo por ojo y toda la humanidad terminará ciega”.

Cuando estamos en el centro del equilibrio, estamos en armonía donde no hay causa y efecto; en cambio, cuando nos separamos del centro, nos dirigimos hacia los extremos de la dualidad donde se producen causas y efectos, lo que denominamos karma, y como bien sabemos todo tiene consecuencias, cada uno es responsable de sus actos y elecciones.

Ahimsa va más allá de la no violencia. Ahimsa implica el autoconocimiento porque la violencia se genera en los pensamientos y a través de las palabras y acciones generamos conflicto y dolor. El autoconocimiento nos ayuda a cambiar de actitud porque comprendemos lo que hacemos al vivir conscientemente. Ahimsa, implica, además de la no violencia, verdad, discernimiento, respeto, dignidad, libertad y justicia, todos ellos guerreros de la paz.

Para penetrar en los misterios de Ahimsa es necesario sentir una fuerza interior para redescubrirse y empezar a vivir en esa energía de la vida buena que nos lleva a la solidaridad y respeto de todos, a sentir que nuestra dignidad es la dignidad de todos contra la brutalidad. La dignidad nos conduce a la libertad porque empieza con el respeto de uno mismo y el respeto del otro. Libertad no es hacer lo que se quiera, tanto en la libertad como en la vida existen límites que son los campos que pertenecen a los demás. La dignidad y libertad nos llevan a la justicia, a una justicia igual para todos, sin preferencias. No debe haber supremacías de abusos contra las minorías, pues la ley natural nos dice que la dignidad, libertad y justicia son la base de una vida buena para cada uno de nosotros, es decir, su conjunto, humanidad.

El camino de los seres humanos es dual mientras vivamos en el planeta Tierra, sin embargo, ese camino también es el camino de la solidaridad, generosidad, grandeza humana, donde la complejidad y diversidad florecen en todos los rincones de la tierra, creando filosofías, culturas, tradiciones para que las ideas de todos se mezclen y generen proyectos para un mayor bienestar y una mayor sabiduría.

 “El espíritu de la democracia no es algo mecánico, obtenible a través de aboliciones formales. Requiere un cambio en el corazón”.  “La no violencia es la fuerza más formidable que tiene la humanidad a su disposición. Es aún más poderosa que la más potente arma de destrucción ideada por el ingenio del hombre”. Mahatma Gandhi.


                                                              (foto de la web)


martes, 30 de mayo de 2023

Alquimia

A La ley de la naturaleza del universo es la misma ley para todo, aunque las sustancias sean diferentes, así pues, todo lo que existe, incluso la manifestación del planeta Tierra, está sometido a dicha ley.

El universo está en continuo movimiento, en continua evolución, así como nosotros, todo forma parte del proceso de la vida, ya sea mineral, vegetal, animal, todo está sometido a la trayectoria de la evolución cuya finalidad es volver, conscientemente, al lugar de donde procedemos, la luz.

El alquimista sabe que la virtud necesaria para llegar a dicha transmutación es la paciencia y la perseverancia. Hace muchos siglos, algunos seres humanos penetraron en los misterios de las leyes de la naturaleza del universo y comprendieron que cada ser humano tiene la capacidad de transmutarse, es decir, transformar la materia del ser humano en espíritu.

La clave está en la unidad, hay un componente común en todo, la esencia de la energía creadora, y el proceso evolutivo consiste en transmutar lo “impuro” en “puro”. La alquimia espiritual nos da la oportunidad de liberar nuestro fuego interior para que interfiera en nuestra materia y la libere de toxinas que tanto dolor nos producen.

La alquimia nos ayuda a tener conciencia del aprendizaje constante en la vida, disolviendo, purificando, comprendiendo nuestros componentes para abrir puertas que solo el deseo inquebrantable de sentir la luz puede lograr. Vivimos en un mundo de diversas realidades, unas se construyen con la nobleza de espíritu, otras se destruyen con la miseria moral, opciones que se nos presentan en la vida y elegimos la que mejor nos parece, ya que muchas veces somos miopes y sordos al mensaje de nuestra conciencia.

La alquimia está en relación con los opuestos, asume la multiplicidad para llegar a la unidad, el equilibrio, la armonía, que es la cualidad espiritual por excelencia. El útil necesario para la transmutación es la respiración. El aire es la fuerza que hace que las olas se levanten, que las hojas bailen, que las ideas vuelen; que los susurros sean vivos, que las palabras sean oídas, que las caricias sean sentidas; que los olores viajen a través del tiempo en forma de recuerdos… El aire forma parte de todo y nos acompaña durante nuestra travesía a través de la respiración.

El objetivo del alquimista es ennoblecer nuestra vida a través del movimiento de la conciencia como movimiento de luz –esencia de la luz primigenia que se encuentra contenida en todas partes–. Quedan muchos secretos de la vida y del universo por descubrir, todos están inscritos en el libro del aire que viaja sin cesar por nuestro planeta desde sus comienzos y, así será, hasta su final. El alquimista nos susurra invitándonos a detenernos un momento para reflexionar y descubrir los tesoros escondidos en el agua, en la arena, en el aire, en el fuego, en los bosques, en las montañas y principalmente en nuestra alma; la clave para la transmutación es desaprender lo aprendido, solo experimentando conscientemente el amor en nuestra vida podremos deambular por el camino de la luz.

Pasan los tiempos y quedan las memorias que circulan en el aire, nada es estático, todo es movimiento, no hay fronteras ni límites. Einstein decía: “todo es energía, y es todo lo que debemos comprender en la vida”. Energía que nos hace vibrar y nos ayuda a recuperar el olvido de quienes somos y de donde procedemos.

Misterios y secretos del universo que esperan ser descubiertos en nuestro laboratorio de alquimia, entre ellos recuperar a nuestro mejor amigo para que las alas le vuelvan a crecer y pueda emprender de nuevo el vuelo hacia la libertad de ser y existir conscientemente.

¡Que los vientos del pasado y del presente se junten para ofrecernos un nuevo canto del alma custodiado por los guardianes de las melodías de los dioses!

                                  (Amanecer Haleakala. Maui. Foto privada)

domingo, 30 de abril de 2023

Vivir sin sentido es un sinsentido

Como dice François Cheng: “Todo objetivo en la vida es el rayo de sol en un mar de tinieblas”.

El deseo de preguntar, buscar, comprender está implantado en nuestro ADN y forma parte del misterio evolutivo del ser humano.  La curiosidad que sentimos por los misterios es natural y el más grande de todos ellos es nuestro propio universo, cuando nos lanzamos de cabeza a nuestro abismo sin saber hacia dónde nos lleva, sentimos y comprendemos de inmediato las profundidades silenciosas de las leyes del alma, las leyes de la grandeza humana lo que nos ayuda a reajustar nuestra nueva visión de la vida con sabiduría, siguiendo las indicaciones que la intuición y el conocimiento nos brindan con sus palabras silenciosas.

El reto de intentar descifrar los códigos de nuestro universo es una tarea que requiere coraje y voluntad y como premio recibimos generosidad, compasión y empatía para vivir en el mundo que nos rodea. Dicho desafío nos ayuda a construir una hermosa vida cuya base es un diamante inquebrantable de valores necesarios para saber lo valiosas que son las vidas de las personas. El poder sin justicia es violencia, sabemos que las ideologías impuestas generan luchas de todos contra todos, lo que conlleva un cambio profundo e inmediato en la sociedad, estos perturbadores movimientos suelen ir acompañadas de atroces comportamientos.

No podemos traspasar el límite del respeto porque perderemos la humanidad para siempre. Vivimos momentos de gran miopía general en el mundo entero y a causa de su ceguera caminamos por la vida dando traspiés. No queremos ver las cosas como son y nos convencemos de que, si no vemos, no existe, aunque es un craso error, la ignorancia duerme en un plácido sueño de confort, siempre con consecuencias. Alzamos la voz pidiendo paz, igualdad, justicia, libertad, muchas veces sin saber por qué lo hacemos; nos unimos a movimientos que están de moda porque así nos sentimos parte de algo. Sin embargo, cuando comprendemos que los valores   requieren responsabilidad de cada uno de nosotros, nos damos media vuelta y nos alejamos. Este sinsentido nos conduce a una sequía atroz de valores éticos, lo que conlleva, sin remedio, al conflicto.

El sentido común, que debería ser el más común a los seres humanos, es el sentido que más ausente está en la vida. Los estandartes de confusión que algunos portan en la actualidad con orgullo solo traen latigazos de dolor, carecen de valores y pretenden que la sociedad se mire en un espejo que distorsiona la imagen de lo que es, un conjunto diverso y complejo de mujeres y hombres.

Nuestra sociedad está cambiando y el cambio debe ser bueno y justo para todos. La historia y sus tumultuosos azares nos ha demostrado que las crisis sociales tienen como base las crisis económicas, así lo podemos observar en ese espejo de época pretérita al que hemos sobrevivido pagando un altísimo precio de vidas cuyas últimas imágenes fueron de terror. Sabemos que la decadencia de cualquier pueblo surge cuando la división entre los seres humanos comienza a manifestarse de forma abrupta, cuando se impone ideologías que solo sirven a algunos en detrimento de otros, cuando se actúa por coacción y terror; los poseídos por la voluntad de poder no comprenden el camino de la grandeza al estar intoxicados de egoísmo y orgullo.

Como decía Max Jacobs: “El sentido común es el instinto de la verdad”, es dar sentido a la vida, es vivir en la grandeza de ser un ser humano.

El sentido común nos hace ver que es un sinsentido vivir como marionetas. No deberíamos aceptar la hipocresía y la mentira como parte de nuestra vida. No podemos perder de vista que el objetivo de todos es llegar a una convivencia plural y pacífica y esto se consigue a través de una labor conjunta de todos los seres humanos. 

Charles Dickens, en “La historia de dos ciudades”, escribió: “… Parecía que lo teníamos todo y no teníamos nada. Íbamos directamente hacia el cielo, pero nos extraviamos por el camino”.

¿Cómo podemos seguir escuchando a esas marionetas que tan seguras de ellas se creen? 

Sócrates nos susurra: “No puedo enseñar nada a nadie, solo puedo enseñarles a pensar”. Entre lo que piensa una persona y lo que dice hay un gran abismo, por eso el bien común va más allá del bien individual porque todos estamos incluidos, esto ya lo defendían los griegos y romanos.

El bien común genera grandeza humana cuyo desafío es oír el susurro del silencio: “no busques valores absolutos en el mundo relativo de la naturaleza”.


(Foto privada)

martes, 7 de marzo de 2023

Sentir la belleza para disfrutar el baile más hermoso de la vida

Somos dados a definir y a clasificar diferentes campos de nuestro cuerpo y ramas del conocimiento, pero nos olvidamos de lo esencial en nosotros que es el sentir. Solemos banalizar al cuerpo emocional dando prioridad a otros. Aún no hemos comprendido que somos unidad y que todo está entrelazado.

Estamos en una época donde el racionalismo es el jefe supremo, todo lo antiguo está equivocado y lo descartamos, aunque a través de los siglos siempre ha habido una vuelta hacia los clásicos donde muchas verdades siguen estando envueltas en papel de seda.

Sentir es profundizar en lo más hondo del ser, tirarse de cabeza al abismo interior para descubrir su sonido y belleza. Podemos sentir la caricia del aire, la belleza de las auroras, la sensación del agua en nuestra garganta, la música, la serenidad interior y la alegría. Todo es sentir tanto a nivel exterior como interior.

Una prueba de ello lo tenemos en la Naturaleza. La naturaleza siente y crea constantemente, siempre pone a nuestra disposición las semillas de la evolución. Hay personas que son sensibles a ello y lo ven, otras no, pero no ver algo no es una prueba de su existencia.

La naturaleza es creatividad pura. Cualquier cosa que nazca en la tierra, incluido los seres vivos, se quedará en la tierra, no olvidemos que nosotros estamos hechos de sus mismos elementos. La tierra es conciencia y produce todo lo que necesita el ser vivo que en ella habita.

Sentir nos pone en contacto con nuestra imaginación y a través de la creatividad personal concebimos arte. Todos somos artistas de nuestra vida, sin embargo, solo algunos osan crear su propio camino sin miedo a los obstáculos, así su obra inspirará a otros.

El arte es la manifestación de una idea que procede del interior del ser humano que desea expresar sus sentimientos, su visión de vida, su sentir. El arte está íntimamente ligado al sentimiento de su autor.

Muchas veces los genios se forjan mediante el dolor y el sufrimiento, pero renacen de sus angustias para crear auténticas y maravillosas obras de literatura, pintura, música… Esos genios son en realidad auténticos héroes porque no han sucumbido a su abismo personal. Han sentido esa vibración que se produce en el límite interior donde se descubren las cualidades interiores —intuición, imaginación, percepción, emoción, sentimiento, pensamiento, ideas—.

Sentir es una fuerza que acompaña a los valientes porque es un continuo levantarse y caerse, pero ellos saben escuchar la música de la confianza que resuena en su alma y que como una mano invisible los ayuda a proseguir su camino sin mirar atrás.  Esa sinfonía les afecta profundamente a tal punto que cambia sus vidas para siempre.

Sentir es experimentar en nuestro universo individual —interno y externo— un sonido, un olor, una caricia, la serenidad de un paseo cerca de un lago, la belleza del canto de los pájaros, el olor a fuego de hogar, unas palabras, la armonía de una sinfonía…— y es así como experimentamos la belleza.

La idea de belleza es subjetiva, cada ser ve y siente algo que los demás no pueden, recordemos que la enseñanza no puede transmitirse de un individuo a otro. La enseñanza debe ser experimentada individualmente. La belleza existe porque sentimos una vibración sublime de un sentimiento —la retina del espectador ha guardado esa imagen al sentir como su alma se ha elevado y un recuerdo ha golpeado su corazón—.

Sentir calladamente para oír el silencio de la música del cosmos. Las flores y las estrellas nos hablan de sus secretos, aunque guardan sus historias para aquellos que saben que el cielo y la tierra están dentro de ellos, escuchan en el silencio la sinfonía de la alegría para que su alma baile entre el perfume de las flores diurnas y nocturnas que elevan al cielo su fragancia para celebrar con los ángeles la alegría de que otro niño del universo ha escuchado la sinfonía y desea dejar su huella. 

La naturaleza con sus flores, árboles, lagos, ríos, mares, montañas, desiertos nos ofrece la libertad de ser originales, de capturar la belleza de lo que nos rodea, todo es movimiento, todo crece y evoluciona. La naturaleza es un mundo en eclosión y al mismo tiempo un mundo de ocultación, ya que la vida se genera en lo más profundo de la tierra y se manifiesta en los brotes que vemos.

Los genios y los sabios han sido seres solitarios que se encontraban en unión con la naturaleza y su observación les permitía comprender el milagro de la vida interior y exterior. Así pues, los sentidos son esenciales para iniciar el conocimiento y llegar a lo más profundo de nuestro ser. La naturaleza es nuestra maestra, nos enseña que debemos tener la cabeza en el cielo y los pies en la tierra para disfrutar plenamente de la vida.

El “cielo” es la sinfonía perfecta que se oye dentro del alma y la podemos manifestar a través de los sentimientos, emociones y acciones, dejando su impronta en notas musicales, en mármol, en lienzo, en papel o en el aire.

Vivimos en un mundo de diferentes lenguas, saberes, tradiciones, creados por la belleza del sentir individual que nos lleva a desear encontrar la verdad del conocimiento sublime.

En mi opinión, creo que Beethoven con su maravillosa novena sinfonía es un ejemplo de que sentir es pura belleza.

Himno de la alegría de la novena sinfonía de Beethoven, con el poema de Friedrich Schiller, nacido en 1759, Alemania.

¡Alegría, hermoso destello de los dioses, hija del Elíseo! / Ebrios de entusiasmo, entramos, / diosa celestial, en tu santuario. / Tu hechizo une de nuevo lo / que la acerba costumbre había separado; / todos los hombres vuelven a ser hermanos / allí donde tu suave ala se posa. / Aquel a que la suerte ha concedido / una amistad verdadera, / quien haya conquistado a una hermosa mujer, / ¡una su júbilo al nuestro! / Aún aquel que pueda llamar suya / siquiera a un alma sobre la tierra. / Más quien ni siquiera esto haya logrado, / ¡que se aleje llorando de esta hermandad! / Todos beben de alegría / en el seno de la Naturaleza. / Los buenos, los malos, / siguen su camino de rosas. / Nos dio besos y vino, / y un amigo fiel hasta la muerte; / lujuria por la vida le fue concedida al gusano / y al querubín la contemplación de Dios. / ¡Ante Dios! / Gozosos como vuelan sus soles / a través del formidable espacio celeste, / corred así, hermanos, por vuestro camino alegres / como el héroe hacia la victoria. / ¡Abrazaos millones de criaturas! / ¡Que un beso una al mundo entero! / Hermanos, sobre la bóveda estrellada / debe habitar un Padre amoroso. / ¿Os postráis, millones de criaturas? / ¿No presientes, oh mundo, a tu Creador? / Búscalo más arriba de la bóveda celeste / ¡Sobre las estrellas ha de habitar!

 

                                 (Texto de F. Schiller y foto de la web)


lunes, 6 de marzo de 2023

Poesía

 

Poesía, palabras que forman frases
que bailan o vagan a través del aire,
juegan con el viento y acarician a
las personas que recogen sus mensajes.

Mensajes de buena voluntad,
que crean una nueva percepción de la vida
a través del baile de palabras que acaricia el alma
y nos da esperanza para que el mundo
sea una realidad mágica.

Poesía es arte que crea sinfonías eternas
donde la tragedia da la bienvenida a la vida
alzando su voz con pasión y motivación,
“la vida es para vivir y aprender a ser feliz”.

Poesía, maravilloso instrumento
que nos hace reflexionar sobre
¿Qué es lo correcto y lo incorrecto?
Poesía que habla de profundas emociones
y profundos sentimientos vividos y muertos.

La poesía nos ayuda a compartir sentimientos
de amor y terror, de besos y puñales,
sentimientos inscritos en el alma
bajo una geometría sagrada.

Poesía de palabras que bailan con el viento,
en cielos claros que asoman en el universo
formado por estrellas, cometas y agujeros negros,
haciéndonos sentir la grandeza del Ser que ha creado
al planeta y al ser humano con su dignidad y fortaleza.

Poesía cantada, escrita, esculpida, pintada,
una flor, una mirada, una noche estrellada,
un cielo claro, una noche oscura,
todo forma parte de ese arte
de palabras que es el baile de la vida.

Todo pertenece a la poesía
porque es dicha y desdicha,
destinos que hay que vivir
para aprender a ser feliz.

Muerte, desgarro, dolor,
la poesía lo describe con amor,
profundo sentimiento del alma
que todos conocemos
y echamos de menos sin saberlo.

Hay sentimientos efímeros
y sentimientos eternos
que cada persona vive y siente,
al escribir su poema
como mejor le parece,
pero no podemos olvidar que la poesía
es para hacer crecer el alma,
con su luz y belleza,
abrazando encuentros y desencuentros
que nos dicen: la vida es corta para ser vilipendiada,
“la vida es para vivir y aprender a ser feliz”


 

(foto de la web)

 

jueves, 26 de enero de 2023

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

La vida con su encantamiento mágico entrelaza senderos que nos conduce a encontrar el camino del recuerdo.

Cuando caminamos y vemos nuestra sombra delante de nosotros, siempre la seguimos porque sentimos que nuestra espalda está protegida por un escudo de cálidos rayos cristalinos, presagio de suave primavera.

Ese suave presagio de primavera nos invita a dejar de ver el cielo azul entre barrotes para salir a la libertad y observar la belleza del universo vivo en las flores abiertas de los caminos que nos regalan su fragancia y belleza.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

La naturaleza siempre ha permitido que la razón y la imaginación de los seres humanos construyan un mundo mejor para todos; sin embargo, el mundo sigue estando en crisis y los seres humanos fragmentados por el egoísmo, la ambición de poder y el terror como medio de imposición, lo que ha creado fisuras en el alma y profundas heridas.

Hemos perdido el sentido mismo de nuestra existencia al dejar de mirar al cielo azul, lugar de belleza y armonía, que como un espejo se refleja a cada instante en la tierra, para recordarnos que nuestra existencia puede ser auténtica si vivimos con valores y valentía o falsa si vivimos bajo el engaño y las apariencias.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

El deseo de vivir se acompaña de un deseo de belleza y alegría. Vivimos sin comprender la vida. La vida no solo es un espacio temporal limitado por el reloj del tiempo. La vida es mucho más. La vida es la aventura del espíritu y la magnificencia de la tierra florida que cada cuerpo puede observar.

La vida es buscar, buscar, buscar, ser nómadas y amigos del viento, caminar por vergeles y desiertos donde encontraremos piedras preciosas y pedruscos, así como a otros caminantes que nos acompañarán y después de un cierto momento seguirán su propio camino. Unos nos dejarán huella con sus ideas, otros con el amor de su corazón y otros con sus violencias.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

El horizonte se ha abierto para que podamos viajar al mundo sensible y gozar de la delicadeza de una gota de agua que crea un río en el cristal de la ventana cuando el otoño nos da la bienvenida.

Las enseñanzas en el templo de las Musas nos obsequiaron con el conocimiento de que la humanidad es un conjunto de hombres y mujeres libres —individuales, diferentes, irrepetibles—, que están en el mundo para hacer cosas, crear y buscar una nueva visión de la vida asumiendo su libertad —errores, falta de certeza, miedo, angustias—. Hay una fuerza dentro de cada ser que despierta cuando los humanos se pierden y se encuentran. Esa fuerza es la que hace que valga la pena vivir, la que marca un sentido, abandonar la hipocresía y la mentira para ir en busca de la verdad y alegría.

Nuestros antepasados comprendieron que la vida es un desafío de los dioses, el ser humano debe descifrar el enigma del espíritu que se encuentra en la movilidad e inmovilidad del cielo azul que se esconde bajo nuestra piel.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

Mirando mi sombra y sintiendo los cálidos rayos del sol que hacen funcionar las ruedas de mi corazón, me doy cuenta de que podemos estar en la ciudad del olvido recordando que somos caminantes en una tierra de sueños y podemos escribir con mano firme el destino de los ideales que sentimos.

En la ciudad del recuerdo, la vida guarda un tesoro envuelto en seda, la sabiduría y el conocimiento. En este viaje del olvido al recuerdo, la vida nos acompaña siempre en nuestro camino, porque la vida somos nosotros mismos.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…



jueves, 5 de enero de 2023

La libertad del espíritu

Confucio dijo: "la naturaleza hace a los hombres parecidos, la vida los hace diferentes".

El horizonte se ha abierto para que la primavera nos embriague con su luz, fragancia y belleza. Esa sensación de frescor nos impulsa a volar para ir al encuentro de nuestros deseos más profundos que se multiplican como setas.  ¿Qué haríamos sin deseos? Sobreviviríamos a una existencia llena de apatía que apaga el sentido de la vida.

Todos llevamos en nuestro interior un baúl lleno de ideas   preconcebidas que nos empujan al juicio cuando alguien no piensa ni actúa como nosotros. Sin embargo, todos llevamos una verdad inherente a nosotros mismos y tenemos miedo de faltar a esa verdad, no solo ya de palabras, sino de comportamiento, aunque sea inconscientemente. Dicha verdad está regida por un mandamiento superior de valores humanos como justicia, respeto, libertad, integridad y solidaridad, los cuales olvidamos con frecuencia debido al autoengaño. Nos ilusionamos suponiendo que, si nos ponemos la capa mágica, podemos cambiar en un día, que todo se disolverá y volveremos a empezar otra nueva historia.

Las creencias siempre han estado unidas al ser humano —Naturaleza, Luz, Dios, Allah, Yahvé, Zoroastro, Buda, Wakan Tanka…—, necesitamos creer en algo. Cada uno lo llamará como lo sienta, esto no tiene importancia porque no es lo importante. Lo esencial es creer en los valores y en la fuerza que de ellos se desprende para usar ese impulso y mejorar la imagen de nosotros mismos al ser proclives al análisis de crear el bien.

Estamos en el mundo para hacer, para crear algo bueno, para cumplir un destino, para conocer nuestra alma. Cuando seguimos nuestros ideales, un nuevo flujo de alegría nos guía porque asumimos nuestra libertad, nuestra falta de certezas, nuestros errores y nuestras angustias, todo forma parte de nuestra vida y aunque siempre volvamos al camino con nuevos compañeros de viaje, seremos diferentes porque aprendemos de nuestra experiencia y no nos escondemos bajo el paraguas de las excusas.

Cuando vivimos bajo la sombra de la coacción es cuando a hermandad de la humanidad se desgrana bajo el terror. Los problemas humanos no se solucionan con imposiciones ni armas. Construimos templos de ladrillos para marcar la diferencia en las creencias; al principio se construyeron para albergar a personas que deseaban momentos de paz, compartir con otros su generosidad o buscaban el perdón. Con el tiempo el ansia de poder destruyó la esencia de la inocencia y de la verdad. Con gran pérdida para la humanidad nos olvidamos de nuestro templo interior, el sanctasanctórum, lugar sagrado donde los antiguos lo situaban en lo más profundo del templo porque unía el cielo y la tierra.

Las religiones fueron instauradas por seres humanos, siendo su poder muy codiciado, generando guerras de religiones donde se ha masacrado a millones de seres humanos en nombre de Dios. Esa guerra es una lucha entre egos ciegos, egoístas e ignorantes que aún no saben que nada saben; esos egos ganan batallas a través del terror y del miedo, sin embargo, los valores humanos florecen con la primavera cada año y su fuerza y belleza hacen que su simiente sea eterna.

Creer en el amor, respeto, dignidad, humanidad es sentir la savia de la vida al usar la cereza de la bondad para defender la paz del mundo y la libertad del espíritu.