Cada día nos bombardean con noticias, fotos, vídeos de horrores, masacres y sufrimiento humano, ¿no se cansan los causantes de tanta maldad y crueldad de alimentarse de tanto odio, resentimiento, frustración, agresividad?
Vivimos en un mundo dual, bien/mal; amor/odio; tolerancia/intolerancia... pero en realidad todo se reduce a BIEN Y MAL, dependiendo del bando que hayamos elegido.
El BIEN es un sentimiento ligero, tierno y dulce, fluye como el agua del río, es positivo y alegre, infinito no se puede almacenar ni comprar ni vender, solo se siente en nuestro interior y los demás lo perciben porque a nuestro alrededor se sienten bien y a gusto. Cuando estamos en el BIEN construimos en nosotros mismos y para los demás.
EL MAL es un sentimiento duro, esta frase: "tienes el corazón más duro que una piedra", la hemos oído todos miles de veces.
El sentimiento duro solo trae problemas para uno mismo y para los demás, "cuando haces el mal te lo haces a ti mismo y a los demás", es como un veneno, puede hacer mucho daño y puede matar, pero es pequeño y se puede guardar en un frasco y éste lo podemos guardar en el fondo de un armario o bien destruirlo. El mal lo podemos combatir con amor, con tolerancia. Una piedra se puede romper con un martillo.
Aunque sea difícil de aceptar, todos los humanos aspiramos a la serenidad, a la alegría, a ver crecer a nuestros hijos, tener trabajo, un hogar, poder cubrir nuestras necesidades primarias y vivir con dignidad.
Las personas que se alimentan del MAL, de sentimientos duros sufren mucho y hacen sufrir muchísimo a otras personas, esas personas no saben o no quieren aceptar que ellas también pueden aspirar a tener dignidad y a vivir en serenidad. Son conscientes de que las han perdido así como los valores del ser humano, integridad, honradez, honor... aunque si quisieran los podrían recuperar, solo hace falta tener ganas de abandonar esos sentimientos duros. Muchas de esas personas viven en tal miseria física y moral que su única esperanza es la muerte y como sienten tanto odio hacia ellos mismos y hacia los demás, se dedican a masacrar a LA VIDA.
Los pueblos sufren de dos cosas: ausencia de memoria y ceguera.
Ausencia de memoria, nos vendría muy bien a todos recordar nuestro pasado y observar el presente, todos somos hijos de nuestros antepasados y el denominador común de la humanidad es LA GUERRA y el sufrimiento. La ceguera es un resorte sombrío del alma humana, no querer ver ni aceptar lo que pasa a nuestro alrededor ni en el mundo y no querer buscar soluciones reales para que todos podamos vivir en paz y en tolerancia. Los hombres que gobiernan el mundo, los que tienen en sus manos las vidas de millones de personas deberían aprender lo que significa el HONOR a ser leales, a pensar en el pueblo y en su bienestar y hacer lo imposible para que la confianza que se ha depositado en ellos no se marchite.
El camino de la LIBERTAD es el camino de la grandeza humana, del honor, de la paz, de la alegría, dejando a un lado la vulgaridad, la mediocridad y la agresividad que en este momento son nuestro estandarte, esto no conduce a nada sino al aniquilamiento humano y planetario.
La grandeza humana está en la fuerza interior de los seres humanos, es la que nos empuja a avanzar hacia el BIEN, hacia sentimientos ligeros y tiernos, en las acciones positivas hacia uno mismo y hacia los demás. Para vencer al enemigo tenemos que JAMAS parecernos a él.
Debemos crear y no destruir, debemos volver a la naturaleza, a los valores reales del ser y de la vida, honestidad, respeto, confianza, integridad, honor, lealtad...aunque hoy en día estos conceptos parecen ciencia ficción. Debemos valorar lo que poseemos y no desear lo que no poseemos, así avanzaremos hacia adelante.
Si somos capaces de ir rompiendo apegos materiales, conceptos erróneos que nos atan a ideas preconcebidas, a respetar a los demás y a nosotros mismos empezaremos a construir el camino hacia la libertad y la paz.
El camino de la LIBERTAD se construyen día a día, cada uno de nosotros podemos aportar algo para que ese camino se haga realidad.
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