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Ahimsa es vida

viernes, 19 de enero de 2018

La Tribu milenaria

En el comienzo de los tiempos cuando el amor estaba inscrito con letras de fuego en el corazón de todos los hombres, existía una sola Tribu llamada Humanidad que, poco a poco, se fue diseminando  a través de nuestra querida Madre Tierra.

Esta Tribu es única y extraordinaria, compleja y bella por su amalgama de peculiaridades, colores, creencias, culturas, formas de pensar…

Al nacer, traemos como herencia letras de fuego marcadas en nuestro corazón “libertad” y somos depositarios de ese don para alcanzar el objetivo final, ayudar a los demás y a nuestra comunidad creando así un bienestar sociológico y espiritual.

Desde que nuestra Tribu nació, siempre han existido “jefes pacíficos y jefes belicosos”, unos han creado la paz y el progreso y otros han creado destrucción y  caos en su propio provecho. Nuestras almas guardan las cicatrices de esas barbaries, de ver como se marchitan nuestros derechos humanos y renace la violencia.

Mientras gobierna un “jefe pacífico”, el progreso y la sociedad van en la misma dirección; se cosecha bienestar y se recogen los frutos en educación, cultura y respeto. Cada nativo tiene su derecho a vivir su propia aventura.

Cuando gobierna un  “jefe belicoso”, las consecuencias de su mandato son como una onda expansiva que se extiende por todo el planeta, debido al afán de dominar y a la injusticia; ocasionando una alteración del orden establecido y tocando a cada uno de los miembros de la Humanidad, sacando lo peor de muchas personas y llevando a la muerte y al sufrimiento a miles de inocentes.  
De todos es sabido que gran parte de la Humanidad vive en la miseria donde el sufrimiento es el aire que se respira; muchas veces no somos capaces de medir la fuerza que el hambre y el dolor pueden proporcionar.  Personas que cierran sus ojos para no ver más crueldad y luchan por no  abrirlos porque no hay ni siquiera un tal vez; la esperanza es un sueño de alto riesgo que nace en los corazones heridos y que sirve como bálsamo para aliviar esas heridas en un escenario hostil y violento que no tiene fin.

Se crean leyes y normas para que todos podamos cumplirlas –aunque no siempre es así-. El objetivo de cualquier sociedad es la libertad, reconocer y aceptar las diferencias, las minorías, las culturas, las razas. Los políticos deben dirigir y contribuir para lograr ese respeto. Todos buscamos seguridad, reconocimiento y pertenecer a un clan que nos respete y proteja porque es nuestro derecho.

Esa llama que arde en los  corazones de los hombres y mujeres, con mayor o menor intensidad, es la que nos ayudará a reconstruir este mundo que cada día se derrumba un poco más. Sabemos que hemos reconstruido una y otra vez sobre ruinas y sus vestigios nos recuerdan otros tiempos de los que tenemos que aprender y no olvidar.

Las palabras simples, los gestos amables, las miradas honestas tejen luz de armonía y serenidad entre todos los nativos de esta Tribu milenaria a la que todos pertenecemos. Busquemos la paz y alejémonos de la violencia. Hay muchas lágrimas derramadas en el mundo y aunque se sequen quedan los suspiros que nunca se irán. Dejemos que el fuego de nuestra alma nos devuelva el Amor, que el perdón nos de esperanza y la confianza bienestar.
   (imágenes google)

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