Estrellas
de nácar que cabalgan por el cielo, iluminando las sombras aquí abajo, mirando con desconsuelo y amargura la matanza
entre hermanos.
Estrellas
de nácar que absorben las nieblas de las sombras de los que cabalgan por las
tinieblas cuando se dirigen al campo de batalla, donde solo se ven cuerpos
destrozados, se oyen gritos de terror que algunas sombras rematan sin compasión.
Las
sombras de las tinieblas cabalgan de noche, ebrios de violencia porque han
masacrado a inocentes, pero al amanecer, los implacables rayos del sol escenifican
un espejismo –las huestes llegan a casa
y ven con horror el mismo escenario que ellos dejaron: huesos esparcidos de sus
hijos, mujeres, padres y amigos, aquí no hay gritos de dolor porque también
fueron ahogados sin compasión. Las sombras aúllan su dolor y odio, jurando venganza-.
Estrellas
de nácar que absorben la oscuridad de los sueños y hacen sentir a los verdugos
el miedo y la cobardía que esconden en su fuerza bruta y viles espadas.
Verdugos que beben con sangre de inocentes la victoria, ignorando que su guerra
acaba de empezar y dejará una huella incapaz de borrar. Los que ellos mataron
eran los hijos de estos que ahora se cobran su venganza. Ellos también lloraron
a sus seres queridos, ¡cuántas vidas se han perdido!
Las
sombras de la violencia se visten con frías armaduras porque han enterrado su
corazón, pero han olvidado que la chispa del amor que todos llevamos en el
corazón jamás se apaga y prenderá de nuevo cuando estén preparados para amar y
no odiar, para respetar y no despreciar.
Las
estrellas de nácar volverán a visitar en sueños a los jinetes que juraron
vendetta y les ayudarán a comprender que la violencia, la venganza, el odio, son
un boomerang que toca a todos, tanto al que lo lanza como al que lo recibe.
“Después
de mucho cabalgar sin rumbo, dolidos en sus almas y cansados por los implacables rayos del sol que
les hacen sentir que no hay sosiego en la vendetta, los dos bandos de las frías armaduras se
encontraron, solo se veía el odio en sus ojos y se sentía la violencia en sus
manos. El aire les trajo llantos y voces de sus familiares pidiendo paz para poder
ellos descansar, pero antes, los dos bandos deberían firmar la paz, solo así
sus muertes podrían servir de lección.
Los
dos bandos se miraron y por primera vez, vieron que todos eran seres humanos. En sus ojos nació una chispa y
en su corazón una alegre melodía, el perdón. Juntos buscaron un lugar donde
descansar sus cansadas almas y enterrar para siempre sus armas y vivir entre
hermanos”.
Durante
la noche algunas aves salieron para dar una serenata a las estrellas de nácar hasta
que la luz las escondió y los rayos del sol calentaron de nuevo el corazón de
los cansados guerreros que descubrieron que
el espejismo de la violencia que vivieron solo era un mal sueño en el que aprendieron
que el verdugo del odio no existe si en el
corazón la chispa del amor ha prendido para siempre jamás.
Una
estrella brillante en el cielo les confirmará que los sueños son enseñanzas para
aprender a vivir y no a matar.
(Imagen de google)
No hay comentarios:
Publicar un comentario