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Ahimsa es vida

sábado, 6 de julio de 2019

La Paz como bálsamo que sana

La Paz genera bienestar y futuro a la gran mayoría de los ciudadanos, pero según parece la paz genera muy poco dinero a unos cuantos. Algunos de los que tienen el poder de dirigir los países tienen la enfermedad de la avaricia y codicia, solo piensan en acumular más y más poder y nunca están satisfechos. La gran mayoría de las personas desean la paz pero muchas voces están silenciadas, por eso la voz de la paz grita una vez más que para una convivencia pacífica se necesita paz y no armas para quitar vidas.

La paz y la guerra son dos mundos diferentes, opuestos en violentos contrastes. Las guerras son creaciones diabólicas de seres que solo se alimentan de odio, codicia y venganza. La paz es una actitud individual ante la vida y como creía Pitágoras y otros muchos sabios  “con la paz se puede llegar a crear una ciudad ideal y justa, siempre que sus dirigentes antepongan el bienestar de los ciudadanos a los suyos propios”.  La paz se siente en la profundidad de nuestra carne y tenemos que formar parte de ella si queremos vivir en medio de la abundancia, serenidad, bienestar y libertad.

La lucha entre esos dos mundos de contrastes violetos debe acabar. Este trágico conflicto no puede tener como solución más armas, más guerras, más muertes, más éxodos, más crueldad…; para solucionar este conflicto los gobernantes, políticos, financieros, religiosos deben implicarse seriamente  en un compromiso real y sincero, anteponiendo la vida y el respeto de cualquier ser humano al poder o al dinero.

La crisis humanitaria que en estos momentos padece el mundo es atroz  debido -entre otros muchos conflictos-, al gran éxodo de cientos de miles  de seres humanos que se encuentran en un estado de desesperación profundo porque sienten que su vida no vale nada, no tienen presente ni futuro, y, su pasado es un infierno del que han preferido huir y morir antes de seguir viviendo entre aves carroñeras. No podemos olvidar a todas esas personas que han dejado sus vidas luchando por encontrar un mundo mejor y debemos rendirles homenaje por su fortaleza y determinación; a las personas que han logrado llegar a un destino, tenemos la responsabilidad y obligación de ayudarlas y no podemos abandonarlas encerrándolas  en campos de refugiados donde la miseria, la violación y el hambre son los reyes absolutos. Ya han sufrido bastante las consecuencias de las decisiones de los que han generado las guerras. Todos los refugiados tienen el derecho a ser respetados y a tener una vida digna.

Sin justicia social no se puede crear una sociedad justa ni próspera, es necesario que todos los seres humanos tengamos las necesidades primarias cubiertas -trabajo, casa, sanidad, educación, seguridad, libertad-,  para que podamos vivir, aprender y seguir evolucionando, y, los responsables para conseguir dicha justicia social son los dirigentes que tienen la obligación y responsabilidad de cuidar y proteger a todos los ciudadanos y no solo hacer justicia social en favor de unos cuantos.


La voz de la paz se oye en todos los rincones del planeta porque es llevada por el aire que todo atraviesa, y, dice ¡BASTA!, a tanta violencia y crueldad. Es el momento de que el bálsamo de la paz cure las heridas del alma de todos los seres humanos para  vivir con dignidad, respeto, justicia y libertad en cualquier rincón del planeta porque todos somos ciudadanos de la Madre Tierra. 


                                               Foto de la red

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