No habrá paz en el mundo
hasta que la paz no forme parte de nuestra vida. No podemos intentar cambiar al
mundo si nosotros mismos no cambiamos.
Paz, noble concepto
que a todos nos atrae y creemos
comprender aunque para muchos sea una noción abstracta e imposible de lograr.
Deseamos la Paz pero no hacemos lo suficiente para que ella sea la base de una
convivencia armoniosa entre seres humanos y naturaleza. Deseamos que la palabra
Paz no solo se oiga en todos los rincones del planeta sino que su sentido
profundo emerja para zanjar las guerras y conflictos que forman parte del aire
que respiramos. Paz, no solo es ausencia de conflicto, es la actitud de lucha
no violenta por la vida. Como decía Mahatma Gandhi: "la Paz es el camino",
lo que significa que cada paso que damos debe ser sincero, consciente y
coherente con nuestros pensamientos, palabras y acciones.
En el cuerpo mental es
donde se originan las ideas, baile de llamas con colores cambiantes –positivas
y negativas, creativas y destructivas–. Estas ideas se transforman en palabras sabias,
vacías, hirientes y como consecuencia en acciones positivas, negativas y violentas.
Los pilares de AHIMSA -palabra
sánscrita que significa "no violencia"- son: paz, sabiduría, luz, verdad
y amor.
Así como el cuerpo
biológico necesita alimentos, el alma –fuerza vital–, necesita nutrientes de
valores como respeto, justicia, libertad, tolerancia, solidaridad, compasión, perdón
para que vivamos en armonía de acuerdo a la ley universal de la sabiduría.
La Paz es una fuerza serena
y firme que nos proporciona “sabiduría” –herencia de nuestros antepasados– que
nos hace sentir y vibrar la riqueza que existe en la diversidad de aptitudes, aspectos
y atributos de la Humanidad, riqueza que hay que proteger y disfrutar. La Paz con su “luz” enciende la llama del corazón que con sus colores brillantes transforma
el escenario decorado con tonos grises de nuestra existencia. La Paz nos lleva
a encontrar nuestra “verdad” porque nos enseña a dudar y a dudar para seguir
investigando en nuestro interior, proporcionándonos coraje y valor para salir
de la influencia del ego. La Paz reside en el corazón, símbolo del “amor”, principal
nutriente de la fuerza vital, necesario para existir y ser. Para poder sentir y
vibrar a través de estos cinco pilares necesitamos la meditación, útil imprescindible
que nos hace tocar nuestra conciencia y nuestra alma.
Vivimos volcados hacia el
exterior, pero ya es hora de volver al origen de nuestra esencia y sentir su perfume
hecho de la unión de dos ingredientes mágicos el amor y el respeto. Una de las actitudes más negativas y
con más repercusión sobre nosotros y nuestro entorno es la inercia de un
comportamiento pasivo. Todos conocemos las consecuencias de la violencia. Es hora
de parar esa pandemia y volver a ser más sensibles a los atributos espirituales
donde la agresividad cede ante la ternura y el orgullo cede ante la humildad.
Luchemos todos en AHIMSA,
la no violencia, para erradicar la ignorancia, la crueldad y la violencia,
incluso, el espíritu del mal necesita
encontrar sosiego y serenidad.
La paz tiene su propio
latido, la felicidad, para sentirla debemos formar parte de ella.
(Foto privada)
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