La arrogancia es peligrosa y somete con amenazas a la gente a través del miedo; nos postramos ante ella porque nos sentimos débiles, frágiles, indefensos ante las consecuencias. Sin embargo, los países amenazados deben unirse para hacer un frente común de fuerza a esas amenazas.
Echando una mirada al pasado
y al presente, observamos que la puerta de la libertad sigue en pie. La puerta
de la libertad —vida, paz, compasión, amabilidad, dignidad y respeto— está
construida por los deseos más profundos de los seres humanos que buscan el
bienestar general. Esta puerta es indestructible pese a los ataques de los
nuevos gobiernos totalitarios, donde el diálogo político no existe y se
aterroriza a la sociedad. La soberbia y la crueldad ganan batallas inmediatas,
pero la libertad siempre saldrá victoriosa al final, porque la fuerza del
espíritu que cada ser humano posee es más poderosa, pues es fuente de
vida.
En este mundo globalizado,
los gobiernos arrogantes tienen por objetivo unificar en una sola regencia el
poder del planeta y esto se consigue anulando la libertad y la dignidad de los
seres humanos.
Ante las atrocidades a las
que asistimos, no podemos ser indiferentes; debemos alzar la voz por aquellas
personas que no pueden y por nosotros mismos; es intolerable estas matanzas que
hay en todos los continentes del mundo. Nos dirigimos hacia el abismo, hacia un
mundo de estatuas de barro.
Los gobernantes poderosos
creen que tienen el derecho de arrebatar vidas y de anexionar territorios
porque su política expansionista y absolutista lo dice; no olvidemos cuál es su
objetivo. Un ejemplo lo tenemos con la IA, recordemos que detrás de ella hay
humanos que todo desean controlar. Nuestra identidad profunda, nuestra libertad
y libre pensamiento se están enterrando en subsuelos de rejas para que nuestra
conciencia permanezca dominada. Estos tiranos ignorantes no saben que la
libertad y la conciencia vuelan, porque son la fuerza de vida en el universo y
en la tierra, y jamás serán dominadas.
En estos momentos, el poder
del materialismo ha desbancado al poder humanitario, a los derechos civiles, a los
derechos internacionales, a los compromisos de paz. Estos autócratas se creen
intocables; sin embargo, la puerta de la libertad cada día se hace más grande
porque los partidarios de la NO VIOLENCIA tocan los corazones sensibles de los
humanos que luchan por la paz y cuyo eco hace vibrar a otros corazones.
El grito de sí a la vida, sí
a la paz, sí a la convivencia, sí a las culturas, sí a la humanidad, es el
grito de la humanidad unida, contra el terrible sinsentido de nuestro actual
escenario. Si perdemos nuestra humanidad
y valores, perderemos el sentido y el control de nuestra vida, para entregarlo
a los devoradores de libertad, que violentan las leyes según les plazca,
aniquilando culturas, tradiciones, conocimiento y saber para someternos bajo la
bandera unicolor, el poder planetario.
Vivimos en un planeta
precioso donde todos cabemos, cada uno con su cultura, su tradición, su forma
de pensar. Somos una humanidad múltiple, diversa y esa es nuestra riqueza. Tenemos que alzar la voz de la NO VIOLENCIA
para recuperar el orden, la vida, la dignidad, la libertad.
La voz de los silenciados
vuelve a oírse con más fuerza; no se permitirá aniquilar a más pueblos,
culturas, tradiciones para obtener más poder y control. Los que esculpen al
monstruo de mil cabezas para destruir el planeta y a la humanidad deben saber
que al final serán ellos los devorados.
El planeta no puede poseerse,
forma parte del universo y seguirá así eternamente; en cambio, el ser humano
pertenece a la tierra, es efímero, frágil y con una corta vida, y a la hora de
partir no se llevará ni su nombre.
Pacifiquemos las relaciones
entre los humanos para entrar por la puerta de la libertad junto a los
partidarios de la NO VIOLENCIA y mejorar nuestra vida, creando nuevos
escenarios de paz.