Desde lo más profundo del océano
se oyó el canto de una caracola,
notas de alegría jugaron con la brisa
creando olas
que acarician los pies
del que camina por la orilla.
¡Quiero Luz!,
gritó mi alma abatida
al transitar
por la densa niebla de la vida,
sin ver hacia dónde se dirigía.
Tristeza errante sentía,
sin embargo,
oyó, ¡sigue adelante!
El abrazo de unas alas
la llevaron por muchos caminos
de destinos inciertos,
tomó conciencia
del devenir de su existencia.
bailaron
dejando caer sus hojas blancas
como reverencia
a los ancestros que la acompañaban.
El tiempo se ha parado,
el silencio la invitó
a revivir sus recuerdos,
entre ellos,
cuando caminaba por la orilla
mojando sus pies
en la espuma de las olas,
oyendo el alegre y profundo
canto de una caracola.
El tic-tac volverá a sonar
en el momento
donde el alma vea
posibilidades y destinos
y vuelva a recordar
que la Luz siempre está,
que nunca se apaga mientras caminamos
por la densa niebla de la
existencia.
*****
nos ofrecen preciosas baladas
desde el profundo océano de las aguas,
a través del canto de una caracola
para que los caminantes de la vida
recuerden su canción y bailen en la
orilla.
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