He aquí la historia del Señor A, que debido a su insatisfacción interior decidió ir a descubrir Su Verdad.
El señor A dejó a su familia, amigos, posesiones, trabajo y se fue a un país donde se suponía que iba a encontrar su paz interior, su Verdad, su Espíritu. Dio muchas vueltas, norte, sur, este y oeste... habló con muchos pretendidos "sabios" pero seguía con esa insatisfacción interior y sin respuestas a esas preguntas de su conciencia, sentía cada vez más fuerte el brío de seguir buscando Su Verdad.
Un día, caminando tranquilamente por una calle abarrotada de gente, se encontró frente a frente con una persona que le miró y supo instantáneamente que esa persona había encontrado su Verdad, su Paz interior, Verdad y Paz que él tanto anhelaba, esa persona anónima tenía unos ojos que resplandecían con luz propia, ojos brillantes, llenos de vida y sonrisa serena.
El señor A se aventuró a hablar con él y después de un corto diálogo le hizo la pregunta del millón, ¿cómo has encontrado tu Verdad y Paz interior?, veo que tus ojos brillan con luz propia..., mis ojos están apagados porque no encuentro mi Verdad, la llevo buscando desde hace mucho tiempo y he recorrido medio mundo... pero aún sigo sin encontrarla.
Esa persona humilde, sencilla, sin ánimo de convencer y sin pretensiones le contestó que la Verdad y la Paz solamente residen en su Espíritu, en su interior. Solo tienes que descubrirlo. ¿Y cómo lo hago? he viajado de norte a sur y de este a oeste... le comentó el señor A, completamente perdido... "La respuesta te vendrá en el momento oportuno, cuando estés dispuesto a enfrentarte contigo mismo, a tus miedos y apegos tanto emocionales como materiales, y estés preparado para escuchar al silencio, solo en el silencio podrás escuchar la voz de tu Espíritu... pasa tiempo contigo mismo, observa tus emociones, haz un balance de tu vida, céntrate y reflexiona".
El Señor A se quedó perplejo, sin comprender nada, vio como se alejaba esa persona y no pudo hacer nada, se volvió a quedar solo, con sus pensamientos y sus dudas.
Después de reflexionar un tiempo, decidió pasar un tiempo consigo mismo para descubrir quien era y de pronto tomó conciencia de que empezaba a observarse sin juicios y esto le llevó a abrir su baúl de los recuerdos lleno de sus vivencias y experiencias, hasta que adivinó que se había olvidado de sí mismo. Su vida se había estructurado bajo unas normas que no eran las suyas sino las de otras personas, solo había hecho lo que le habían dicho que hiciera, vivía la vida de otras personas. En ese momento comprendió que para sentir Paz hay que vivir nuestra vida, la que nosotros creamos y realizó que el Espíritu es la paz interior y solo se encuentra en el interior de cada uno de nosotros.
Así mismo comprendió que esa persona sencilla y anónima, sin pretensiones le había dado una lección incalculable de HUMILDAD. La humildad va de la mano de la alegría, de la paz y de la serenidad en nosotros mismos y en nuestras acciones, no necesitamos etiquetas para que nos respeten o nos quieran.
El señor A, volvió a su país y se dio cuenta de que no era necesario liquidar sus pertenencias para encontrar Su Verdad, ya que esas posesiones materiales forman parte de su vida exterior y le hacen la vida agradable. Los bienes no son el problema, los bienes no se aferran a nosotros, somos nosotros los que nos aferramos a ellos creando apegos y esclavitud a los bienes materiales.
El señor A se sentía profundamente religioso, iba a su iglesia, ayudaba a su congregación, ayudaba a los demás... cumplía a rajatabla con todas las normas y preceptos que le habían impuesto en su casa ya que su familia era muy religiosa. El señor A era una persona muy curiosa, desde pequeño leía todo lo que caía en sus manos, a medida que iba creciendo también crecía su insatisfacción interior, y poco a poco, empezó a indagar en otras culturas y religiones, sentía que algo se le escapaba... hasta que entendió que no comprendía el significado real de "El Espíritu", esencia común a todas las religiones. ¿Qué es el Espíritu? se preguntaba una y otra vez. Esa incomprensión le hizo sentir incómodo frente a las preguntas de su consciencia; también empezó a sentir el hormigueo interior que proporciona la búsqueda de la Verdad, millones de verdades que hay dentro de cada uno de nosotros y esa búsqueda de nuestra Verdad es la que nos hace avanzar. Después de reflexionar, decidió partir en busca de Su Verdad.
El señor A dejó a su familia, amigos, posesiones, trabajo y se fue a un país donde se suponía que iba a encontrar su paz interior, su Verdad, su Espíritu. Dio muchas vueltas, norte, sur, este y oeste... habló con muchos pretendidos "sabios" pero seguía con esa insatisfacción interior y sin respuestas a esas preguntas de su conciencia, sentía cada vez más fuerte el brío de seguir buscando Su Verdad.
Un día, caminando tranquilamente por una calle abarrotada de gente, se encontró frente a frente con una persona que le miró y supo instantáneamente que esa persona había encontrado su Verdad, su Paz interior, Verdad y Paz que él tanto anhelaba, esa persona anónima tenía unos ojos que resplandecían con luz propia, ojos brillantes, llenos de vida y sonrisa serena.
El señor A se aventuró a hablar con él y después de un corto diálogo le hizo la pregunta del millón, ¿cómo has encontrado tu Verdad y Paz interior?, veo que tus ojos brillan con luz propia..., mis ojos están apagados porque no encuentro mi Verdad, la llevo buscando desde hace mucho tiempo y he recorrido medio mundo... pero aún sigo sin encontrarla.
Esa persona humilde, sencilla, sin ánimo de convencer y sin pretensiones le contestó que la Verdad y la Paz solamente residen en su Espíritu, en su interior. Solo tienes que descubrirlo. ¿Y cómo lo hago? he viajado de norte a sur y de este a oeste... le comentó el señor A, completamente perdido... "La respuesta te vendrá en el momento oportuno, cuando estés dispuesto a enfrentarte contigo mismo, a tus miedos y apegos tanto emocionales como materiales, y estés preparado para escuchar al silencio, solo en el silencio podrás escuchar la voz de tu Espíritu... pasa tiempo contigo mismo, observa tus emociones, haz un balance de tu vida, céntrate y reflexiona".
El Señor A se quedó perplejo, sin comprender nada, vio como se alejaba esa persona y no pudo hacer nada, se volvió a quedar solo, con sus pensamientos y sus dudas.
Después de reflexionar un tiempo, decidió pasar un tiempo consigo mismo para descubrir quien era y de pronto tomó conciencia de que empezaba a observarse sin juicios y esto le llevó a abrir su baúl de los recuerdos lleno de sus vivencias y experiencias, hasta que adivinó que se había olvidado de sí mismo. Su vida se había estructurado bajo unas normas que no eran las suyas sino las de otras personas, solo había hecho lo que le habían dicho que hiciera, vivía la vida de otras personas. En ese momento comprendió que para sentir Paz hay que vivir nuestra vida, la que nosotros creamos y realizó que el Espíritu es la paz interior y solo se encuentra en el interior de cada uno de nosotros.
Así mismo comprendió que esa persona sencilla y anónima, sin pretensiones le había dado una lección incalculable de HUMILDAD. La humildad va de la mano de la alegría, de la paz y de la serenidad en nosotros mismos y en nuestras acciones, no necesitamos etiquetas para que nos respeten o nos quieran.
El señor A, volvió a su país y se dio cuenta de que no era necesario liquidar sus pertenencias para encontrar Su Verdad, ya que esas posesiones materiales forman parte de su vida exterior y le hacen la vida agradable. Los bienes no son el problema, los bienes no se aferran a nosotros, somos nosotros los que nos aferramos a ellos creando apegos y esclavitud a los bienes materiales.
Muchos se preguntan ¿cómo podemos deshacernos de todos esos apegos materiales y emocionales que nos mantienen atados en cuerpo y alma?, solo los podemos romper enfrentándonos con nosotros mismos, sin juicios y observándonos. Hemos perdido la noción de nuestros valores y esto nos lleva a sentirnos vacíos y tristes.
Tal y como hizo el Señor A, hay que pasar tiempo con nosotros mismos para descubrir quienes somos, en silencio interior y exterior, así nuestro camino nos llevará a visitar nuestro baúl de los recuerdos, aceptando nuestra situación y cambiando lo que no nos gusta, pero siempre en la acción positiva nunca en la reacción negativa.
Tal y como hizo el Señor A, hay que pasar tiempo con nosotros mismos para descubrir quienes somos, en silencio interior y exterior, así nuestro camino nos llevará a visitar nuestro baúl de los recuerdos, aceptando nuestra situación y cambiando lo que no nos gusta, pero siempre en la acción positiva nunca en la reacción negativa.
Todos los seres humanos necesitamos colaboración, cooperación, tener responsabilidades, sentirnos dignos, respetados, solo así podemos sentir respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás y para esto es necesario cambiar nuestros hábitos, pensamientos y actitud en nuestra forma de vivir.
Encontrar a nuestro Espíritu es encontrar nuestra Verdad profunda, nuestra Paz interior con humildad y amor y solo se llega a él buscando en nuestro interior. Como decía León Tolstoi "siempre que puedas aprender por tu mismo, experimenta por ti mismo, sé autodidacta y no dejes nunca de hacerlo", busca, busca y busca ...y sigue buscando.
Cuando permitimos emerger al Espíritu y nos permitimos volar hacia nuestro interior es cuando hallamos la libertad, la paz y nuestro nuestro destino.
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