Somos Hijos de La historia de la Humanidad y ésta historia, nos llega a través
de las caricias de la luz de las estrellas, del susurro del agua, de la
serenidad y del silencio de la brisa, de la fortaleza de la montaña… relatos que
nos dicen que la ignorancia del corazón es la causante de los grandes males en
el mundo en que vivimos. La Humanidad y el Planeta están en un profundo cambio
y esto atañe a todos los seres vivos directamente: cambio climático con graves
consecuencias para todos; cambios sociales, económicos, políticos y religiosos.
Los cambios son positivos si nos hacen avanzar y prosperar para alcanzar nuestra
meta “VIVIR”, esto es, transformar el sufrimiento por alegría, la violencia por
paz, la desidia por responsabilidad, la injusticia por justicia, el
desprecio por respeto…
La Naturaleza nos habla a través de sus manifestaciones: montañas, ríos,
árboles, desiertos, volcanes, seres vivos... nuestra historia está inscrita en
sus elementos: aire, agua, tierra, fuego, éter. Nuestras vivencias y
experiencias nos hablan a través de sus acciones, acciones positivas y
negativas. Tenemos que ser conscientes de que cualquier cosa por insignificante
que sea permanecerá en el planeta, como dijo Antoine Lavoisier “Nada es
perdido, nada es creado, todo es transformado”. Nada puede escapar a los
elementos de la Naturaleza.
Estamos en un punto de inflexión y
todos los seres humanos debemos tomar una decisión, o bien vivimos con nobleza en
el alma y con ideales que sean por un bien mayor, o bien seguimos matándonos
unos a otros. La vida es un camino que
debemos recorrer durante nuestra estancia en nuestro planeta, y, si decidimos
caminar con honradez y lealtad iremos sembrando semillas de armonía y de
sabiduría, de responsabilidad y de voluntad, de fuerza y de coraje, de paz y de libertad, pero, por el contrario, si seguimos
destruyendo a nuestra Madre Tierra y seguimos masacrándonos, la violencia y el
horror serán nuestro alimento, envenenando y contaminando nuestra vida, el aire
que respiramos y el agua que bebemos, convirtiéndonos en robots de egoísmo y de
violencia y viendo cómo se descomponen nuestros propios cadáveres. El planeta es nuestra casa, en él
nacemos, vivimos y morimos, nuestro camino debe ser pacífico para ir erradicando tantos conflictos de
ignorancia debido a la intolerancia e intransigencia.
Todo esto nos demuestra, una y otra vez, que las lecciones que no hemos aprendido se repiten una y mil
veces, siendo las consecuencias cada vez más violentas y crueles; si queremos
dejar una herencia que no sea ver la descomposición de nuestros cadáveres, tenemos
la obligación de quitarnos la venda de los ojos para observar lo que pasa a
nuestro alrededor y dejar de ignorar al resto de la Humanidad para no seguir caminando
por la vida como marionetas sin rumbo, a la merced de otros que dictan como
debemos vivir, vestir, comer, respirar o morir. Podemos modificar las
situaciones de nuestra vida, modificar el flujo de la ignorancia, de la
intolerancia, de la coacción, de la intransigencia por olas de paz y amor.
Estamos en un profundo cambio, en un punto de inflexión donde nuestra voluntad no puede ser sumisa al poder materialista ni al poder dominado por el egoísmo, narcisismo o codicia. Nuestra voluntad debe ser el artífice para luchar por el Bien para que cada uno de nosotros podamos vivir en armonía y en paz y cuanto más luchemos por la paz, en AHIMSA, y más compartamos nuestro amor y serenidad, más alegría, compasión y perdón albergará en nuestros corazones.
No podemos seguir estando fragmentados, seccionados, ya que la división
debilita las fuerzas y rompe los lazos de la vida. No podemos ser vasallos de
las vanidades del sectarismo o de las vanidades del mundo. No se pueden cerrar
los ojos ni hacer oídos sordos al clamor de las personas que piden Vivir, que se
esfuerzan hasta caer exhaustas por extraer cada día un poco de miel en su vidas.
El cambio debe ser positivo y adecuado para todos, aceptando cada uno de
nosotros ser parte integrante de la Humanidad.
Al ser Hijos de la Historia de la Humanidad tenemos una herencia, una parte
de ella es violenta y mortífera que
debemos sepultar para que no se vuelva a reproducir, y otra parte es de
solidaridad, de amor, de compasión y de perdón. En este punto de inflexión
debemos decidirnos hacia dónde queremos ir, hacia atrás o hacia la paz y esto
conlleva una lucha conjunta por la libertad, el respeto, la dignidad de cada
ser humano para no volver a dejarnos llevar por los fantasmas de la codicia, de
la intransigencia o de la ignorancia y así evitar cometer los mismos errores por
habernos olvidado de ser seres humanos.
Todas nuestras acciones y decisiones tienen una repercusión en nuestras
vidas y en la de los demás, con consecuencias positivas y negativas. No podemos
convivir y no ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor. Las
relaciones entre los seres humanos y la Naturaleza deben ser armoniosas y
equilibradas, creando cambios positivos y avanzando en esta danza que es la
vida.
Estamos en el punto de inflexión y los responsables de llevar a bien estos
cambios deben ser conscientes de sus responsabilidades y de sus compromisos hacia
las personas y hacia la Naturaleza y no dejarse llevar por fuerzas caprichosas
que solo hacen que los seres humanos seamos marionetas en un laberinto sin
salida y sin fin. No podemos cerrar más los ojos ante la violencia y ante el horror del mundo; hacia la deforestación, la
contaminación y la destrucción de nuestro planeta.
Hay que romper las cadenas de la esclavitud para liberar la vida.
Este punto de inflexión nos hace reflexionar y con él
marcamos el carácter urgente de nuestra situación. No podemos seguir divididos
ni separados, solo estando en la Unidad podremos “renacer”como Seres Humanos.
(imágenes de google)
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