Vamos corriendo por la
vida sin saber hacia dónde nos dirigimos ni porqué corremos. Vivimos proyectados
en un futuro imaginario que nunca llegará, el mañana.
Nos hemos exiliado del
mundo espiritual, olvidándonos de nuestra alma porque estamos tan hundidos en
el mundo material, que estar solos con nosotros mismos nos da miedo; nos
buscamos ocupaciones para no tener tiempo para reflexionar, nos agobia no tener
nada que hacer, nos justificamos diciéndonos que debemos trabajar, correr,
salir, ver la TV etc. Excusas, cuyo objetivo es no estar a solas con nuestro amigo
“YO”.
Huimos de nuestra vida, de nuestros sentimientos, de nuestros pensamientos.
Tenemos miedo del sufrimiento que tenemos en nuestro interior porque no nos
gusta lo que vemos ni lo que sentimos. Huimos y huimos hacia esa proyección que
es el mañana porque creemos que mañana seremos diferentes y seremos capaces de
tomar nuestra vida en mano, pero no hay mañana, el presente es el futuro.
La palabra clave para vivir
en el presente es “observación”, si nos observamos interior y exteriormente,
veremos cómo nuestra pequeña mente galopa sin cesar y por doquier, como un
caballo salvaje en cualquier dirección, y nos muestra escenarios inexistentes
que nos hacen temer y dudar, nuestra vida se confunde llenándose de salpicaduras
de barro. Hay que “domar” a nuestra pequeña mente hablándola en susurros suaves
para que deje de galopar y de hacer ese ruido incesante bla, bla, bla y sin
sentido.
La “observación” hacia
nosotros mismos y hacia nuestro alrededor, haga frío o calor, nos ayuda a
conocer nuestras fuerzas y debilidades y así dejamos de tener miedo porque nos procura la valentía
de buscar soluciones a nuestros
avatares. La “observación” nos da una segunda oportunidad en nuestra vida y al
igual que la serpiente, cambiamos nuestra piel vieja por una nueva para seguir
nuestro camino, que nos lleva a los misterios de nuestra alma y del alma de la
naturaleza aunque a veces estén velados por símbolos y alegorías. Así aprendemos
a vivir que el presente es el futuro.
Al ir tan deprisa en
el día a día, pasamos sin ver y sin sentir las cosas más bonitas de la vida,
una mirada, una sonrisa, perfumes embriagadores del aire y de las flores, el
susurro de los árboles, la caricia del agua … Viviendo en el presente empezamos
a saborear la esencia del día a día. Cada amanecer nos trae un nuevo reto, un
nuevo desafío con nosotros mismos no con los demás. Cada mañana debemos coger
el testigo de nuestra vida para seguir caminando, despacio y hacia nuestro
objetivo. En el ahora dejamos de correr porque sentimos que estamos cansados de
ver nuestra vida pasar sin hacer nada, hemos comprendido que el presente es el
futuro.
Cada noche el cielo nos
arropa con sus luces que nos cantan su nana, la luna nos baña con sus rayos, el
aire nos trae el rocío cuyas gotas reflejan los colores al amanecer con el abrazo
de un nuevo día. Cada día y cada noche vivimos el milagro de la vida y una
nueva oportunidad se nos brinda para realizar nuestros sueños y alcanzar
nuestros objetivos.
Hay que salir de la
selva humana y adentrarse en nuestro bosque sagrado para experimentar nuestra
sabiduría, sabiduría que nos proporciona
la vida y que tiene por objetivo el conocimiento de lo que es siempre y no de
lo que nace o muere. La sabiduría atrae la verdad hacia el alma y nos recuerda
que tenemos que elevar nuestras miradas hacia las alturas para evitar las
sombras de la ignorancia. Hay que aprender a ver lo que nos une y lo que nos
separa. No podemos cerrar los ojos a lo que es evidente, no podemos seguir
corriendo hacia ninguna parte, sino vivir el presente que es el futuro.
Cuando venimos a la
tierra, el alma humana se sumerge en la materia, esclava de las sensaciones del
cuerpo físico, pero el alma tiene el poder de renacer a una nueva vida como el
fénix, símbolo de la Luz que como cada amanecer nos brinda su abrazo de coraje
y amor para que nuestra vida sea mejor.
Hay muchas cosas que
no podemos ni siquiera imaginar porque solo se pueden experimentar, por lo
tanto, sentir. Vivir el momento, aceptar el reto, aventurarse en el desafío,
vivir el presente que es el futuro.
El presente es el
futuro,
Camina despacio para llegar
lejos,
Observa tus
movimientos
Y elige cuál de ellos
será el propicio
Para que tu vida sea
una aventura
De risas y lágrimas,
de amor y cariño.
No corras, no huyas,
Despójate de tu vieja
piel y no mires atrás,
Tu mirada hacia arriba
y hacia el frente.
Que te envuelva el
milagro de la noche
Con el canto de la
luces y los rayos de la luna
Para alcanzar tus
retos y tus sueños,
Así el reencuentro con
el nuevo día
Será alegre y luminoso
como una caricia
Llena de colores y de
vida,
Realizando que el
presente es el futuro.
(imágenes google)
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