Cuántos sentimientos transmiten
las miradas de hombres y mujeres, de niños y niñas: alegría, ternura, amor,
desamparo, miedo o rencor.
Una mirada posee todo el
lenguaje en sí misma. Una mirada nos hace sentir que estamos vivos o muertos,
por mucho que nuestro lenguaje quiera disfrazar ese sentimiento.
Una mirada nos desvela
secretos, nos hace sentir cómplices, amantes, próximos o distantes.
Una mirada nos hace
sentir la alegría de un recuerdo que nos ayuda a vivir, o nos hace sentir el
dolor de un recuerdo que no deseamos volver a sentir.
Una mirada nos transmite
la fuerza y la determinación para ser capaces de luchar por lo que creemos y
por nuestros sueños.
Una mirada que rehúye otra
mirada esconde secretos, algunos de traición que queremos ignorar, otros de
timidez y otros que no soportan leer en otros ojos la decepción.
Una mirada es
universal y atemporal, habla el lenguaje de unos sentimientos transmitidos en el
silencio de las palabras que guardan sus sonidos para no enturbiar ese regalo
divino.
“Hay miradas que besan
todos los rincones del alma”
“Avanza…con los pies
en la tierra, y la mirada en el infinito” (anónimos)
(foto google)
La mirada es el lenguaje del alma
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