Conciencias dormidas que
viven en un mundo cerrado de ilusión, en un sectarismo que no permite dar
cabida a otra alma diferente que no pertenezca a su círculo. Sectarismo de una
ilusión que crea padecimiento y dolor a su alrededor, pero pronto se
desvanecerá con el sonido del gong. Individuos cuyas conciencias en hibernación
permanecen dormidas sin tomar responsabilidades de sus acciones, tampoco les
importa lo que pasa dentro de ellos mismos ni a su alrededor.
Hay muchos individuos que
ordenan, organizan y mandan sobre la vida de otras personas, gritan sus deseos
que deben ser ejecutados al instante, no importa el medio a utilizar, siempre y
cuando sus deseos sean cumplidos. El resto de los humanos somos muñecos de
cerámica que cuando nos tiran al suelo nos rompemos en mil pedazos, pero esos
individuos creen que a ellos nada les puede tocar porque se encuentran
escondidos en su torre de cristal.
A esas conciencias
dormidas profundamente -que no oyen el
clamor de los seres humanos, que no son capaces de sentir el sufrimiento que
desgarra el aire-, habrá que despertarlas para decirles que deben aprender lo
que ignoran y que tienen que aprender lo que no desean aprender. Profundo
letargo el suyo pero el mundo está cambiando y las huestes de la Humanidad se
levantan en un canto a la igualdad, al respeto, a la justicia, a la libertad y
a la unidad, bastiones del nuevo mundo.
En el mundo de las
ilusiones de las conciencias dormidas, los demonios suelen ser la codicia, la
intransigencia, el egoísmo y la vanidad; poderosos demonios que debemos evitar
despertando a la conciencia de la luz. La opresión, cadena a la que millones de
seres humanos están sujetos, es inhumana e indecente, pero la lucha por la libertad emerge desde su interior
y del deseo de respeto por crear un mundo mejor, una convivencia de paz y
bienestar y esa fuerza es mil veces más poderosa que cualquier cadena por muy
gruesa que sea. Los
dormidos solo duermen un sueño efímero y no se percatan de que el tiempo de
hibernación ha pasado porque la primavera ha eclosionado en colores y en luz.
El bien y el amor de los
luchadores son los estandartes de los impulsos nobles de millones de corazones
que laten como si fueran uno solo, al ritmo del tambor, pom-pom-pom, en una
danza de alegría para romper las ataduras de la esclavitud sometida por los que
tienen adormecida su conciencia, que crean lugares sombríos y húmedos llenos de
moho y miseria. El canto
de esos nobles corazones que cantan a la libertad, está compuesto por palabras de
no violencia, palabras que forman un canto de alegría, dignidad, respeto y
justicia contra la desigualdad, la injusticia y la irrespetuosidad que esas
conciencias dormidas castigan sin tregua en un implacable y continuo ataque sin
piedad.
Ha sonado el gong y los
nobles impulsos del ser humano, el amor y el bien, caminan sin parar en esta
marcha que no dejará ya de avanzar.
(foto google, mente
maravillosa)
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