El violín está para ser tocado —para que sus cuerdas vibren y creen
música que nos eleve y nos haga vibrar nuestras cuerdas más sensibles—, no para
ser observado. Así, la vida debe ser vivida como actores principales para dejar
una estela de colores y no verla pasar desde el patio de los espectadores.
En la vida existe muchas realidades diferentes, y, una de ellas es la
que viven los seres humanos discapacitados que poseen el poder de la sonrisa;
padres, hermanos, amigos cogen las manos de sus seres queridos con una ternura
sin igual, guardando en su corazón un dolor silencioso y al mismo tiempo un amor
infinito que solo se ve a través de sus ojos.
Muchas personas debido a su discapacidad viven en centros especializados
donde personas amables y generosas hacen que sus días sean alegres, llenando el
aire de amor y risas. Hoy es un día especial de fiesta para todos, la música de
los violines suena y llena el aire de risas. Bailes acompañados de gritos de
alegría y palmas, el ambiente se llena de abrazos de ternura.
Hombres/niños, mujeres/niñas, miradas llenas de amor, de compasión, de
secretos, de amistad entre personas que pertenecen a ese universo especial
cuyos corazones tiernos palpitan al sonido del violín. Personas vivas, cargadas
de energía que hacen vibrar la cuerda sensible de otras personas ajenas a esa
realidad. He sido testigo de una manifestación de amor profundo entre hermanos,
amigos, padres e hijos, donde mis lágrimas han brotado de alegría y tristeza.
Me ha conmovido ver a un padre que con ternura infinita cogía las manos de su
hijo que no veía, ni hablaba ni oía, pero él sabía que esa mano era de su padre
que le quería. Hermanos unidos a través de ese amor fraternal, de orgullo que,
aunque discapacitado completamente, el beso y la mano de su hermana que le
guiaba le llenaba de felicidad su cara.
Recibí una gran lección esa tarde festiva donde la música de los
violines llenaba el aire de notas que hicieron vibrar mi corazón; la sonrisa y
los abrazos de esos mágicos momentos me llenaron de gratitud y humildad. Estas
lecciones son las que nos ayudan a crecer y a cambiar la vanidad por humildad y
el egoísmo por solidaridad. A esa otra realidad de la vida debemos abrir
nuestros corazones y ver que no somos la élite de los seres humanos. Hay una
realidad en la vida más poderosa que cualquier otra cosa y es el poder de la
sonrisa.
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