Uno de los deseos de la gran mayoría de los seres humanos es que la humanidad entera sea liberada de la violencia de la injusticia; sea liberada de la intolerancia, de prejuicios y tabúes; sea liberada de despojar a las mujeres de sus derechos, este gran deseo es una lucha sin fin, hasta que se consiga la aceptación de que todos los seres humanos tenemos derechos y por supuesto obligaciones. Este deseo parece una utopía, pues todos sabemos que no podemos cambiar al mundo si no nos cambiamos a nosotros mismos, como decía León Tolstói, pero juntos podemos transformar la violencia de la injusticia en justicia y libertad.
El
ser más complejo que existe en el planeta es el ser humano; todos llevamos en
nuestro interior el sello de la dualidad para elegir nuestro comportamiento,
como he dicho, el ser humano tiene derechos y obligaciones, cada acción tiene
una reacción, la gente herida hiere a su vez a otras personas porque vivimos en
la dimensión del “debe” y “haber” y nadie aprende con la experiencia del otro.
Siempre es un camino personal e intransferible, de ahí la importancia de
conocerse para hacer lo correcto.
Cuando
nos encontramos en el desierto de la soledad, abandonados, sedientos,
temerosos, es cuando nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad y nuestros
demonios se reflejan como serpientes venenosas porque son una proyección mental
de lo que sentimos. En esos momentos difíciles es cuando hay que vencer las
flaquezas humanas y saber que la duda y el miedo son herramientas necesarias
que se transforman en fuerzas para ayudarnos a salir de ese desierto y ver la
realidad con discernimiento. También, podemos quedarnos y seguir viviendo en
las sombras de los demonios mentales imaginarios.
La
libertad va más allá del bienestar individual y social. La libertad abarca el
alma y el cuerpo, ambos indisociables, y para ser libres es necesario
conocernos para luchar por lo que realmente deseamos, no hay libertad mientras
no hay respeto por uno mismo y por expansión, por los demás.
La
libertad debe estar unida a la seguridad para llegar a la paz, nuestro gran
deseo. Recordemos que somos el autor y el personaje de nuestra existencia, por
lo tanto, conocer nuestra verdad es comprender la ilusión que la generó y esto
se consigue cuando estamos en nuestra realidad, venciendo a nuestros instintos y
cambiando nuestros hábitos.
Hay
gente que vive en una paupérrima miseria moral y ética usando su violencia
para masacrar la vida de seres humanos que no han hecho nada sino estar
vivos, así esa gente va creando ciudades fantasmas de espantapájaros inertes
donde solo sirven para dar la bienvenida a la muerte. Con tanto odio, ira
y miedo almacenados en sus corazones han olvidado que la libertad siempre tiene
abiertas sus puertas y no deben tener miedo de cruzarlas, solo tienen que recuperar
el respeto por ellos y por la vida.
El
camino de la libertad es dual mientras vivamos en el planeta Tierra, sin
embargo, también es el camino de la grandeza humana, donde la complejidad y la
diversidad florecen cada día en todos los rincones de la tierra, creando
filosofías, culturas, tradiciones para que las ideas de todos se mezclen y generen
proyectos para un mayor bienestar. La humanidad somos todos.
“La única manera de lidiar con un mundo sin libertad es llegar a ser tan absolutamente libre que tu misma existencia es un acto de rebelión”. Albert Camus.
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