El resto de los
humanos, para ellos, son muñecos de
cerámica que cuando los tiran al suelo se rompen en mil pedazos.
Esas conciencias dormidas no aceptan o no quieren ver que esos muñecos de cerámicas tienen alma y conciencia y que
están asqueados y hartos de sufrir la ignominia y el desprecio que sobre ellos se
vierten, que están cansados de los abusos e injusticias, de la opresión
inhumana e inmoral a la que están sometidos.
Cuando
llega la primavera, el tiempo de hibernación ha pasado, -las flores nacen por
doquier impregnando el aire con su fragancia de paz; el agua corre y fluye
libre sin parar; la música del renacimiento eleva las notas hacia el cielo,
notas de libertad y sueños-. Ha llegado el momento de despertar de ese profundo
letargo, de abrir los ojos y aceptar que el mundo está cambiando y las huestes
de la Humanidad se han levantado al oír el gong porque el temor se ha disipado
como la niebla.
Esas
notas que dibujan en el aire palabras de paz, igualdad, respeto, justicia, libertad
y unidad, se entrelazan para formar la nueva bandera del mundo. El bien y el amor, impulsos nobles de millones
de corazones se unen en un abrazo único y emotivo de amor y gratitud, cuya
fuerza y latido rompen la cadena de la
opresión de millones de personas que viven en lugares sombríos y húmedos,
llenos de moho y miseria que el letargo ha creado, llenándolos de luz y calor
para que la vida vuelva a brillar en todo su esplendor.
"No puedes separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga su libertad". (Malcom X)
"No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad", (George B. Shaw)
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