Oigo un estruendo
seguido de una detonación, siento temblar la tierra bajo mis pies. Todo se
derrumba. Siento un miedo atroz. Caigo en medio de este caos, no sé dónde estoy…
he perdido la noción del tiempo y del espacio.
Al recuperar mi
consciencia compruebo que todos mis amigos y toda mi familia se han ido, solo quedo
yo en medio de ésta devastación. Me han arrebatado todo, solo queda mi sombra y
está tan perdida que no sabe a dónde ir. Ya no tengo país ni casa, no tengo
familia ni amigos, estoy solo y no pertenezco a ningún lugar, me han robado
hasta mi nombre, no logro entender el porqué de tanta violencia y crueldad…
He perdido mi nombre,
me lo han robado esas personas que son los artífices de estas guerras, que
lanzan misiles sin ton ni son,
provocando derrumbes que entierran a cientos de personas inocentes, cuyo único
delito es haber nacido en esos países donde los arquitectos de las guerras han
decidido devastar en lugar de crear; donde guerrillas masacran a inocentes sin
motivo ni razón, donde cientos de niños quedan huérfanos o heridos en lo más
profundo de sus tiernas almas.
Me han robado mi
nombre y tengo una herida profunda en mi alma tierna, solo tengo un recuerdo: “una
aldea donde compartíamos lo que teníamos, reíamos, bailábamos, amábamos, no teníamos
mucho pero tampoco lo necesitábamos”, ahora solo es un recuerdo o, tal vez, una
ilusión.
Me han robado mi
nombre cuando me violaron, cuando nos hicieron desaparecer, cuando entraron y
masacraron a mi familia…
Me han robado mi
nombre… todos conocemos los horrores que sufren cientos de miles de personas, las
ayudas son pocas o no llegan y los que pueden solucionar las terribles
situaciones no hacen nada. Los líderes de los países se dedican a hacer
reuniones aquí y allá, buscando algún compromiso -real o ficticio-, pero por el
momento, la única realidad es que “miles de personas están a la deriva,
muriéndose de hambre y frío, sin casa ni país, personas anónimas que nadie
recordará porque les han robado sus nombres”.
Los Líderes dicen que tal
vez… la próxima vez… pero yo ya no les creo. Nuestros Derechos Humanos nos han
sido arrebatados de un plumazo.
No se puede seguir
permitiendo que unos cuantos monopolicen a millones de personas llevándolas al
límite de la pobreza, de la miseria, dejándolas desamparadas, cansadas, sin
saber a dónde ir, que viven sobreviviendo en el día a día. Esas personas sin
nombres no comprenden lo que les está pasando, solo saben que para sobrevivir
deben abandonar su país. Es inhumano que las personas vivan sin saber hacia
dónde se pueden dirigir; dando tumbos y tocando puertas cerradas que nadie
desea abrir.
Los Derechos Humanos
se establecieron para que todos los seres humanos del planeta, sin distinción
de raza, credo o color, tengamos los mismos derechos, con responsabilidades y
obligaciones. Por lo tanto, se espera y se exige de los Gobernantes y
Responsables que respeten la condición del ser humano.
Ahora vivimos en un
mundo global y con las redes sociales, millones de personas están al corriente
de lo que pasa en el mundo al instante, pudiendo opinar sobre todas las cosas,
y la gran mayoría de los seres humanos se unen para hacer fuerza con el fin de
que la violencia cese y deje de generar tanta crueldad, tantas muertes y que la
paz gane y se eleve en un himno de libertad y respeto para que todos tengamos
nuestro nombre y nuestra dignidad. La vida de cada ser humano es un eslabón de
esa gran cadena llamada Humanidad, cadena viva que palpita, cadena en reacción por
lo que todo tiene consecuencias sobre todo y todos.
La Unión de esos millones
de seres humanos que luchan por la paz, luchan también por devolverte tu
nombre, tu lugar, tu estima, tu confianza, tu dignidad, tus derechos humanos,
tu libertad y tu respeto para que dejes
de ser tu sombra que camina entre las ruinas sin saber hacia dónde ir y vuelvas
a recordar quién eres y de dónde vienes.
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