La naturaleza y el ser humano forman una UNIÓN indisoluble y eterna; creemos o queremos pensar que la Naturaleza no tiene nada que ver con nosotros, pero nos equivocamos, la Naturaleza forma parte integrante de cada uno de nosotros y de nuestro entorno.
Los grandes problemas a los que se enfrenta la Humanidad en estos momentos debido al cambio climático, -al fenómeno de El Niño, sequía, lluvias torrenciales que destruyen miles de hogares y se llevan a cientos de personas, movimientos de tierra que todo engulle, - son muy graves y los serán cada vez más.
Otros problemas a los que se enfrenta la Humanidad son las guerras, de unos y de otros, guerras sin razón, guerras por poder con una crueldad gratuita e inhumana inconcebibles, donde los líderes y gobernantes no llegan a encontrar soluciones ni serios compromisos sino a aburridos circunloquios, con sus sempiternos rodeos que no llevan a nada sino al sufrimiento y a la pérdida de lo más sagrado que tiene un ser humano, la dignidad; miles de cientos de personas viven en sus países como prisioneros y son tratados como malhechores... otros miles de personas viven perseguidos y sufren vejaciones por ser niños, mujeres, homosexuales o simplemente por luchar por un mundo mejor... otros miles de seres humanos que tienen que empezar una nueva vida en un éxodo sin futuro y a la merced de gobiernos que les dan la espalda sin comprender que han abandonado su país por culpa de una guerra que no es la suya, donde han tenido que abandonar a sus familiares, trabajos, donde las tristezas, las humillaciones son el pan de cada día perdiendo su honor y autoestima.
Y todo esto ¿qué es lo que tiene que ver con la Naturaleza? muchos se preguntarán... yo diría que todo.
El planeta, la Naturaleza y los seres vivos formamos una sola unidad, todos somos energías manifestadas de diferentes apariencias cuya esencia es la misma, y cuando la energía está contaminada ya sea por dolor, por terror... o porque sus componentes son contraproducentes, la naturaleza pide auxilio y llora, se estremece y todo se remueve en sus entrañas y cuyas consecuencias las hemos podido observar una y otra vez, las últimas en Ecuador, en Sri Lanka... La sequía es un gran problema, cada día hace más calor y las temperaturas aumentan matando a cientos de personas y de animales, otra consecuencia del grito de auxilio, del grito de advertencia de la Naturaleza.
Tenemos que ser humildes ante la grandeza de la Naturaleza y debemos aprender de ella. Estamos podando árboles milenarios, rompiendo el equilibrio de la naturaleza tanto en la flora como en la fauna, estamos aniquilando animales en fase de extinción...etc. Los seres humanos estamos llegando a un grado de insensibilización tan grande que es preocupante, estamos perdiendo la humanidad que nos define como seres humanos.
Los responsables de las guerras, de las matanzas, de la esclavitud, se creen que son dioses pero dioses de barro, y deberían mirarse en un espejo y ser implacables con lo que ven, tal vez así tomaran conciencia del daño que ocasionan a todo y a todos.
Me niego a dejar que las cosas sigan así, es capital, es fundamental que cada uno de nosotros nos mantengamos unidos bajo el escudo de un mandamiento superior de justicia, de solidaridad, de equidad, de respeto, de integridad y saquemos nuestra bandera blanca de la paz para que sepan esos dioses de barro que no estamos dispuestos a continuar aceptando su perversidad ni su inmoralidad.
Las fuerzas invisibles que todos nosotros sentimos y nos empujan a seguir luchando y a ser conscientes de que el caos y el sufrimiento engendran -despacio pero sin pausas-, un sentimiento de unidad y de purificación en nuestros corazones y en nuestras almas y progresivamente, igual que una espiral va creciendo, va creando lazos de fuerza, de comprensión y de compasión. Las fuerzas invisibles del amor, de la solidaridad, de la justicia son tan fuertes y poderosas que hacen que nos ayudemos unos a otros, abriendo nuestros corazones a todas las culturas, a todas las creencias hasta llegar a la unificación de la Humanidad, aunque guardando cada uno su idiosincrasia y diferencias.
El ser humano y la tierra tienen una asociación inseparable. No podemos equilibrarnos si no comprendemos esta unión y nos conectamos desde nuestro corazón al corazón de la tierra. Hay que decidir sobre las cosas sin miedos y de corazón y llegados a este punto los cambios son inevitables tanto en las actitudes del ser humano hacia uno mismos como hacia la Naturaleza. El respeto es la base de los derechos humanos no podemos construir algo si la base no es segura y está bien cimentada.
"Hay que superar las limitaciones mentales que nos impiden ser felices, hay muchos derroteros en la vida que en lugar de llevarnos a vergeles nos conducen a desiertos, hay que eliminar del corazón todo el egoísmo y cambiarlo por alegría, ligereza, serenidad y fuerza, si no nos perderemos y pereceremos"
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