Vivimos en un mundo materialista, de consumo, donde lo importante es lo que se ve, las apariencias -las etiquetas que nos ponemos, aunque nos olvidamos que son de quita y pon-, un mundo dominado por el poder y el dinero, donde la voz de los más necesitados no se oye, porque la hemos enterrado en medio de la miseria, de la pobreza, de las enfermedades, de la esclavitud, de las matanzas, de las guerras... a veces pensamos que esas voces, esas personas pertenecen a otra galaxia y no viven en nuestro planeta, a nuestro lado.
Aunque creamos que vivimos en mundos diferentes, todo en el planeta y en la Humanidad está unido y relacionado. Cuando apagamos el grito que pide ¡SOCORRO!, la voz que clama justicia, respeto, igualdad, responsabilidad... nos produce, a algunos, un quemazón en el corazón y nos revuelve las tripas y en ese momento, muchos seres humanos levantamos nuestra voz para que los que hacen oídos sordos tomen consciencia y se pongan frente a frente de dichas situaciones y tomen medidas urgentes, no se puede consentir más que sigan aniquilando a personas en países donde ya no queda nada.
Vivimos tan ensimismados en nosotros mismos, en nuestra pequeña historia que lo que pasa a nuestro alrededor no le damos más importancia, oímos frecuentemente tantas noticias horribles que ya nos hemos acostumbrado a la barbarie y no tomamos consciencia de lo que pasa a nuestro alrededor.
Somos protagonistas y cronistas de nuestra historia como una fotografía en blanco y negro, cuando no hay colores parece que nuestra imaginación puede ir más allá de lo que vemos en dicha fotografía y buscamos los matices más profundos que el fotógrafo ha querido plasmar, es más enigmática y los espectadores pueden poner pinceladas de colores. Para muchos seres humanos su mundo es más negro que blanco, no es enigmático ni mágico, ni se puede buscar matices de colores, sus vidas están sumidas en un terrible grito de dolor pero siempre está la esperanza, esa luz blanca que les permite soñar y luchar porque perciben en lo más hondo de su ser que puede haber un futuro para ellos y sus hijos. Esa responsabilidad de colorear la vida de esas personas es de cada uno de nosotros, cada uno en su medida y los responsables de esas situaciones deben urgentemente tomar medidas drásticas y parar esas matanzas.
En cada vivencia o situación tenemos que ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, vemos que nuestra historia y la historia de todos los seres humanos están plasmadas en momentos, en experiencias, en movimientos, en silencio, en dolor, en paz... cada uno de nosotros llevamos diferentes personalidades, vencedor, víctima, fuerte, débil, ingenioso, audaz, cobarde... y todas esas personalidades, si no somos conscientes de nosotros, se van diluyendo poco a poco en las aguas de un futuro incierto, no podemos vivir ignorando a los demás. Tenemos que esforzarnos por comprender y en nuestra medida buscar soluciones, hoy puede haber problemas en un país, mañana lo podemos tener en el nuestro, nadie está a salvo de la barbarie y del terror de algunos individuos. No podemos seguir permitiendo que muchos seres humanos vivan continuamente en la tierra del inframundo, mundo poblado por seres terroríficos que solo traen guerra, crueldad y terror.
Tenemos que erradicar el odio de nuestras vidas, en cualquier caso o situación, es necesario la autocrítica positiva y objetiva para avanzar, no podemos seguir engañándonos o poniéndonos un velo delante de nosotros para distorsionar la realidad. Buscar soluciones, tender puentes, sellar compromisos...y ¡respetarlos!
Los dioses son intemporales pero los seres humanos vivimos una vida corta y con caducidad, pero mientras estamos en el planeta todos tenemos derecho al amor, a la paz, a la dignidad y a la justicia. Todos debemos respetar los derechos humanos y vivir en un mundo de abundancia y paz y no en mundo de demencia y caos.
Aunque creamos que vivimos en mundos diferentes, todo en el planeta y en la Humanidad está unido y relacionado. Cuando apagamos el grito que pide ¡SOCORRO!, la voz que clama justicia, respeto, igualdad, responsabilidad... nos produce, a algunos, un quemazón en el corazón y nos revuelve las tripas y en ese momento, muchos seres humanos levantamos nuestra voz para que los que hacen oídos sordos tomen consciencia y se pongan frente a frente de dichas situaciones y tomen medidas urgentes, no se puede consentir más que sigan aniquilando a personas en países donde ya no queda nada.
Vivimos tan ensimismados en nosotros mismos, en nuestra pequeña historia que lo que pasa a nuestro alrededor no le damos más importancia, oímos frecuentemente tantas noticias horribles que ya nos hemos acostumbrado a la barbarie y no tomamos consciencia de lo que pasa a nuestro alrededor.
Somos protagonistas y cronistas de nuestra historia como una fotografía en blanco y negro, cuando no hay colores parece que nuestra imaginación puede ir más allá de lo que vemos en dicha fotografía y buscamos los matices más profundos que el fotógrafo ha querido plasmar, es más enigmática y los espectadores pueden poner pinceladas de colores. Para muchos seres humanos su mundo es más negro que blanco, no es enigmático ni mágico, ni se puede buscar matices de colores, sus vidas están sumidas en un terrible grito de dolor pero siempre está la esperanza, esa luz blanca que les permite soñar y luchar porque perciben en lo más hondo de su ser que puede haber un futuro para ellos y sus hijos. Esa responsabilidad de colorear la vida de esas personas es de cada uno de nosotros, cada uno en su medida y los responsables de esas situaciones deben urgentemente tomar medidas drásticas y parar esas matanzas.
En cada vivencia o situación tenemos que ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, vemos que nuestra historia y la historia de todos los seres humanos están plasmadas en momentos, en experiencias, en movimientos, en silencio, en dolor, en paz... cada uno de nosotros llevamos diferentes personalidades, vencedor, víctima, fuerte, débil, ingenioso, audaz, cobarde... y todas esas personalidades, si no somos conscientes de nosotros, se van diluyendo poco a poco en las aguas de un futuro incierto, no podemos vivir ignorando a los demás. Tenemos que esforzarnos por comprender y en nuestra medida buscar soluciones, hoy puede haber problemas en un país, mañana lo podemos tener en el nuestro, nadie está a salvo de la barbarie y del terror de algunos individuos. No podemos seguir permitiendo que muchos seres humanos vivan continuamente en la tierra del inframundo, mundo poblado por seres terroríficos que solo traen guerra, crueldad y terror.
Tenemos que erradicar el odio de nuestras vidas, en cualquier caso o situación, es necesario la autocrítica positiva y objetiva para avanzar, no podemos seguir engañándonos o poniéndonos un velo delante de nosotros para distorsionar la realidad. Buscar soluciones, tender puentes, sellar compromisos...y ¡respetarlos!
Los dioses son intemporales pero los seres humanos vivimos una vida corta y con caducidad, pero mientras estamos en el planeta todos tenemos derecho al amor, a la paz, a la dignidad y a la justicia. Todos debemos respetar los derechos humanos y vivir en un mundo de abundancia y paz y no en mundo de demencia y caos.
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