El mundo explota por los cuatro costados, guerras, ataques terroristas, matanzas sin sentidos, catástrofes naturales... el dolor y la tristeza llenan el aire y la tierra está empantanada de sangre.
¿Cómo podemos vivir con tanto sufrimiento? ¿Cómo podemos sobrellevar este dolor?
La pérdida de un ser querido, familiar, amigo, colega es un dolor insoportable, es el dolor a la separación por no poder volver a verlo más, dolor al vacío que nos queda en nuestras vidas, dolor por la culpabilidad de no haber dicho lo que teníamos que decir, dolor por el resentimiento por no haber hecho lo que teníamos que hacer..., en esos momentos tan difíciles para las familias, amigos de las personas que se han ido quiero expresar mi solidaridad, y soy consciente de que son momentos de gran aflicción y angustias, momentos de sentimientos encontrados de tal intensidad que creemos que no seremos capaces de sobrellevarlo y pensamos que nuestra vida destruida en un segundo no volverá a levantarse.
Es extremadamente difícil hablar del duelo, ¿cómo se puede consolar a una madre, a un hijo, a un amigo? ¿cómo podemos admitir y aceptar que ya no volveremos a verlo más, a sentirlo, a tocarlo, a oír su llanto o su risa, ¿cómo vamos a hacer para llenar ese vacío que me ha dejado?... miles de preguntas sin respuestas. Lo más duro y difícil de aceptar es el ¿POR QUÉ? ¿qué ha ocurrido? ¿por qué mi hijo/a, mi padre, mi madre, mi hermano/a, mi amigo/a...se ha ido? el no comprender lo que ha pasado, el no comprender como hemos caído en el abismo de la desesperación aumenta ese dolor terrible y lo hace infinito.
La muerte en sí es difícil para las personas que nos quedamos, pero es natural, todos vamos a hacer ese viaje. La causa de la muerte es la que nos hace sentir de una forma u otra, si la causa es natural, por enfermedad, vejez e incluso por accidente aunque siga siendo muy doloroso el sentimiento de pérdida no conlleva el añadido de atroz de una muerte arbitraria y gratuita, la muerte que arrebata la vida a un inocente solo por el hecho de hacer daño, incrementa el sufrimiento así como la desesperanza.
La sensación de vacío, la sensación de echar de menos a la persona nos duele en el alma y no podemos vivir sin saber por qué le han arrebatado injustificadamente la vida unas personas anónimas que debido a su desequilibrio infligen a otras personas un dolor que no se irá en toda su vida.
Aunque es muy doloroso tenemos que hacer el duelo, esto significa un tiempo con nosotros mismos, con nuestros sentimientos, con nuestra tristezas y penas, un tiempo de introspección y de aceptación que esa persona se ha ido físicamente pero jamás se irá de nuestro corazones, solo el amor será el bálsamo que alivie ese sentimiento atroz que es el dolor de la pérdida.
El duelo lo vivimos cada uno a nuestra manera, según nuestra personalidad y carácter. Tenemos que hacerle frente y no huir de ese dolor ya que en un momento dado y cuando menos lo esperemos ese dolor, que no ha salido, nos asfixiará y las angustias se multiplicarán. El duelo es un tiempo de reflexión, un tiempo de perdón y de hacer las paces con la persona que se ha ido, con su verdugo y con nosotros mismos, solo así podremos empezar a vivir y a honorar a la persona que nos ha dejado.
Aunque parezca una quimera, los que se van ya no sufren, están bien, velan por nosotros y esperan que nosotros seamos felices, que luchemos y que honoremos la vida, la paz y la serenidad para que podamos luchar por la justicia y el respeto, sin venganza y haciendo entender a los verdugos que sus actos terroríficos, sus barbaries no se pueden permitir por más tiempo, estas personas deben tomar consciencia de su falta de sentimientos nobles como son el amor, la paz, la alegría y hacerles entender que su corazón se alimenta de odio y se han convertido en monstruos sin alma viviendo en un mundo de sombras y pesadillas.
La fe, la esperanza, el amor, el perdón nos ayudan en las situaciones difíciles cuando la desesperanza entra como un tornado y todo destruye, pero nuestra fuerza interior nos ayuda a sobreponernos y a seguir avanzando, a luchar para que esa barbarie deje ya de existir.
Muchos seres humanos, tal y como lo podemos observar en estos momentos tan difíciles que atraviesa la tierra y la humanidad, no quieren vivir, no les gusta su situación, su vida, su entorno y prefieren morir, son personas débiles y cobardes que se sienten víctimas y se auto compadecen de su situación y en lugar de luchar y cambiar su realidad prefieren morir y matar pero no quieren morir solos y odian la diferencia de vida de otras personas que sí quieren vivir y luchar, personas que honran la justicia, el respeto, la libertad y la dignidad.
Muchas veces el dolor nos hace llegar al fondo del abismo, al fondo de nosotros mismos y es en ese momento cuando vemos con claridad lo que somos, en lo que nos hemos convertido y tomamos conciencia de que si queremos levantarnos y caminar, debemos hacerlo nosotros mismos, honorando la vida y la memoria de los que se han ido.
La vida y la muerte van de la mano,
la vida me hace sentir, vibrar al son de la risa y del llanto,
la vida me hace luchar por los valores que creo y defiendo,
la vida me hace compartir sentimientos de alegría y pena,
la vida me hace sentir amor, esa fuerza que hace que pueda
franquear los días y las noches,
la vida me hace ser un ser humano, con errores y aciertos...
y el perdón me llega a través del corazón para que
la muerte cuando aparezca me lleve hacia un sueño profundo y me permita entregar a la vida los hijos de mis deseos y de mis memorias.
A todas las víctimas y familias que han sufrido y sufren el terror a través de todo el planeta, mis pensamientos de paz y solidaridad.