Querido ser humano,
Esta
carta va dirigida a ti que eres fuerte y libre; a ti que te condenan por
tus ideas y permaneces encarcelado; a ti que huyes de las violaciones de tus
derechos, de la injusticia y de la guerra; a ti que sufres las consecuencias
del dolor de la tierra; a ti que gobiernas y no cumples con tu responsabilidad;
a ti que matas por matar, por odio y por dolor; a ti y a todos los seres
humanos que sufren y luchan en silencio, por la Paz y por la Madre Tierra, para
que la vida pueda continuar en ese vaivén de nuestra existencia.
Vivimos
un periodo de sombras donde las decisiones de algunos causan graves situaciones
a muchos seres humanos que guardan en sus cuerpos sufrimiento y dolor, miedo y
temor. Nuestra vida se ha convertido en un sinsentido y éste sinsentido nos
lleva a buscar el sentido de nuestra existencia para ennoblecerla y poder ser
soberanos de nuestras vidas.
El
orgullo y el ego, la avaricia y el egoísmo, la intolerancia e injusticia nos
conducen a un paupérrimo nivel de conciencia, a actuar con los demás -en todas
las situaciones- con despotismo, velando lo mejor de nosotros mismos,
haciéndonos caer en nuestra propia trampa, hiriendo a los demás y a nosotros
mismos; produciendo un sufrimiento innecesario. La gran mayoría de los seres
humanos buscamos serenidad y alegría en nuestras vidas y para ello debemos
vestirnos de humildad y responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia los
demás.
Hay
muchas formas de vivir, huyendo y sobreviviendo con pensamientos parásitos y
negativos con consecuencias desastrosas, o, en armonía y en serenidad, cada
vez que crecemos y progresamos salimos victoriosos de nuestras pruebas, sintiéndonos
más fuertes y seguros. La elección, una vez más, nos pertenece.
Muchas
veces, nuestra vida es una grotesca caricatura cuando vivimos nuestra realidad
en el desván. Hay que aprender a ser uno mismo, a ser los protagonistas de
nuestras vidas, y no simples espectadores intentando comprender el espectáculo
entre bastidores.
No
podemos seguir caminando con las manos manchadas de sangre ni con botas de
acero. Es hora de hacer el camino con las manos limpias y los pies
ligeros para unirnos a esa danza de hojas y lluvias que se entrelazan a través
del aire. La Humanidad y la Madre Tierra están unidas a través de un vínculo
sagrado en el corazón espiritual de cada uno de nosotros haciéndonos sentir que
no estamos solos.
La
motivación para luchar por la justicia, la libertad, los derechos humanos y el
respeto debe emerger de nuestro corazón profundo donde reside la esperanza,
simple palabra que crea lazos dorados a través del planeta y de la Humanidad
entera. Es la hora de la acción, de vivir en la paz, por ello no podemos
desfallecer ni compadecernos. El sentido de nuestra vida es luchar por ser
felices y vivir con dignidad, con respeto y en libertad, cada uno de nosotros
en nuestro lugar de residencia, con nuestras costumbres y creencias.
Deseo que
estas palabras de esperanza, de apoyo y consuelo nos unan a todos para llegar a
tener una existencia digna y pacífica.
Un abrazo,
AHIMSA ES
VIDA