Hay que temer a la injusticia da igual la máscara o la etiqueta que lleve; la
injusticia es el alimento de los depredadores que termina infectando todo a
una velocidad vertiginosa.
La injusticia nos lleva
por senderos cuyas cunetas están repletas de valores humanos pisoteados, de
escenarios sangrientos y crueles, de tiranía y de esclavitud, senderos tristes
y áridos porque han perdido su fuerza vital, la libertad. Desde el comienzo de
la historia de la humanidad y hasta este preciso momento hemos visto muy
frecuentemente estos mismos paisajes desolados y devastados que nos arrancan
gritos de desesperación y que todos conocemos. La injusticia toca todos los
ámbitos en el ser humano y en la sociedad: abusos, favoritismos, corrupción,
esclavitud, violencia, compraventa de seres humanos, falta de libertad, muerte
y un larguísimo etc. En la injusticia todo es negativo tanto para la
humanidad como para el planeta.
En nuestro minúsculo
planeta hay tanta injusticia que incluso en la naturaleza se nota el
desequilibrio. Muchas zonas del mundo están a la merced de un poder opresivo
cuyas consecuencias son despotismo, pobreza, falta de humanidad y libertad, siendo
inhumano e inaceptable. No se puede seguir construyendo muros bajo las fuerzas
del miedo, no se puede invadir un país matando a sus ciudadanos para que
algunos señores se erijan todopoderosos,
pero deben recordar que las estatuas frías y sin almas son de barro y
cuando caen se rompen en mil pedazos.
La injusticia carece de
sinceridad, de honestidad y de honor y solo sirve para crear conflictos,
dividir e ir debilitando al ser humano y a la sociedad; las personas que la
llevan por bandera encadenan a otros seres humanos a galeras negándoles el
derecho de la libertad y de la vida. Marco
Aurelio dijo: "Piensa en lo que han hecho, tras pasar una vida de
implacable enemistad, sospecha, odio... ahora están muertos y reducidos a
cenizas".
La liberación de la
esclavitud y de la injusticia debe hacerse pacíficamente y con personas
capacitadas que antepongan el bienestar de la humanidad al suyo propio. Este
proceso de paz debe tener un objetivo común: la dignidad y los derechos humanos.
Ha habido y hay en
nuestra Historia grandes Hombres y grandes Monstruos y se ha demostrado que
solo cuando los líderes tienen desarrolladas las cualidades humanas de humildad
y de respeto, cuando cuidan y protegen el bienestar del pueblo y de la
naturaleza es cuando hay progreso, justicia y paz.
Hay
que armonizar la arquitectura mental de algunas personas para que empiecen a
pensar y a actuar como líderes sabios, tanto a nivel políticos, financiero,
religioso o social, anteponiendo la paz y la libertad a la violencia y a la
esclavitud. Marco Aurelio nos dejó otro pensamiento: “Si el mundo apareciera
ante nuestra mirada opaco y sin alegría, es nuestro deber iluminarlo y darle
vida, pues la luz que refleja el mundo es siempre el más peligroso de los
espejismos. La Luz siempre proviene del alma”.
Para que la justicia
triunfe hay que aprender a leer en el libro de la vida con sabiduría, lucidez,
humildad y respeto, sin fantasías ni espejismos. La Justicia es el alma invicta
donde yace el honor, la lealtad y los valores humanos que nos permite ser dueños
de nuestras vidas. La Justicia trae paz y es la llama risueña de una lámpara
que desafía con su luz a las tinieblas, mejorando la vida de millones de
personas y dejando a un lado las impertinencias y las opiniones sin
sentido. Leyendo el libro de la vida, aprendemos la comprensión básica de
la realidad, el papel del ser humano, de la naturaleza y del cosmos, aprendemos
los valores morales y espirituales aceptando la pluralidad y las
diferencias, aprendemos a ser los artesanos de la justicia fortaleciéndonos
ante las tragedias cotidianas y protegiéndonos de los tifones que solo traen
discordias y conflictos; la humanidad está
desorientada y hambrienta porque necesita serenidad, coherencia, respeto,
dignidad y libertad.
Mahatma
Gandhí decía: “En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es
contrario a su dignidad como hombre, ninguna tiranía puede dominarle.
(Foto de la red)