viernes, 28 de febrero de 2020
jueves, 27 de febrero de 2020
Una nueva conciencia social es necesaria
¿Es
posible la paz sin justicia? ¿Es posible el progreso en la guerra? ¿Es posible
vivir estando muertos? La respuesta a estas preguntas es ¡No!
Las
calles de todas las ciudades del mundo están pavimentadas con historias
vivientes de alegrías y penas, así es la vida; sin embargo, existen países
cuyas calles son cunetas llenas de almas en pena recubiertas del polvo del
olvido porque a algún individuo se le ocurrió la idea de destruir la vida de
seres humanos inocentes. Así pues, no
puede haber paz en la injusticia, ambas van de la mano y son inseparables como
el aire y la materia. No puede haber progreso en el barro de la miseria y
desesperanza; no puede haber vida cuando se está muerto.
El
denominador común para lograr el bienestar social es la paz —si hay paz, hay
vida, hay sueños, hay esperanza, hay progreso—. Es obligación de todos luchar
por esa nueva conciencia social. El bienestar se basa en que el ser humano esté
bien, para ello debe desarrollar sus propios valores de respeto y dignidad y tener
sus necesidades básicas cubiertas —vivienda, sanidad, trabajo, educación,
cultura—.
Los
conflictos creados por el ser humano a lo largo de la historia de la
humanidad son aterradores: guerras, hambrunas, miserias y sus angustiosas
consecuencias. La solución a la guerra no es las armas, la solución es que los
dirigentes sean personas con valores humanos, que se respeten a sí mismos y
respeten a los ciudadanos; no se puede gobernar para uno mismo ni para los
privilegiados, se debe gobernar para todos los ciudadanos sin excepción. Todos
tenemos el derecho de estar en la balanza del bienestar.
Las
acciones siempre tienen consecuencias. La crisis humanitaria en el mundo entero
es atroz. Millones de seres humanos viven en un estado de desesperación tan
profundo que para salir de él es necesario que emerja inmediatamente una nueva
conciencia social. Conciencia que nos alimente el alma con respeto, justicia y
libertad, conciencia que busque la luz de la paz. Todo esto parece una utopía de palabras
bonitas, sin embargo, no lo es, se puede realizar si tomamos consciencia de que
la vida es un don sagrado, al que todos tenemos derecho y absolutamente nadie
debería quitarlo.
Sin
justicia, sin libertad, sin respeto, sin dignidad, sin paz, no hay vida, solo
sufrimiento y dolor. La base de la conciencia social es respetar a todos los
seres humanos y a la naturaleza. Como he dicho anteriormente, es vital tener
cubiertas las necesidades básicas y respetar que somos diferentes. Cuando
seamos responsables de nuestra vida y los gobernantes, sean personas humanas,
dignas y respetuosas, germinará esa nueva conciencia social y traerá paz y
justicia que tanta falta hace en nuestra historia del siglo XXI.
Para caminar
los dos pies deben avanzar en la misma dirección.
viernes, 21 de febrero de 2020
La huella de la lucha
A través de los años miles de personas anónimas, escritores, políticos, científicos, artistas han dejado un legado de sabiduría, de fuerza, de coraje, de conocimiento para evitarnos el terrible dolor de la ignorancia y del fanatismo que ellos sufrieron. Su lucha sin tregua fue por la libertad, por el conocimiento, por el poder de elegir, por la vida donde el respeto fuese la base de la convivencia serena -sin colores y sin creencias-, solo viviendo como seres humanos con nuestras diferencias y complejidades.