La Visión constituye un momento
capital en nuestras vidas y llega en los momentos cruciales; la visión nos da
fuerzas para sobrellevar las pruebas y poder comprender y aceptar nuestro aprendizaje en la vida. Implorar
por la visión es un paso decisivo hacia
la elección de nuestro camino. Se hace en silencio y en soledad para eliminar
los ruidos exteriores e interiores y así poder vaciar nuestra mente y ver con
claridad.
En otoño me gusta pasear y adentrarme en el bosque, ver sus
colores ocres y rojizos que relucen en las hojas de los árboles iluminadas por
el sol; muchas de sus hojas han cumplido su misión a lo largo de las estaciones
y en su recta final, caen en la tierra formando una estela que me guía a cada
paso y me conduce a un lugar donde los corazones débiles no pueden llegar.
Me lleva a una arboleda donde el
aire me invita a sentarme; me siento y me apoyo en el tronco de un hermoso
árbol y me doy cuenta de que forman un círculo, como un escudo que me protege. Me
siento en seguridad y me abandono a la belleza y al silencio del lugar.
Cierro los ojos y entro en un
dulce duermevela. Mi alma vuela como un águila que me lleva a unas cumbres
nevadas que me son muy familiares. Desde esa altura veo una pradera vestida con
un manto de flores silvestres cuyo perfume llena el aire, es primavera y los
arroyos corren llenos, al ritmo de alegres canciones. Cientos de pajarillos
cantan y vuelan saludando a la primavera.
Siento el manto de las flores, su
frescura y delicadeza bajo mis pies. Veo
a un señor con un manto y una pluma, está de pie, mirando hacia el infinito
azul y conectado a su alma en su mundo interior. Viendo a este señor me embarga
miles de sensaciones y de emociones, es un momento sagrado de unión entre lo Divino
y lo Humano. Siento una fuerza interior acompañada de una gran determinación para
descubrir los misterios de la Naturaleza y de mi Ser.
Hay un espectáculo de colores,
sonidos, olores y belleza que solo la Naturaleza puede ofrecernos, todo se une
en una caracola cuyo punto de partida es mi corazón y se va abriendo hacia el
exterior hasta los confines del infinito azul.
El señor del manto y pluma me dice:
“todos los humanos somos como las gemas, unos somos esmeraldas, otros rubíes,
otros zafiros… y otros simples gemas que se encuentran en el camino y todos
forman el conjunto llamado Humanidad. Unas gemas están más pulidas que otras y
cada una de ellas debe escribir su historia, deben pulirse hasta encontrar su
propia forma y puedan irradiar su peculiar luz. Nadie es superior o inferior,
todos somos diferentes pero hechos de la misma esencia.
Hay que buscar el santuario
interior para degustar el silencio y volver a lo esencial de nuestra vida. Muchos
ojos han acariciado muchas realidades distintas, hay que encontrar la esperanza
y crear el puente entre lo Divino y lo Humano.
La nobleza del espíritu o la
miseria moral son opciones de la vida. Vivimos en continuas contradicciones,
soñamos con ser libres y nos encadenamos a las piedras del camino. Cada uno
dibuja o escribe sus cómos, sus porqués, algunos se limitan a su pequeño trozo de
tierra y otros son nómadas. Todos tenemos un destino y hay que ir a su
encuentro.
Para encontrar la paz tan
necesaria, deseada y buscada por la Humanidad hay que encontrar el equilibrio
entre la vida y el infinito, luchar por encontrar la belleza y la amistad y
dejar a un lado el caos y las guerras. Cada ser se crea así mismo y siempre hay
una opción para crear belleza. La Madre
Tierra no tiene preferencias pero sí una súplica “que los seres humanos busquen
la unidad y la paz, que dejen de luchar para dominar el planeta”. El planeta no
pertenece ni pertenecerá a ningún ser humano, solo pertenece al Gran Espíritu
porque de él proviene y a él volverá-.
Muchas veces los seres humanos basan
sus vidas en el miedo y en la supervivencia por esto muy pocos llegan a
encontrar la felicidad. Hay que parar para sanar las heridas, como un pájaro
herido tiene que curar sus alas para poder volver a volar. La Madre Tierra vive
en equilibrio entre su vida y su esencia,
tendiendo el puente del arcoíris entre el Espíritu y lo Humano. Amar es confiar
en tu Esencia.”
Al abrir los ojos tenía lágrimas
por las emociones ligeras que brotaban de mi corazón, reflejos de los más vivos
y brillantes colores que los sentimientos puedan cobijar, ligeros como plumas
lanzadas al viento para que se conviertan en alas y poder volar.
Hay tanto que reflexionar pero
sobre todo, tenemos que ser humildes ante la grandeza de la Naturaleza, tender
puentes para que la belleza florezca y no elevar muros cuya materia prima es la
tristeza. Todas las piedras deben ser pulidas, diferentes colores y diferentes tactos,
pero al fin y al cabo, piedras que forman nuestro camino. No podemos olvidar
que todas están hechas de la misma esencia que el diamante que todos poseemos
en nuestro interior.
La visión me ha enseñado a
cambiar el egoísmo que se apodera de mi corazón por alegría y ligereza, así
dejaremos de ser marionetas de nuestro ego. Caminemos hacia adelante, despacio
y sintiendo la gratitud de estar haciendo nuestro camino.
“Hay que encender una luz a la oscuridad del
simple ser”, (Carl Jung)
“Yo no soy lo que me sucedió, yo
soy lo que elegí ser” (C- Jung)
“Vivir es el instante, morir es
el olvido”.
(imágenes google)