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Ahimsa es vida

domingo, 13 de diciembre de 2015

ESPEJISMOS

El sabio conoce al ignorante porque lo fue en su día, pero el ignorante no conoce en absoluto al sabio porque nunca lo ha sido. (Proverbio Árabe).

Cuántas veces vivimos a través de un espejismo de agua de confusión y engaños, sobre todo cuando estamos desesperados y no tenemos ninguna solución inmediata nos sentimos vulnerables y frágiles y si no permanecemos en alerta, estos espejismos pueden ser perjudiciales para nosotros mismos y para los demás.

Nuestra vida es fruto de nuestras circunstancias, de nuestras decisiones, de nuestras acciones, pero ¿cómo podemos moldear un mundo donde todo está cincelado por mitos, tradiciones, supersticiones, ignorancia, terror, miedo, esclavitud, miseria...?

Lo primero que tenemos que hacer es no olvidarnos de que todos, sin excepción,  somos seres humanos y no permitiendo a nuestros actos más viles y crueles que echemos por tierra los derechos humanos. Para esto debemos conocernos a nosotros mismos, crecer en armonía y respeto. Durante muchos años las iglesias, nos han confundido con sus enseñanzas, nos han traslado nociones erróneas sobre el alma, el Espíritu, la necesidad de tener un intermediario para poder hablar con un Ser superior, los valores de los seres humanos, han dividido para ganar, debilitar la confianza y manipular a los seres humanos, la fe se siente en lo más profundo del corazón, no se adquiere leyendo o yendo a los edificios a rezar. Ha llegado el momento de unir nuestras fuerzas con  sabiduría, con serenidad y sentido común para poder alcanzar la dignidad y una convivencia justa en la paz y libertad en todo el planeta.

Es cierto que en la actualidad hay nuevos problemas, nuevos desafíos, cambio climático, guerras, inmigrantes sin patria, terrorismo, falta de libertades, injusticia sobre los derechos humanos, esclavitud física y otra emocional y mental  con cadenas invisibles, que aún no se pueden cortar, y son los más difíciles de detectar y anular. El sentimiento de inhumanidad es terrible y va creciendo a un ritmo acelerado, de ahí que sea urgente unir nuestras fuerzas para bloquear todos esos desafíos negativos, esa agresividad silenciosa y volvamos a la armonía y dignidad.

Para ir erradicando esas desafíos hay que escuchar humildemente y con respeto la voz de los humanos que gritan su desesperación, que piden ayuda, que viven en una paupérrima miseria física, emocional y mentalmente. Debemos observar el comportamiento que tenemos cada uno de nosotros, primero en nosotros mismos y luego en los demás, y así empezaremos a darnos cuenta de que seguimos haciendo cosas que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros. Cuando somos conscientes de esto, debemos rectificar nuestro comportamiento y así como una gran cadena humana nos podremos ayudar en la medida que nos sea posible, pero siempre será de corazón a corazón.

Es importante y necesario ir abriendo las puertas de nuestro Espíritu e intentar comprender a otras culturas, sin juicios, solo comprendiendo su mensaje, nada es mejor o peor, solo diferente. Tenemos que dar ejemplo a nivel personal y buscar la sabiduría de los sabios.

Nuestra percepción del mundo es la que realmente deseamos en nuestro interior, si solo deseamos venganza, odio, creamos terrorismo y muerte. Si deseamos paz, armonía, una convivencia pacífica entonces creamos un mundo sereno y alegre. Esto no significa que todos los problemas se vayan, no, ya que no hay una varita mágica para cambiar a los seres humanos, pero si podemos mejorar y rectificar nuestra vida y la de nuestro entorno.

Muchísimas personas ya lo hacen por ejemplo la música crea un puente entre lo aparentemente irreconciliable y todo lo que sintamos en nuestro interior, si es positivo nos dará alas par volar...

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana,
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(ella se durmió en la orilla.
tú, en la cumbre de una rama)
(Rafael Alberti)












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