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Ahimsa es vida

martes, 28 de febrero de 2017

EL HORIZONTE


Sentada en una piedra con mi compañero el silencio, rodeada de picos volcánicos y perdiéndome en el océano que con su vaivén forma una alfombra blanca al ritmo de una música sin igual, veo una luz brillante en el horizonte que me cautiva y me transporta.

    (Imagen de ACC)

(imagen google)         






                
Cuántos sueños, esperanzas, sentimientos, pensamientos… ilusiones y cuántos deseos el Horizonte nos trae:

A algunos, les hace sentir sentimientos de nostalgia, recuerdos de su país, de su casa, de sus amigos y de sus amores… que han tenido que dejar atrás.

A otros, sentimientos de tristeza, de un pasado que según su presente creen que ha sido mejor…

A otros, les hace percibir soledad, soledad física o soledad del alma.

A otros, les hace sentir ilusiones, alegrías y deseos de que, tal vez, una vida mejor les espera.

A otros, les hace intuir momentos de amor y de serenidad que comparten en el instante… y así, un largo etcétera por cada latido de un corazón.

Esa línea, que tanto nos habla a algunos con palabras y a otros con emociones y sentimientos, nos recuerda que el alma crea su propio ambiente según lo que ella es y vive. Hay que movilizar todas nuestras fuerzas para que el temor no siga aumentando, la desesperanza no siga cavando un pozo de dolor y frustración, el resentimiento no nos lleve a hacer cosas que después la conciencia nos reclame porque no podemos volver atrás y borrarlas… Nuestras fuerzas deben unirse para que nuestros deseos alcancen su justo equilibrio.

El horizonte luminoso, que tantos sentimientos nos provoca, tiene claro que no podemos callarnos ante la injusticia, la violencia, los olvidados y los anónimos, porque si nosotros callamos las piedras gritaran y sus gritos nadie los podrá silenciar.

El horizonte nos invita a imaginar que esa línea es el comienzo del universo donde todo es equilibrio y armonía, donde todo avanza y se mueve a su ritmo… siento una profunda serenidad y, mirando esa línea entre el cielo y la tierra, me pregunto:

¿Cómo puede florecer la paz entre tantas sombras terroríficas, entre tanta crueldad?

Las sombras negras que se ciernen sobre muchos países y millones de personas son incansables, nunca dan tregua ni vacilan en seguir sembrando horror y agonía. Esas personas que alimentan esas sombras oscuras de muerte no conocen la dulzura ni la bondad, alimentos necesarios para mantener un alma limpia ya que esta no pude vivir en medio de tanta crueldad.

El horizonte con su luz dorada y blanca nos trae promesas de que todo lo podemos alcanzar si nuestra alma se alimenta de ternura y de serenidad, así se podrá  saborear la paz porque la paz prefiere la vida a la muerte, la realización de nuestros sueños y deseos al pozo de dolor y de sufrimiento.

El horizonte es el puente hacia otras personas, hacia otros países, hacia otro nuevo día, donde la energía del amor lo  atraviesa para que llegue a su destino y siembre las semillas de la paz para que esas sombras oscuras desaparezcan con el fulgor del amor.

El horizonte, ese universo infinito, nos recuerda que todos los hombres y todas las mujeres somos diferentes, tanto físicamente como en costumbres, en orígenes, en sentimientos, en vivencias y en culturas pero a pesar de las diferencias, el universo nos hace la promesa de que jamás desaparecerán la sabiduría y el amor ya que vencerán en cualquier circunstancia,  pero hay que vencer la aversión con compromisos y con palabras justas para evitar argucias y pensamientos falsos y así cabalgar entre el este y el oeste, el norte y el sur pacíficamente y en libertad, evitando la violencia que vemos en el desprecio de la mirada de los que no esperan nada de la vida. La guerra es repugnante y por ésta razón debemos desterrarla porque saca lo peor de cualquier ser humano y ha llegado el momento de que crucemos el puente hacia otros horizontes mayores donde la paz y la serenidad sean la moneda de cambio para todos los habitantes de la Madre Tierra.

                                         (Imagen google)

“El horizonte se dibuja entre el cielo y la tierra,
Ante nuestros ojos para que osemos soñar.
El horizonte, nos da fuerzas para volar
Si tenemos sueños y queremos luchar.

El horizonte, alimenta nuestra imaginación,
Nos invita a cruzarlo para aventurarnos
En otros universos más grandes
De anhelos y proezas, de sosiego y paz.

El horizonte, nos entrega alegrías en raudales
Aunque para muchos se han evaporado.
El horizonte, nos hace amar la soledad
Para abrirnos a una nueva era
De belleza  y libertad.

Con nuestra intuición e iniciativa
Cabalgaremos en nuestra fantasía,
Pero, habrá que eliminar la aversión
Y utilizar la palabra “perdón”.

El horizonte, se funde a nuestra alma
Para que con la fuerza de su magia emerja
Como un resplandor en el universo del amor.”

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