"....Quiero
ser libre de mi destino, que las líneas de mi mano me abran todos los caminos
de este largo río…” (Tchicaya u Tam’si)
A través de los años miles de personas anónimas, escritores, políticos, científicos, artistas han dejado un legado de sabiduría, de fuerza, de coraje, de conocimiento para evitarnos el terrible dolor de la ignorancia y del fanatismo que ellos sufrieron. Su lucha sin tregua fue por la libertad, por el conocimiento, por el poder de elegir, por la vida donde el respeto fuese la base de la convivencia serena -sin colores y sin creencias-, solo viviendo como seres humanos con nuestras diferencias y complejidades.
Como en
el pasado, en la actualidad vivimos en un caos general -político,
económico, moral, ético, humano-, pagando un precio muy alto, vivir sin vivir. Pero
parece ser que a los seres humanos nos cuesta aprender de las vivencias y
legados de otros; preferimos tener nuestras propias experiencias y nuestro propio dolor en nuestra
propia guerra; seguimos cometiendo las mismas barbaries que antaño, la guerra -cada
vez más cruel- forma parte de nuestra historia cotidiana. El no aprender de
nuestro pasado sigue causando destrozos humanos, sociales y éticos y si
queremos salir de ese laberinto tan denso y doloroso no tendremos más opción
que luchar por la libertad y el respeto de cada uno de nosotros, solo así
podremos sentir paz para traer la paz.
No
podemos seguir escondiéndonos detrás de falsas hipocresías, de mentiras
reconfortantes, de compromisos de humo, pues los hechos confirman que las
palabras sin acción son un pozo de dolor.
La
enfermad del siglo, según Gandhi es "El desprecio del hombre". Si no
reflexionamos, si no nos ponemos en marcha contra ese caos y violencia, dentro
de poco la venganza, el odio, el dolor será el alimento de nuestra alma cuyas
consecuencias serán devastadoras. Las cicatrices en la piel del alma por odio e
indiferencia son cicatrices que no se borran y la mayoría de las veces rompen
la vida de las personas que las llevan.
Un
proverbio indio-americano dice: "Todo hombre posee en su interior dos
lobos que libran batalla: uno representa el amor y la gentileza; el otro
representa el odio y el miedo. El vencedor es aquel al que alimentas".
Si
buscamos la paz la encontraremos, si tenemos respeto lo daremos, si sentimos
amor lo sentiremos. Si buscamos venganza la encontraremos, si sentimos odio lo
viviremos, si sentimos desprecio lo sentiremos. A cada uno nos toca elegir y
esa elección será nuestra huella.
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