Los árboles son canales solares que nos traen la energía cósmica para
transmutarla en energía terrestre. Esta alquimia genera la biodiversidad
necesaria para la vida. El microuniverso de los bosques naturales es vital para
la vida en el planeta. Todo lo vivo está conectado, está en movimiento para
adaptarse a nuevas situaciones.
El bosque natural se hace a sí mismo, sin la intervención de la mano
del humano; su inteligencia sabe perfectamente lo que necesita y, junto con los
animales, vegetales y minerales, genera lo necesario para que todo a su ritmo
siga su ciclo. La biodiversidad es vital para todos los habitantes de la
Tierra. Destruir un bosque natural o un bosque cualquiera es destruirnos a
nosotros mismos.
Hay fuerzas increíbles en la naturaleza que desconocemos, pues a los
misterios universales se accede a través del amor, a través de la sabiduría y
de la búsqueda de la verdad, lo que nos lleva al autoconocimiento en su gran
dimensión. No se puede abrir la puerta de los misterios desde el egoísmo, no
hay trampas ni dinero que puedan abrirla. Para sentir la vibración del amor, es
fundamental la coherencia y la generosidad. El árbol sigue una ley espiritual
básica: dar y recibir.
Es maravilloso observar el poder de la naturaleza. Los lagos, los
ríos, los océanos, los bosques, todo está entrelazado y debemos respetar esta
ley universal de dar y recibir por amor. Los árboles guardan la memoria del
pasado, solo hace falta abrirse a esa vibración para escucharlos. El silencio,
la pausa, el ritmo son necesarios. Recordemos que el ser humano también está
hecho con los mismos elementos de la Madre Tierra y del cosmos, aunque lo haya
olvidado.
Los árboles son seres verticales y su sentido de la amistad, de la
familia es grandioso; en el reino de los árboles no hay competición, ni
codicia, el amor es lo que genera su belleza y generosidad. Todos los
habitantes de los bosques viven en relación unos con otros. Los árboles y los
animales perciben el peligro y alertan a sus congéneres.
Los árboles viven a un ritmo lento porque guardan las memorias del
tiempo. Salgamos de nuestra niebla y revitalicemos nuestras capacidades
mentales y psíquicas para comprender y aceptar que todos formamos parte de este
maravilloso planeta y no podemos permitir que sea destruido por la mano del
humano sin escrúpulos.
No olvidemos que los bosques naturales se crean solos, con animales,
árboles, plantas, hongos, microorganismos que crecen según su necesidad y
criterio.
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Árboles cósmicos, árboles mitológicos, árboles patriarcas, árboles
sagrados, árboles sanadores, cada uno vital para que la armonía vibre y se
expanda a través del aire y sane al que sabe escuchar.
Árboles, seres solares que traen los rayos del sol a la tierra para
dar vida y alimentar a todo aquel que transita por ella.
Árboles que conectan la energía divina a la energía de la tierra para
que todo se manifieste, porque todos formamos parte de su esencia.
Árboles cuyas historias se guardan en sus memorias a lo largo de los
siglos para que alguien las transmita y su vibración toque a aquellos que la
ansían.
Árboles, seres inteligentes que desprenden sensibilidad, belleza y
sabiduría, sienten al ser humano que se aproxima a través de la vibración que
desprende.
Árboles que hablan el lenguaje del amor y de la paz, vibración de alta
frecuencia que solo un corazón abierto al contemplarlos recibirá en ondas
silenciosas.
Árboles que sufren en silencio cuando viven en medio de avenidas,
absorbiendo el veneno de la gasolina y del ruido ensordecedor de los vehículos
que transitan.
Árboles que ven sus vidas terminadas por el fuego o por ser talados
sin piedad para construir reinos de hormigón; sin embargo, sienten compasión
por esos humanos que ignoran el daño que causan a la madre Gaia y a la
Humanidad.
*****
Los seres humanos debemos dejar de ser perversos con el planeta y con
los seres que la habitan; debemos, ¡dejar ya!, la violencia de toda naturaleza.
Somos arrogantes conquistadores de la ignorancia al no valorar los saberes
antiguos de los humanos primitivos. Hemos olvidado que somos parte de la
esencia del Amor manifestada en la Naturaleza y no sobreviviremos sin ella
porque nos destruiremos.
Para sanar es necesario saber escuchar. Hay muchas interferencias a
nuestro alrededor. No podemos escapar de nosotros mismos, vayamos a donde
vayamos, siempre estamos unidos a nosotros.
Humildad ante la grandeza de la naturaleza. Volvamos a la Vida
espiritualizando la materia, así empezaremos a ser como los árboles, canales
solares, para dar vida a la Vida que nos rodea.
Somos bosques, somos naturaleza, somos energía que todo entrelaza para
encontrar el sentido de la vida. Solo es cuestión de observar su belleza, de
oír el silencio, de caminar lentos para oír el canto de la Naturaleza.
Mi agradecimiento profundo a mis amigos, los árboles, a la naturaleza
entera y a su belleza.
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