La alquimia nos ayuda a tener conciencia del aprendizaje constante en la vida y nos lleva a abrir puertas que van más allá de lo visible y conducen a la felicidad. Vivimos en un mundo de diversas realidades, unas se construyen con la nobleza de espíritu, otras se destruyen con la miseria moral, opciones que nos da la vida.
El aire es una joya que
se encuentra fundida en nuestro corazón y da vida al cuerpo cuando hablamos y
entregamos nuestra alma a través de un beso de amor. La respiración, inspirar–espirar,
es el mecanismo natural que tiene el cuerpo para darnos energía y calma; lo
hacemos inconscientemente sin saber el milagro que se opera en nuestro cuerpo. A
través del aire, los dioses hablan a aquellos que quieren escucharlos. Los
caminantes que escuchan y sienten su vibración se transforman en guerreros de la vida que luchan
por levantarse cada vez que se caen: “sin combate, el guerrero de la vida no
existe”, decía el viento a su amigo.
El aire es la fuerza que
hace que las olas se levanten, que las hojas bailen, que las ideas vuelen, que
la paz emerja; que los susurros sean vivos, que las palabras sean oídas, que
las caricias sean sentidas; que los olores viajen a través del tiempo en forma
de recuerdos… El aire forma parte de todo y nos guía durante nuestra travesía a
través de la respiración, a veces entre caricias por la brisa cálida, a veces
entre la devastación que remueve el corazón.
El alquimista utiliza
las dos caras de las emociones y pensamientos para transformarlos en caras
sonrientes, sabe que la fuerza surge de la acción y la voluntad de la sonrisa.
Su objetivo es ennoblecer nuestra vida, la luz irradia y hace brillar lo que
está a su lado. Quedan muchos secretos de la vida y del universo por descubrir,
todos están inscritos en el libro del aire que viaja sin cesar por nuestro
planeta desde sus comienzos y, así será, hasta su final. El alquimista nos
susurra invitándonos a detenernos un momento para reflexionar y descubrir los
tesoros escondidos en el agua, en la arena, en los bosques, en las montañas y
principalmente en nuestra alma; la clave para la transformación es desaprender
lo aprendido, hay que experimentar en la lucha cotidiana el amor, esencia y fuerza
motriz de la vida que es, fue y será; su huella está integrada en el alma de
cada cosa y ser vivo, sin esa esencia nada podría existir porque todo está
hecho de ella. Esa esencia es lo que produce la
fuerza para que el viento baile con las olas, para que el abrazo de las
semillas con la tierra germine, para que la vida en todo ser vivo sea pacífica
y próspera; en esencia el cuerpo y el espíritu no están en guerra.
La alquimia nos pone en
contacto con nuestra otra mitad, el verdadero Yo. Esto produce un bienestar profundo
y descubrimos, paso a paso, que somos una parte entera y no necesitamos las
apariencias ni las comparaciones para existir. Rumi decía: “No te sientas solo,
el universo entero está en ti”. Cuando descubrimos
y aceptamos que nuestro Yo es nuestro compañero de vida, la vida que conocemos cambia y nos pone en el sendero del bienestar
que conduce a la felicidad, que aunque no es el objetivo, sí es sentir que
estamos en el buen camino y es, este
proceso, lo que nos llena de alegría con los pequeños milagros que la vida nos
regala cada día. El alquimista siempre está buscando y transformando, sale de
los límites y busca la trascendencia, conocerse a sí mismo es el principio de
la sabiduría, para ello necesita comprender los entresijos de su vida. Él sabe que
somos almas encarnadas en un traje físico y que debemos honrar nuestro cuerpo y
venerar nuestra alma.
Pasan los tiempos y
quedan las memorias que circulan en el aire, nada es estático todo es
movimiento, no hay fronteras ni límites. Einstein decía: “todo es energía, y es
todo lo que debemos comprender en la vida”. Energía que nos hace vibrar y nos
ayuda a recuperar el olvido para afrontar miedos y superar sufrimientos. Los
miedos y sufrimientos son un imán que atrae lo que más tememos mientras giramos
en la rueda de vida. La falta de dignidad es lo que marchita a la humanidad.
Misterios y secretos
del universo que esperan ser descubiertos en nuestro laboratorio de alquimia, entre
ellos recuperar a nuestro mejor amigo para que las alas vuelvan a nacer y emprender
de nuevo el vuelo hacia la libertad de ser y existir.
¡Que los vientos del
pasado y del presente se junten para ofrecernos un nuevo canto del alma custodiado
por los guardianes de las melodías de los dioses!
Foto del libro “la Sabiduría de las Palabras”
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