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Ahimsa es vida

jueves, 14 de mayo de 2020

El médico del alma

Séneca, decía: “No hay que esperar a que pase la tormenta, hay que aprender a bailar bajo la lluvia”.

Hay un mundo invisible que solo se ve con los ojos del alma, me repetía a mí mismo una y otra vez, pues sentía que soy algo más que un cuerpo físico. Me preguntaba ¿qué era esa fuerza que vibra en mí y hace que recorra escalofríos en mi espalda?

Quise saber si esa fuerza era el alma, pero ¿qué es el alma? Pregunta que ha bailado en mi mente desde mi juventud y ha sido el motor de mi investigación. Hace muchos años empecé una búsqueda sobre los misterios de la vida, empezando por mí mismo y por las diferentes enseñanzas que a través de la historia de la humanidad nos han dejado los buscadores de otras verdades que van más allá de las simples apariencias.

El alma es esa fuerza que subyace en todas partes y en todo lugar. Todo es, ha sido y será alma, conciencia superior. Sin embargo, es un concepto abstracto para una mente racional que solo cree en lo que ve, pero existen fuerzas poderosas y más reales que la vida misma, aunque solo lo sientan algunas personas por ser intuitivas y de mente abierta y corazón amante. Las verdades eternas provienen de la energía suprema y se reflejan en el espejo de nuestra alma. El alma es una energía que no está atrapada en el tiempo ni en el espacio, pertenece al infinito universo y cada uno de nosotros somos una parte de ella. A través de mis vivencias he experimentado que no se puede vivir sin serenidad, sin sabiduría, sin conciencia, sin alma, sin conocimiento, quien vive sin ellas se ahoga poco a poco en la angustia de la incertidumbre que produce el del miedo y la confusión. El alma es la fuerza vital que nos permite ser y existir en este planeta en fusión con el cuerpo físico.

Los seres humanos cuando no entendemos tenemos miedo, por eso estamos tan apegados a nuestro mundo material porque creemos que nos da seguridad y bienestar, aunque pocos viven una vida plena de serenidad y alegría. Hay que transformar nuestras sombras del miedo, de manipulación, de control en coraje, fuerza, serenidad   para sacar lo mejor de nosotros mismos y tener experiencias cotidianas alegres.

El ser humano, cuando vive en la inconsciencia, vive en la confusión y en la tristeza que provocan un atroz sufrimiento. Después de observar ese dolor que produce la ausencia de consciencia y sus consecuencias, supe que para evitar ese sufrimiento era necesario conectar con nuestro centro a través de la meditación; la mente tiene mucho poder y es engañosa, por eso nos envía pensamientos que galopan para alejarnos de nuestro corazón, pero con voluntad y esfuerzo llegamos a calmar esa mente pequeña a través de la respiración para llegar de nuevo a nuestro centro Los extremos siempre son fuerzas poderosas de manipulación, esclavitud y control. La mente sabe que nuestro deseo de comunicar con el alma es inquebrantable y cuando se lo dejamos claro, nos ayuda a concentrarnos para que el alma nos ofrezca sus mensajes de sanación y sabiduría.

Por eso decidí hacerme médico del alma para aliviar el dolor profundo que surge del alma herida y nos lleva al dolor del vacío y se le conoce como la noche oscura del alma.

Muchos me han preguntado: ¿Cómo puede herirse el alma?, el alma se hiere cuando vivimos una vida desequilibrada en los extremos, lo que produce dolor, ira y miedo, lo que genera pasividad y ausencia de nosotros mismos; también, cuando preferimos vivir muriendo o de rodillas a la vida antes de vivir una vida plena en conciencia. Cuando el cuerpo y el alma están divididos, solo existe sequía y sombra a nuestro alrededor, en cambio, cuando el cuerpo y el alma están unidos, solo existe belleza y armonía por todas partes, porque con la unión nace el amor y nuestra vida cobra sentido.

La mente impone contradicciones, pero la respiración las bloquea si estamos preparados y dispuestos a apagar el ruido del ego.  El hombre sabe poco de sí mismo y este es el gran problema al que nos enfrentamos en la vida. Una enseñanza muy antigua dice “para vivir en paz hay que conocerse a sí mismo”, sin esto, no podemos hacer frente a la vida, pues no sabemos cómo actuar ante un conflicto o problema; cuando sabemos quiénes somos estamos en disposición de encontrar soluciones a las dificultades, tenemos coraje para enfrentarnos a nosotros y a nuestros desafíos, siendo el más importante la transformación de la sombra en luz. El objetivo del médico del alma es ayudar a desvelar quiénes somos para que podamos cambiar de perspectiva y de actitud, si es necesario, cambiando nuestros pensamientos, cambiaremos nuestras palabras –las palabras elegidas son energías que crean y construyen nuestros deseos o que sabotean nuestros esfuerzos y nos debilitan–, dependiendo de nuestra elección así serán nuestros actos.

El alma tiene su propia memoria y sabiduría y nos enseña a convivir con lo estático y dinámico, es decir, en momentos de sosiego y de azoramiento; todo es lo mismo, solo depende de en qué forma lo enfoquemos. Hay que conferir valor y autenticidad a nuestra vida, siendo coherentes con nuestros pensamientos y decisiones para poder trascender la vida y llegar al Alma. Todos somos médicos del alma, solo necesitamos una intención pura y lanzarnos a explorar el universo de las verdades eternas que dicen “que el amor nos concede la libertad de ser, la sabiduría de crear y el respeto nos lleva al centro de nuestro universo donde nadie puede quitarnos nuestra paz”.

Hay un mundo invisible que solo se ve con los ojos del alma.

Kabir dijo: “la vida es un juego entre el alma de cada hombre y Dios”.

Einstein dijo: “Soy en verdad un viajero solitario y los ideales que han iluminado mi camino y han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida, han sido la belleza, la bondad y la verdad”.

                                                      (foto privada)

martes, 28 de abril de 2020

La senda del chamán

Algunos han recordado el olvido y otros temen lo desconocido.

Todos somos viajeros en el tiempo a través de los mares eternos, aunque no lo sabemos.

Vista desde el universo, la Tierra es un grano de polvo en el inmenso cosmos y ha sido creada a través del amor con una belleza que conmueve el corazón; en el planeta habitan diferentes seres vivos y su convivencia se desarrolla en armonía y respeto, excepto, los seres humanos que crean conflictos sin sentido, incluso, hay algunos cuyo objetivo es dar jaque mate a la vida.

“La sabiduría es esencia de luz que, como el aire, se filtra por todas partes y todo contiene. Todo lo que vive en el planeta tiene memoria celular, aunque muchas veces la de los seres humanos esté en hibernación. Por ejemplo, los árboles frutales tienen por misión producir frutos para que los seres vivos los disfruten y, así será, una y otra vez, durante su estancia en la tierra.  Los seres humanos poseemos muchas energías –positivas y negativas, creadoras y destructoras, somos hombres y mujeres, santos y demonios–, por lo tanto, tenemos la oportunidad de ser y existir con conciencia, es decir, podemos elegir según nuestro criterio, lo que nos otorga mucho poder y responsabilidad, pues somos creadores de nuestra realidad pudiendo mejorar nuestra existencia si podemos exiliar el olvido para activar nuestras memorias celulares”. Estas eran las enseñanzas que mi maestro Itumi me impartía durante nuestros viajes a través del camino de las estrellas.

¿Fantasía o realidad? Todo depende de con qué ojos veamos nuestra vida.

En mi décimo cumpleaños me contó que mis padres prefirieron darme al templo antes dejarme morir de hambre. Itumi era sacerdote de Atón, hombre mayor, de luengas barbas blancas y ojos serenos, su presencia era paz y me acogió como discípulo. Por la tarde estábamos en la terraza que daba al río Nilo y me regaló un tapiz para cubrir el suelo de mi pequeña habitación, el fondo era azul oscuro y dorado como el cielo de la noche en el desierto, tenía dibujados triángulos, puntos, constelaciones, esferas, elipses todo unido por lazos dorados y en el centro un sol con la llave de la vida, Ank, “nunca olvides que esta llave es la llave del amor que abre tu corazón”, me dijo; me alegré tanto que mis ojos se llenaron de alegría.

Sus enseñanzas fueron un proceso, la comprensión daba paso a la integración. Todo en la vida tiene una función, todos la cumplen excepto el ser humano. Con el tiempo aprendí que la mentira se convierte con facilidad en un hábito de vida, no por vivir en un templo, somos todos sabios y buenos, afirmaba.  Me enseñó a desarrollar valor para vivir y a bailar con la luz y la sombra, ambas necesarias, para enfrentarme a los miedos irresueltos de mis vidas pasadas y presente y así descubrir quién era, para poder cumplir con mi verdadero destino, para ello es necesario abrir el corazón y descubrir el alma –recuerda que el alma es curiosa y necesita experiencia–. 

Poco a poco, me desveló los secretos de la alquimia del poder que los seres humanos poseemos.  “La meditación es una herramienta mágica que nos permite conectar con la sabiduría ancestral y nos proporciona serena alegría. El espíritu precede a lo manifestado, cada ser humano es un actor dentro de la conciencia universal que se manifiesta en el planeta, eres tu propia ley; también nos ayuda a comprender los beneficios del conocimiento, por eso nuestros antepasados llamaban a las bibliotecas “el tesoro de los remedios del alma” pues curaban la ignorancia. El mayor daño que puede sufrir el ser humano es la pérdida de la sabiduría. Busca siempre la esencia y las raíces, no te pares en las apariencias. Las raíces son el conducto por el que sube el néctar de la energía de la tierra para crear su diversidad –plantas, árboles, ríos, montañas–. Así, sucede en el ser humano, la esencia de nuestro ser es el néctar de luz que nace en la raíz del corazón para darnos la fuerza de vida”.

Un día, mientras el alba arropaba a las estrellas y los colores magenta y dorado nos envolvían calentando nuestro corazón, hizo esta observación: “no olvides las palabras de nuestro querido faraón, el sol. La verdad hay que descubrirla por nosotros mismos sin intermediarios, pues nos impulsa a cambiar de actitud y de forma de pensar. No somos títeres, somos conciencia universal. Ningún esfuerzo pasa desapercibido. La primavera siempre llega después de que las hojas hayan caído al suelo. Aunque nuestra tierra roja caiga, volverá a renacer con su antorcha.  El principio y el final es el instante del ahora”.

Esas palabras quedaron grabadas en mi alma como una huella de fuego. Días después, estábamos en la terraza cuyas escaleras llegaban a la orilla del río Nilo, en ese punto de la tarde, donde el calor empieza a alejarse para dejar entrar el viento fresco que por la noche acaricia al desierto, era uno de los momentos que más disfrutaba observando el juego de luces del horizonte y esa calma propiciaba las confidencias. Anoche tuve un sueño, le dije: “estaba en una aldea pequeña donde vivía gente sencilla y amable en armonía con la naturaleza, todos llevaban grabados el sol en su corazón. Eran otros tiempos”. Itumi me habló un poco de esos tiempos lejanos que nada tenían que ver con Kemet. Me cogió la mano, sentí ese escalofrío previo a un viaje a través del tiempo y de pronto estábamos volando a través de mares y de paisajes de una belleza sobrecogedora.

Llegamos a una tranquila aldea, se oía el alegre canturreo de un riachuelo y se olía la fragancia de las flores de primavera, a lo lejos se dibujaban perfiles de altos picos blancos. El chamán, “Luz del alba”, salió de su tipi para saludarnos. Era un hombre alto y musculoso, vestido con un manto ambarino, pelo largo recogido en una cola. No hacía falta hablar, todo se decía a través de las miradas. Sin más, empezamos a subir por un sendero empinado, su semblante se puso triste cuando nos dijo: “algún día este camino será conocido como el “camino de las lágrimas” por el éxodo de un pueblo cuyo dolor y tristeza seguirá vibrando en la tierra y abonará estos campos que ahora son floridos. El hombre blanco nos echará para arrebatarnos las tierras y por ser diferentes, sin importarle el dolor infligido a mi pueblo y a la madre naturaleza”. Los tres vimos con claridad el terrible espectáculo y una profunda huella de dolor se imprimió en mi alma. “Luz del alba”, me miró a lo más profundo de mi alma con sus abismales ojos que brillaban como una noche vestida de diamantes y me dijo: “algún día volverás a este lugar para continuar la senda del chamán”. Abrí los ojos y ahí estábamos en la terraza, mi maestro mirándome con sus ojos llenos de tristeza; aprovechó para decirme que debía huir, pues un traidor iba a entregar el país del sol al reino de la sombra.

Unos ruidos sonaron en el interior del templo y antes de que la ignorancia y la violencia llegaran a la terraza, me urgió a que huyera a través de las aguas.

“Hay que destruir la ignorancia para construir la lucidez. La violencia, la codicia, y el egoísmo son realidades que traerán tiempos sombríos; no podemos escondernos, pues la vida se ocupará de devolvernos al mismo lugar; hay que tomar la dirección adecuada y seguir luchando para que las personas buenas sigan creciendo como las raíces en la tierra y cubran de vida al planeta”. Me desperté con esa voz tan querida y conocida en mi ser y una gran emoción de amor comprimió mi corazón; salí del tipi para refrescarme en las frías aguas del riachuelo. Mi compañero estaba preparando el desayuno, su mirada se posó en la mía y en silencio saludamos al sol para dar gracias por el nuevo día. Esta noche ha vuelto desde las estrellas mi maestro Itumi, le dije a mi compañero, lágrimas de amor regaron la tierra y recordé aquel viaje cuando el chamán “Luz del alba” nos enseñó el camino de lágrimas, en ese momento, volví a sentir vibrar sus palabras en mi corazón: –“algún día volverás”–; hoy es ese día, pues he recobrado la memoria y estoy en ese lugar, preparada para los acontecimientos que van a pasar.

Mi nuevo ciclo de vida me ha llevado a nacer en este precioso lugar donde la naturaleza nos regala vida y armonía para continuar la senda del chamán.

“Algunos recuerdan el olvido y otros temen lo desconocido. No hay espacio ni tiempo, solo ciclos de vida –principio y fin-; hay que recuperar la memoria escondida en el alma para exiliar el olvido y poder llegar a nuestro destino. La ignorancia nos impide volar, pues aprisiona el don de la sabiduría y de la libertad. El don de la imaginación es poderoso, así como todos los dones que nos regalan los dioses cuando somos merecedores; el don nos permite ser visionarios y volar en una alfombra mágica hacia otros universos donde el perfume de las estrellas se esparce como flores silvestres en nuestra alma”, palabras que “Luz del Alba” lanzó al aire, hace muchos, muchos años, para que todo aquel que quiera escuchar, las pueda sentir en su alma.


                                             (foto privada)

                                                     

martes, 21 de abril de 2020

La vida es un viaje de observación


La rueda de la vida gira sin parar y cada uno de sus radios simboliza un camino, una encrucijada o un impasse en el que todos experimentamos diversas emociones por lo vivido a cada instante. Muchas veces  no nos gusta nuestra realidad y huimos engañándonos con un futuro que nunca llegará, la vida que es más sabia que nuestro ego nos volverá a poner delante de ese escenario del que huimos pues lo que se esconde y no se supera vuelve a aparecer cuando menos se espera. 

La vida es un viaje de observación si queremos comprender por qué vivimos y cuál es el objetivo; para observar necesitamos valor, coraje y entusiasmo  para ahondar en nuestra psique e ir comprendiendo sin juzgar todas las situaciones por las que pasamos para ir avanzando. Nuestras experiencias también se presentan como un laberinto de trampas donde los engaños de la mente nos mantienen aletargados y prisioneros siendo muy difícil salir de esa ilusión creada por miedos, ofensas, reacciones violentas que nos hieren el alma y enferman a la humanidad al igual que una célula enferma hace que el cuerpo entero sufra.

La vida pone a prueba a los seres humanos que habitamos el planeta -sin distinción de estatus social, raza o credo- para saber si hemos aprendido la lección o si hay que repetir el mismo escenario, dependiendo de nuestro comportamiento y decisiones nos adentraremos en  senderos largos y llanos con alegres y desenfadados escenarios o en caminos abruptos y en profundas gargantas donde se oyen los ecos de los lamentos. Todos esos caminos forman parte de nuestras decisiones.

El objetivo de la observación es la paz interior, joya de las joyas que se encuentra en el templo del alma donde la vida es próspera y fructífera para todos si hemos asumido la responsabilidad de que vivimos en dos mundos interior y exterior con una mente clara y un corazón compasivo. Para ello se requiere una conciencia en el presente, pues sin ser conscientes no podemos saber si existe un problema y por lo tanto no podremos buscar soluciones. Muchas veces huimos de la vida que es este instante, proyectándonos en un futuro inexistente, dejando para mañana el hoy: “cuando tenga tiempo haré, cuando sea mayor haré, cuando esto termine haré, cuando me ponga bien haré…” pero ese tiempo futuro nunca llegará si no vivimos el presente, lo que proyectamos para mañana pertenecerá al pasado sin haberlo vivido y nunca se hará; la vida es para vivirla ahora, poniendo nuestra conciencia en cada acción, pensamiento, palabra y emoción. Hemos dejado escapar muchas oportunidades, incluso hemos dejado nuestra vida pasar, la rueda de la vida jamás vuelve atrás, solo el ahora nos permite vivir a cada instante.

La vida es un viaje de observación interior y exterior. La vida es acaparadora y nos enredamos en sus redes ilusorias de ego y orgullo que crean unas situaciones que no existen; solo son batallas entre egos heridos que solo destruyen y crean discordia. Cuanto más sabemos sobre nosotros mismos más fácil es desentrañar los misterios de la encrucijada de la vida, pues nos damos cuenta de que estando presentes en nuestra conciencia, todos los sentidos se agudizan y somos capaces de encontrar soluciones positivas.

Cuando nos observamos, comprendemos como funciona nuestra mente y estamos preparados –si lo deseamos- para saltar fuera de nuestra sombra quebrando todos los parámetros mentales y emocionales porque dejamos de abonar esos conflictos internos que creamos sin parar. La observación nos permite ver esos fantasmas, esa parte oscura que todos tenemos y que se alimenta de nuestros miedos, para que desaparezcan con el hechizo del amor. Cuando hay un problema nos acordamos del ser superior para pedir ayuda, pero no queremos aceptar que la ayuda viene primero de nosotros mismos, las respuestas a todas las invocaciones están por todas partes si sabemos observar nuestro mundo interior que refleja nuestra vida exterior y si observamos las señales evitaremos muchos males.

La vida es como una marea que sube y baja y cada momento es perfecto para hacer lo correcto. En cada situación debemos aprender a desaprender y a cambiar de actitud para no reaccionar e ir calmando los impulsos del ego. La verdad de la búsqueda se forma con la conciencia y la sinceridad, ambas nos ayudan a descubrir verdades más profundas si somos observadores de nosotros y de todo lo que nos rodea. Hay que romper los parámetros mentales para que la luz se filtre por esas fisuras abiertas provocadas por heridas ególatras que nos hacen frágiles y vulnerables. Estando en la observación vemos nuestra actitud frente a las situaciones de cada día y la podemos rectificar, en caso de que no sea la correcta. Cada día tenemos una oportunidad para crear nuestro destino y llegar al objetivo.

Además de ser cuerpo biológico, emocional y mental,  somos energía, somos seres espirituales y todos los seres en el planeta tenemos por misión ayudar a los demás haciendo el bien, unos de una forma y otros de otra, pero todos debemos hacer algo por los demás. Si  seguimos alimentando nuestros cuerpos con miedo e ira crearemos violencia y mucho resentimiento a nuestro alrededor; en cambio si nos alimentamos de alegría y serenidad se creará un mandala de paz y prosperidad entorno a nosotros. Todo depende de nuestra elección. La vida es un misterioso hechizo de ilusión que no es y hay que descubrir ese encantamiento para ver la realidad.

La vida es un viaje de observación que desentraña ese misterio de nuestro infinito universo y poder, solo hay que prestar atención a las señales del camino y aunque haya penalidades y miserias siempre hay que dejar un hueco para la esperanza.



lunes, 13 de abril de 2020

El horizonte, sendero del alma


El arco iris es el puente entre el universo celeste y terrestre para que todos los seres humanos podamos transitar por él  y descubrir los misterios entre ambos universos.


La energía creadora nos envía su reflejo a través del espejo de las aguas primigenias para que veamos la manifestación de su obra a través de la vida en el planeta. También nos dio el regalo del amor para labrar día a día los campos de la vida con serenidad y alegría aunque muchas veces los hayamos sembrado de desdicha. El sendero del alma es armonía, amor, dulzura y solidaridad y nos enseña a amar la vida; si amamos la vida seremos solidarios con los demás porque nos amamos a nosotros mismos y a todas las emociones que de ese amor se manifiesten, también el amor nos enseña  a luchar con lucidez y compasión contra todas las emociones contrarias a él porque crean una tela de araña de desamor, desgarramiento y autoengaño. El verdadero amor crea límites pues no es amor lo que no se respeta ni lo que se intenta dominar.

Cada día se realiza el milagro de la continuidad de la vida con el alba y el crepúsculo, momentos de transición que preceden al milagro de la luz regalándonos sus bellos espectáculos, tanto al amanecer como al anochecer, para que nosotros podamos sentir la luz y la sombra, ambas necesarias y ambas nos enseñan a reflexionar y a tomar conciencia de nuestras acciones para prepararnos para la siguiente oportunidad.

Desde siempre los seres humanos han exclamado “¡qué maravilloso espectáculo!”, al ver como brillan los diamantes del manto de la diosa Nut que se mueven en una danza sagrada y tuvieron la certeza que la vida es movimiento. La vida es un fluir constante, la muerte un fluir interrumpido. Por la noche, los buscadores de misterios se sentaban para observar tal majestuosidad y oír en el silencio la sinfonía de las esferas,  sintieron que había algo superior a lo humano, algo extraordinario y sagrado. Así, paso a paso, a través de los senderos del alma, algunas personas curiosas y observadoras quisieron saber el origen de sí mismas y del universo y  empezaron a preguntarse: ¿Qué es el universo? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué vivimos? ¿Por qué morimos? ¿Quién soy y quién es Él? Preguntas que generaron miles de respuestas y otras miles de preguntas en un círculo sin fin.

La curiosidad y la  observación han sido los motores que han llevado a descubrir nuevos universos en nuestro interior; esos buscadores de lo inefable a los que ahora se les conoce como “sabios”, fueron muy valientes al adentrarse en el mundo de los fantasmas de la profundidad de la mente y descubrieron que la fuerza, la disciplina y la voluntad son las herramientas para bucear en esa aguas primigenias, en lo más profundo de nuestra conciencia donde reside la sabiduría, enseñanza que deja su huella con flores de mil colores y fragancias delicadas para que todo aquel que quiera transitar por el sendero de su alma lo reconozca y no se pierda. El sendero del alma es el reflejo del espejo entre dos universos paralelos, lo que está arriba está abajo, separados por el horizonte, punto de unión entre el alba y el crepúsculo, círculo sin fin.

Esa percepción de los universos paralelos elevó sus conciencias para comprender el sendero de la vida por el que cada uno camina al ritmo de sus pasos, caminos con muchas curvas que impiden ver lo que hay detrás de cada una de ellas a nivel físico, emocional y mental pues todas tienen sus propias vivencias; esos “sabios” comprendieron que había que dirigir el timón de la mente para alimentar la propia reflexión y evitar que caigamos o tropecemos en alguna de esas  curvas ciegas y así poder llegar a nuestro destino con equilibrio y armonía que son el conjunto de todo en la vida.

Esos “sabios” pudieron recordar gracias a su memoria celular formada por átomos de luz que todos portamos en el alma la sabiduría de la energía creadora y quisieron dejar constancia de ello para que la vida de las futuras generaciones fuera menos dolorosa y tuvieran  acceso a la felicidad. Esa memoria celular está viva y palpita con cada latido de nuestro corazón pues es esencia de vida y espera que despertemos de nuestra hibernación producida por la  duda y el miedo para poder libremente, una vez más, preguntarnos de nuevo esas preguntas que siguen bailando en el aire a través de los tiempos.

Para despertar de la hibernación es necesaria la primavera, donde los colores, aromas, los rayos del sol y las noches claras y hermosas nos invitan a reflexionar “para vivir solo necesitamos estar vivos y amar la vida con respeto y honorabilidad”. La primavera, símbolo de renacimiento, donde la rosa del corazón se abre para dejar fluir sus aromas de alegría, paz y compasión y alejar a los espectros del miedo, temor, penas y tristezas que nacen en las aguas profundas de la mente y nos mantienen aletargados.

El sendero del alma es amor que genera dulzura, equilibrio y armonía para vivir la vida, es la línea que nos guía a través de nuestras vivencias que no solo se componen de familia, amigos, trabajo, ocio, estudio…, sino de nosotros mismos; somos la clave de nuestra existencia, la clave de nuestra vida. Nuestro sendero tiene varios tramos, tramos buenos  y malos y los recorremos a través de diversos periodos de nuestra vida. Pero siempre hay “algo” interior, un pensamiento, un escalofrío, una emoción, una intuición que nos hace reflexionar para luchar y nos motiva para salir de la rutina del no vivir; para dejar atrás todo lo que no somos pues siempre hay una persona o circunstancia, incluso nosotros mismos, que nos impide ser la persona que realmente somos y eso es lo que el sendero del alma no permite, solo puede caminar la persona que es y que vive por ella misma a través del respeto, solidaridad y agradecimiento pues esa búsqueda requiere sinceridad y perseverancia; quien camina con miedo, odio, temor, ira, resentimiento seguirá el camino de obstáculos que él o ella ha trazado. El alma se compone de átomos de luz y contiene la sabiduría para guiarnos a través de su sendero y decirnos que la luz siempre está ahí si nosotros queremos verla y la aceptamos en nuestra vida. Siempre se cuela por la menor rendija y rompe cadenas para liberarnos a la vida.

El sendero del alma es el espejo de la energía creadora cuyo reflejo es la manifestación de su obra y donde los buscadores curiosos y observadores han sabido encontrar respuestas. Han sabido  que estar aquí es saborear el néctar del éter pues somos micro universos en estos universos paralelos.