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Ahimsa es vida

miércoles, 6 de agosto de 2025

Descubrir el secreto de los secretos del universo

 ¡Qué maravilloso sería vivir en una convivencia ética fraternal entre múltiples credos y culturas, donde la paz sea lo cotidiano!

El mundo físico es una parte de la realidad. Hay otra parte oculta que es más importante porque es la esencia de la Realidad. Somos materia y energía, todo es lo mismo, pero en dos estados diferentes.

 “Ojos cerrados.

Silencio.

Mente abierta.

Silencio.

Abre las puertas y entra”.

 

El lenguaje de los símbolos pertenece a la imaginación (diálogo con el más allá) e intuición (saber instantáneo). El símbolo exige esfuerzos intelectuales para sentir la vibración del corazón a través de la introspección y necesita del discernimiento para entender lo que la mente nos muestra. Los símbolos revelan otro plano de conciencia y, a través de nuestra imaginación e intuición, podemos descodificar su significado. Es en nuestro mundo interior donde la información y vibración se entrelazan para nuestra comprensión.

Desde hace algunos siglos vivimos en la era cartesiana que excluye lo material de lo trascendente. Observando nuestro panorama actual y viendo los horrores que el ser humano genera y ha generado, creo que ha llegado el momento de cambiar los parámetros de exclusión (o) por el de la inclusión (y), es decir, volver al conocimiento pluridisciplinar y no a la fragmentación de los saberes de lo Vivo, tanto en la naturaleza como en el cosmos, pues todo se rige por leyes naturales de cooperación, dar y recibir al igual que la ley espiritual.

En lugar de aprender de la historia —esto requiere esfuerzo—, preferimos vivir en plena pereza, lo que genera más conflictos y más corrupción, escenarios que se repiten una y otra vez, lo que nos lleva al inframundo del caos.  Somos marionetas dirigidas por individuos ávidos de poder, y no solo en países de régimen totalitario, sino también en los que se dicen democráticos —no hay diálogo, sino insultos y gritos para que se oiga al que más alto grite. No hay compromisos, pues ellos no saben del valor de la palabra. No hay ética ni moral, compran títulos y saberes para aparentar algo que no son, pues viven en la ignorancia; todo es un vacío existencial cuyas consecuencias todos pagamos—. Parece que la vida humana no vale nada.

En los pueblos raíces de los primeros tiempos, el Invisible tenía una dimensión real, formaba parte de la manifestación de la vida. Los antiguos chamanes unían el mundo visible e invisible mediante una pasarela de colaboración entre los dos mundos; ellos buscaban lo mejor para su pueblo y para la naturaleza, pues sabían perfectamente, al conocer las leyes naturales, que todo está entrelazado. Hoy, con tanta tecnología, creemos, erróneamente, que la naturaleza no forma parte de nosotros, la destruimos deforestando zonas esenciales para la naturaleza y el ser vivo y, en su lugar, se construyen ciudades de hormigón que no nos traerán oxígeno ni lluvia, elementos esenciales para la vida —no somos conscientes de que el aire y el agua son vitales para lo Vivo—. Somos tan egocéntricos que nos creemos únicos e inmortales, mucha tecnología, pero desconocemos las leyes naturales, y si seguimos destruyendo lo Vivo, todos pereceremos.

Desde los primeros tiempos, los seres humanos se hicieron muchas preguntas ¿por qué las plantas son verdes, por qué los árboles son ejes de energía vital, por qué los bosques son fundamentales para la vida que entrelazan ríos y océanos para que los peces puedan moverse en libertad y alimentar a otros animales en total equilibrio, por qué el cielo se tachona de luces y por qué la luna desaparece para volver a brillar, así como el sol cada día se pierde en el horizonte?, y descubrieron sus respuestas al tener una visión global de cómo los elementos interactuaban en la Naturaleza y en el ser vivo. Estos seres sabían, percibían, intuían que para sentir y conocer el mundo invisible debían respetar y conocer la Naturaleza y a los seres vivos que la habitaban para que sus genios y hadas les ayudaran a través del   chamán —sacerdote, médico, consejero—.

Estos seres del alba de la humanidad comprendieron que eran materia y energía, información y vibración, visible e invisible; y para llegar a esa nueva dimensión aprendieron a ser conscientes de sus actos. Todos ellos dejaron múltiples símbolos para la posteridad y aligerar nuestro camino. No sé lo que nosotros dejaremos a las generaciones futuras, seguramente, caos y destrucción.

La famosa frase: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y los dioses” es para mí, la clave de toda sabiduría, es el secreto de los secretos, pues contiene símbolos, enseñanzas, pasarelas, ciencia (paso del mundo cuántico al mundo manifestado). Este conocimiento es fundamental para llevar una vida sana y respetuosa en perfecta armonía y ética fraternal.

Cuando accedemos a este conocimiento profundo, empezamos a vivir el despertar de la conciencia, es decir, ser conscientes de nuestra conciencia. — ¿Por qué hacemos esto o aquello, por qué elijo esto y no aquello? — Este sexto sentido nos permite acceder a nuestra alma a través del silencio, conectarnos y recordar de dónde venimos, quienes somos.

Este diálogo profundo nos permite desarrollar un mayor nivel de intuición e imaginación para comprender lo que se esconde detrás de los símbolos ancestrales. Primero, hay que saber mirar para observar. Una vez observados, los analizamos con la razón cristalina, sin accesorios innecesarios.  Para captar, percibir y vibrar es imprescindible el esfuerzo continuo, así nos transformamos y podemos conectar con la mente superior que se encuentra en nuestro interior, el alma. En cambio, si vivimos en la pereza del confort, nos enfocamos en lo visible, en las apariencias y pasamos nuestra existencia sin observar la grandeza, la belleza y los frutos de la vida. Es nuestra decisión la que nos lleva a nuestra dimensión.

Hay que ser valientes para aventurarnos en el mundo de los misterios, la Ley de Maat, la diosa de la armonía egipcia, es decir, vivir conforme a los principios universales celestes: armonía, justicia, sabiduría, orden, belleza, amor. Así caminaremos sobre los hombros de los gigantes que nos precedieron: Ptahhotep, Akenatón, Pitágoras, Lao Tsé, Sócrates, Yeshua ben Joseph, Zenón, Plotino, Avicena, Ibn Arabí, Rumi, Giordano Bruno y otros muchos que han dejado sus enseñanzas para que pudiéramos conocer al Invisible y vivir mejor en una ética fraternal. Todos tenían impresos en sus corazones estas palabras universales: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”. 

La diosa Maat abre sus alas doradas para abrazar a todo aquel que se lo pida con sincero fervor, pues es la ley universal de la armonía, matriz cósmica que genera todo en el universo y se expresa a través del silencio:

“Con los ojos abiertos

observa la vida manifestada.

Con los ojos cerrados

contempla la esencia eterna”.

Sus alas son el reflejo del viento cósmico en la tierra que abraza a todo ser vivo.



(Dibujo Lorena Ursell. Libro “La Naturaleza Sagrada del Ser humano”)


domingo, 27 de julio de 2025

Espiritualidad y adicción

La espiritualidad tiene un gran impacto en los adictos. Es importante definir algunos conceptos para llegar a una mejor comprensión.

Espiritualidad: esencia profunda que todos los humanos poseemos, es, por tanto, natural y universal. La espiritualidad nos conecta con nosotros mismos, introspección; con el otro, relación, fraternidad; con la naturaleza y el universo, todos estamos entrelazados. Estos puntos son la esencia misma del alma y de la vida; conociendo estas relaciones llegaremos a ser conscientes en un nivel más profundo de conciencia.  Todos somos partes de esa esencia de conciencia universal. La espiritualidad refuerza nuestro control, nos equilibra, nos proporciona coherencia, confianza y un sentido en la vida, dándonos fuerzas para enfrentar las pruebas que todos tenemos que pasar.

La adicción es un laberinto donde se pierden los puntos de referencia y no salimos si no tenemos ayuda. La adicción proviene de diferentes campos: sociales, culturales, familiares y son múltiples y diversas —alcoholismo, drogas, mentiras, videojuegos, compras, apuestas, pantallas, control, poder…—, es decir, cualquier cosa que consuma nuestra energía, nuestro tiempo, nuestra voluntad, y nos lleve a consecuencias negativas. La adicción nos desequilibra el cerebro y nuestra existencia, y como no la controlamos nos lleva a la depresión y a la violencia, pagando un alto precio.

Es muy importante tener conciencia de nuestros actos para anticipar las consecuencias. Interpretemos los cambios para poderlos cambiar a su vez. Dar voz a nuestra conciencia para ser humanos y comportarnos como tales.

*****

Mis ojos por fin se vieron en el espejo y en ese instante un grito desgarrador salió de mi garganta al ser consciente del desastre que nos rodeaba. Teníamos engañados a todos, nuestra vida era una gran farsa.

Un amigo nos habló de un lugar donde hacían reuniones de adictos. Habíamos tocado fondo y era el momento de decir: ¡basta! Fuimos a esa reunión. Hoy hace doce años.

“Para posicionarse ante la adicción es necesario tener la aptitud adecuada para saber que somos capaces de luchar por lo que deseamos y tener la actitud de la acción justa como antídoto al miedo y a la debilidad”. Palabras que escuché en la primera reunión de alcohólicos anónimos, palabras para reflexionar cada día de nuestra vida.

En estos años hemos comprendido que no hay triunfos sin esfuerzos —luchas, lágrimas, victorias y algunas recaídas—. Con el tiempo logramos comprender que hay dos caminos en la vida: el de las excusas y el de los esfuerzos. Ese grupo heterogéneo y de fuerza singular nos permitió comprender que nuestro cerebro había sido pirateado por nuestras adicciones, cuyas consecuencias han sido terribles. Nuestra agresión y depresión dejaron profundas huellas.

Con el tiempo nuestro cuerpo biológico y psíquico empezó a sanar con mucha paciencia y sobre todo ayuda. Por esto hoy, doce años de lucha y esfuerzos, decidimos celebrar la vida organizando un fin de semana largo para estar con nuestros amigos y juntos dar gracias por esa relación de fraternidad y generosidad.  Fuimos a un lago de gran belleza donde recibimos mensajes de sus aguas cristalinas entre los silencios llenos de dulzura, caricias y abrazos del aire. Momentos de encuentro con el Invisible.

Por la tarde hicimos una pequeña hoguera como símbolo de limpieza de nuestra antigua vida, echando al fuego el dolor, el miedo, la debilidad y luego recibiendo a través de la calidez de las llamas los antídotos de alegría, coraje y belleza, necesarios para el gran cambio.

Antes de que el fuego se consumiera, hablamos de nuestras historias. Mi compañero empezó recordando su primera lección: al principio de las reuniones no sentía nada sino un intenso dolor, quería seguir consumiendo, sin importarme las consecuencias. Aceptar que tenía un problema era impensable debido a mi negación hasta que comprendí que solo yo podía tomar la decisión de sanarme. Ahora sé, que, la adicción abre las puertas a los conflictos mentales y nos lleva a la depresión y a la agresión. Lágrimas cálidas de reconocimiento y agradecimiento.  

Para mí, el recorrido fue similar al de mi compañero, pero lo más difícil fue comprender el significado de “lo correcto e incorrecto”. Para conocer lo correcto, que exige responsabilidad e integralidad, hay que vivir primero lo incorrecto. Por ejemplo, mi padrino me repetía: “sentir el conflicto para buscar la serenidad, y ese camino de enfrentamiento nos lleva al cambio que nos pone en contacto con nosotros mismos”. Hoy soy consciente de que, cuando actuamos correctamente, hay una fuerza extraordinaria que surge en nosotros y que construye nuestro presente. En cambio, lo incorrecto es una fuerza poderosa que nos empuja hacia la confusión, nos debilita y nos aleja de nuestro presente porque nos hace vivir constantemente en el pasado.

También, la esperanza fue mi motor vital. Comprendí lo que el mediador nos repetía: «es imprescindible tener un objetivo hacia dónde dirigirnos, si lo negamos, estamos perdidos y entramos en una tristeza interior profunda por la pérdida de nuestros puntos de referencia». Cuando encontré mi objetivo a corto plazo, mi humor cambió, era más alegre porque empecé a crear acción y me alejé de la reacción. Esta es la fuente de la esperanza, mis decisiones que son solo mías. Comprendí que la acción de crear algo bueno nos lleva a   respetar las relaciones —conmigo misma, con los demás y con la naturaleza— base de la espiritualidad. Así fui construyendo mi nueva vida, paso a paso.

Todos nos quedamos en silencio con nuestra reflexión, nuestras caras serenas se reflejaron en el lago donde nada las perturbaba porque tenemos una nueva visión del mundo. El silencio nos trajo diálogo con nuestro ser profundo, la belleza del atardecer nos llenó de admiración, la serenidad del lugar nos envolvió y en un acto reflejo nos cogimos las manos para dar gracias al Invisible por su fuerza, sabiduría, amor inclinando la cabeza en señal de recogimiento y respeto a su grandeza y sabiduría. Este rito tiene un profundo impacto en nosotros: proteger la dignidad, que es el tesoro más preciado que todos poseemos.

Así, la espiritualidad sana los cuerpos, el alma y el espíritu cuando establecemos las relaciones con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza y el cosmos. Nuestras decisiones son importantes para cambiar nuestra vida.

El milagro de la generosidad y la fraternidad son el motor del cambio del mundo.



martes, 15 de julio de 2025

Seres de oro que caminan por el cielo y la tierra

 “Para llegar al conocimiento profundo tenemos que superar las limitaciones mentales que nos mantienen aislados para que no descubramos otras dimensiones de nuestro ser”.

“Todos sabemos, que un ser humano es un ente de cuatro cuerpos entrelazados: biológico, emocional, mental, y como fuente de vida el cuerpo espiritual, conciencia.  El desconocimiento de estos cuerpos es causa de muchos problemas porque no somos capaces de enfrentarnos como ente a las dificultades, al estar centrados en nuestra apariencia y creyendo erróneamente que somos lo que vemos. Nuestra misión como humanos es llegar a conocernos a nivel biológico, emocional, mental y espiritual y percibir su interacción. Por ejemplo: alguien nos dice algo que nos gusta, inmediatamente, pensamos, sentimos y experimentamos en nuestro cuerpo un bienestar, nuestro cuerpo biológico lo traduce con una sonrisa; en cambio, si alguien nos dice algo que nos hiere, al instante, pensamos, sentimos, y experimentamos ira, nuestro cuerpo biológico lo expresa con un puño o palabras malsonantes hacia la otra persona. Siempre nos tiene que pasar algo en la vida para comprender que hay un problema sin resolver en lo más profundo de nosotros y que hemos guardado en un cajón del desván, creyendo que lo olvidaremos, pero ya sabemos que la vida siempre está en movimiento, transformándose”.  Mi voz interior me recordó esta enseñanza, no escrita, pero eterna.

Ruptura, traición, alejamiento bullían en mi interior y me hacían sentir emociones de ira, dolor y amor. No sabía cómo controlarlas, además mis pensamientos se hicieron más duros. Era el momento de darme un respiro.

La cultura japonesa me ha interesado desde siempre, muchas veces me vienen imágenes de una época lejana.  Llevo varias noches soñando que era una mujer samurái, tengo una espada curvada y muy fina en mi mano derecha, debajo del ropaje —una blusa blanca de anchas mangas y un pantalón negro recogido al tobillo— guardo mi flauta pequeña casi como un silbato, con la que imito el canto de las aves, me gusta tocarla porque me tranquiliza y me conecta conmigo misma. Al despertarme, seguí oyendo el canto de los pájaros que duermen en el árbol que hay debajo de mi ventana. Como siempre, antes de levantarme, rememoré mi sueño: estaba en un patio de piedra blanca, en un monasterio rodeado de altas montañas. La soledad y el silencio por compañeros, todos, formábamos parte de ese inmenso paisaje venerable. Sentía que mi energía se unía a la belleza de la naturaleza.

Este sueño repetitivo era una invitación para visitar Japón, y en particular un templo en Kioto, el nombre de esta ciudad, vibraba en mi interior. Emprendí un viaje de tres semanas y cuando llegué, una extraordinaria sensación de “déjà vu”, me invadió.

Llegué al monasterio por la tarde y un monje salió a mi encuentro. Atravesamos un patio de piedras blancas muy gastadas. Una vibración recorrió mi piel. Me llevó a mi “celda”, un camastro, un ventanuco, un pequeño armario y un pequeño escritorio; tenía lo necesario para que mi estancia fuera fructífera. Después de la cena, el monje me invitó a meditar con él. Una experiencia extraordinaria, una hipersensibilidad difícil de contener, recorría mi cuerpo; no pude dormir en toda la noche.

Después del desayuno, salí a dar un paseo por los alrededores. Un pequeño río fluía no lejos, me acerqué y sentí el impulso de ser parte de ese misterio del agua. Oía el canto de unos pájaros y volví a revivir mi sueño. Vi unas ramas caídas de unos cerezos, cogí una y empecé a alisarla con mi navaja. Ese gesto me llamó la atención.

Cada mañana, con los primeros rayos, bajaba por el sendero que bordea la montaña hasta el río, donde permanecía varias horas, sintiendo la caricia de la suave brisa que tocaba con dulzura la superficie del agua. Mi mente se apaciguaba con el airecillo sobre mi cuerpo mojado; formábamos un solo ser en perfecta armonía.

Sentí un dolor en mi corazón e intenté respirar profundamente, oí un clic, como si una cerradura se abriese; era una bocanada de aire puro que abría las puertas de mi interior, el agua fluía por mi cuerpo. Percibí que era vacío, billones de átomos formábamos el Todo. Una explosión de luz dentro de mi cerebro me hizo comprender que somos gotas de agua en un océano primordial donde cada gota es una vida, una experiencia que, después de su ciclo, debe regresar a ese centro cósmico. Esa gota me hizo ver como en un espejo a todas las personas que había hecho sufrir y que me han hecho sufrir, a las que he amado y me han amado. Todo está registrado; el pasado y el futuro se unen en el ES. Oí una voz cantarina que decía: “para experimentar este misterio debes buscar la armonía y la belleza tanto fuera como dentro de ti y seguir tu intuición. Busca para acceder al misterio, el amor del universo”. Vi luces, colores y a los “kami” sonriendo.

Unos días más tarde, al pasear por esos parajes preciosos de agua y montaña, vi un trozo de bambú en el suelo. Lo cogí y empecé a alisarlo y cuando tomé conciencia, el tiempo había pasado; sin embargo, mi flauta había nacido. Reía y lloraba al mismo tiempo. Volví al templo y le conté al monje mi sueño y experiencias. Él solo sonreía y sus ojos negros radiantes me hicieron ver el universo.

Somos gotas en un océano de energía, todo fue y todo será, porque todo es. Comprendí que la vida tiene múltiples escenarios donde se unen el presente con el pasado y el futuro. Experiencias, vivencias, aprendizaje para ir ascendiendo por esa escalera infinita de luz.

Cuando regresé a casa, ya no era la misma persona, había cambiado mi esencia. Empecé a ser consciente de mi vida, de mi respiración, de mis cuerpos, de mis sueños y a tomarlos en serio, porque muchos de ellos son recuerdos de otras vidas, pero tenemos que ser conscientes de nuestra realidad actual, para ser consciente de la realidad de los sueños, que son, también, realidades de otras vidas paralelas.

Los recuerdos vibran en nosotros, pues son presentes de múltiples vidas, múltiples experiencias, múltiples aprendizajes. Solo tenemos que superar las limitaciones mentales para sentir el amor del universo.

Somos seres de oro que caminan por el cielo y la tierra.


    (Dibujo libro  "La Naturaleza Sagrada del Ser Humano")

sábado, 12 de julio de 2025

Fuerza de libertad frente a la arrogancia cobarde en este terrible escenario

La arrogancia es peligrosa y somete con amenazas a la gente a través del miedo; nos postramos ante ella porque nos sentimos débiles, frágiles, indefensos ante las consecuencias. Sin embargo, los países amenazados deben unirse para hacer un frente común de fuerza a esas amenazas.

Echando una mirada al pasado y al presente, observamos que la puerta de la libertad sigue en pie. La puerta de la libertad —vida, paz, compasión, amabilidad, dignidad y respeto— está construida por los deseos más profundos de los seres humanos que buscan el bienestar general. Esta puerta es indestructible pese a los ataques de los nuevos gobiernos totalitarios, donde el diálogo político no existe y se aterroriza a la sociedad. La soberbia y la crueldad ganan batallas inmediatas, pero la libertad siempre saldrá victoriosa al final, porque la fuerza del espíritu que cada ser humano posee es más poderosa, pues es fuente de vida. 

En este mundo globalizado, los gobiernos arrogantes tienen por objetivo unificar en una sola regencia el poder del planeta y esto se consigue anulando la libertad y la dignidad de los seres humanos.

Ante las atrocidades a las que asistimos, no podemos ser indiferentes; debemos alzar la voz por aquellas personas que no pueden y por nosotros mismos; es intolerable estas matanzas que hay en todos los continentes del mundo. Nos dirigimos hacia el abismo, hacia un mundo de estatuas de barro.

Los gobernantes poderosos creen que tienen el derecho de arrebatar vidas y de anexionar territorios porque su política expansionista y absolutista lo dice; no olvidemos cuál es su objetivo. Un ejemplo lo tenemos con la IA, recordemos que detrás de ella hay humanos que todo desean controlar. Nuestra identidad profunda, nuestra libertad y libre pensamiento se están enterrando en subsuelos de rejas para que nuestra conciencia permanezca dominada. Estos tiranos ignorantes no saben que la libertad y la conciencia vuelan, porque son la fuerza de vida en el universo y en la tierra, y jamás serán dominadas.

En estos momentos, el poder del materialismo ha desbancado al poder humanitario, a los derechos civiles, a los derechos internacionales, a los compromisos de paz. Estos autócratas se creen intocables; sin embargo, la puerta de la libertad cada día se hace más grande porque los partidarios de la NO VIOLENCIA tocan los corazones sensibles de los humanos que luchan por la paz y cuyo eco hace vibrar a otros corazones.

El grito de sí a la vida, sí a la paz, sí a la convivencia, sí a las culturas, sí a la humanidad, es el grito de la humanidad unida, contra el terrible sinsentido de nuestro actual escenario.  Si perdemos nuestra humanidad y valores, perderemos el sentido y el control de nuestra vida, para entregarlo a los devoradores de libertad, que violentan las leyes según les plazca, aniquilando culturas, tradiciones, conocimiento y saber para someternos bajo la bandera unicolor, el poder planetario.

Vivimos en un planeta precioso donde todos cabemos, cada uno con su cultura, su tradición, su forma de pensar. Somos una humanidad múltiple, diversa y esa es nuestra riqueza.  Tenemos que alzar la voz de la NO VIOLENCIA para recuperar el orden, la vida, la dignidad, la libertad.

La voz de los silenciados vuelve a oírse con más fuerza; no se permitirá aniquilar a más pueblos, culturas, tradiciones para obtener más poder y control. Los que esculpen al monstruo de mil cabezas para destruir el planeta y a la humanidad deben saber que al final serán ellos los devorados.

El planeta no puede poseerse, forma parte del universo y seguirá así eternamente; en cambio, el ser humano pertenece a la tierra, es efímero, frágil y con una corta vida, y a la hora de partir no se llevará ni su nombre. 

Pacifiquemos las relaciones entre los humanos para entrar por la puerta de la libertad junto a los partidarios de la NO VIOLENCIA y mejorar nuestra vida, creando nuevos escenarios de paz. 



martes, 10 de junio de 2025

Se fueron los dioses y llegaron los conflictos

 La serenidad es un sentimiento que se adquiere cuando nos esforzamos por hacer el Bien —vivir con dignidad frente a nosotros y a los demás, vivir con generosidad, con orden y con justicia—, así, todo a nuestro alrededor florecerá. En cambio, cuando nos alejamos de la serenidad, entramos en el campo de batalla de la confusión, la violencia y el conflicto.

Hay que recordar en dos líneas de dónde proviene la causa del alejamiento del Bien. La razón y la ciencia hicieron huir a los dioses en el siglo XVII y se culminó con la revolución francesa en el siglo XVIII, al colocar en el pedestal a la diosa razón —momentos de terror, barbarie e irracionalidad—. Momentos oscuros que, como paradoja, se denominan “iluminación”. Como contrapartida a esas situaciones terroríficas que tocaron a toda Europa, surgió, entre otros, el movimiento Romántico del siglo XVIII/XIX, cuya mirada se volvió hacia la antigüedad, a los dioses, a los héroes, a las tradiciones para salir de esa oscuridad que había elevado a la razón como ser supremo.

Estos románticos nacieron como reacción al racionalismo y se volvieron hacia Grecia, Roma, Edad Media, se hicieron las grandes peguntas de antaño sobre el ser humano, buscaron la estética, la belleza, afloraron los sentimientos, las emociones —al ser partes esenciales del ser humano—, cuya expresión se plasmó en el arte, la literatura, la música. Estos románticos sentían melancolía del pasado, donde los “dioses” se codeaban con los hombres.  Lo invisible volvía a formar parte de lo visible.

En la actualidad, creemos que lo antiguo es obsoleto, y que ahora somos los más inteligentes con tanto progreso y globalización, pero en mi opinión no lo somos y estamos muy lejos de acercarnos a esa Belleza del Bien; en cambio, somos marionetas guiadas por personajes que no desean que reflexionemos por nosotros mismos, nos hacen creer que somos libres, pero no lo somos, aunque vivamos en nuestro confort, estamos controlados por todos los artilugios tecnológicos. Sin embargo, hay millones de personas que sobreviven bajo la crueldad de unos cuantos que airean sus atrocidades en banderas. Los conflictos armados actuales son hordas de criminales que destruyen a seres humanos para conseguir un trozo de tierra, o por alcanzar más control social. Vivimos en el inframundo de los seres oscuros, un lugar frío y feo, alejado de los dioses y de la Belleza.

Otro punto importante es la homogeneidad como denominador común, y cuanto más iguales somos, más nos adormecemos y nos robotizamos. Sabemos que el precio a pagar por la diferencia es el aislamiento. La historia de la humanidad está para conocerla y tratar de no cometer los mismos errores una y otra vez: miles de años de guerras, millones de personas muertas y millones de víctimas. Vivimos en una época de “progreso tecnológico y científico”, pero seguimos actuando como chusmas terroríficas.

Cambiar este panorama es labor de todos, alzando nuestra voz junto con la de los dioses que, a través de las palabras del alma, nos dicen que el Bien es el mayor valor de la Vida que tenemos para que todos podamos vivir en paz. La Humanidad es un ente vivo cuya diversidad y mestizaje nos maravillan si somos capaces de abrir los ojos a la Belleza; no podemos privar a nadie de sus creencias y culturas.

Tal vez deberíamos hacer como los Románticos, romper con esa “manipulación” y volver la mirada hacia el Bien y la Belleza que nos traen serenidad.

La NO VIOLENCIA es la herramienta que vence a la violencia. Hagamos el silencio para escuchar la voz de nuestra alma que nos permite sentir seguridad que es la base de vuestro bienestar, la serenidad.

La esperanza nos dice que la luz siempre penetra la oscuridad.

 


       (Foto privada. “La Punta del Hidalgo”, Tenerife)

miércoles, 4 de junio de 2025

Descubriendo el misterio sagrado de la Vida

 

Inteligencia, materia y vibración = Creación

Espíritu, conciencia y materia = Creación manifestada

Inteligencia, Energía, Materia, Vibración, Frecuencia =

Misterio Sagrado de la Vida

La Vida es materia, energía, inteligencia, vibración e información. Esta energía que crea la Vida está en Todo, visible e invisible, y genera una vibración particular en cada uno de nosotros según nuestra frecuencia. Cuando nuestra vibración es alta, el bienestar, la serenidad, la alegría se unen a nuestro Yo. En cambio, cuando nuestra vibración es baja, la apatía, la tristeza, la confusión están presentes en nuestro yo, síntoma de que algo no va bien.

Como todos los fines de semana voy de acampada al bosque que se encuentra muy cerca de las montañas celestes. El contacto con los árboles y su serenidad, el aire y la brisa, el río y su movimiento, las aves con sus cantos y belleza; la calidez del sol que me proporciona claridad para observar mejor; la belleza de la luna con su reflejo plateado en el lago, me hacen sentir que la vida tiene un sentido más sublime que el de una existencia banal. El mundo manifestado tiene un valor supremo porque es sagrado. 

Como es habitual, mi tienda la coloco en un claro rodeado de árboles centenarios. Dejo preparadas las piedras y unas ramas para hacer un pequeño fuego más tarde. Cogí la mochila y, después de una larga caminata, llegué a la “cola de caballo”. Me embelesa esa caída de agua envuelta en un manto de colores cristalinos bajo los rayos del sol; su sonido estruendoso me hipnotiza. El paisaje es bellísimo, el río acoge esas aguas y con dulzura las encauza hacia el valle donde se refleja la belleza de las montañas. Vuelvo a sentir ese lazo invisible que me une a lo divino al observar la belleza de la Naturaleza.

En ese momento de arrobamiento, me doy cuenta de que mi vida en la ciudad me produce malestar —el ruido, la competición, el móvil— me provocan ansiedad, tristeza, enfado, ira. Soy consciente de que necesito un cambio, siento cómo mi cuerpo se relaja casi inmediatamente en este entorno de bienestar y la meditación consciente se pone en marcha, el ritmo de la vida se hace lento y apacible debido al silencio y a la compañía de la Naturaleza. La persona que soy aquí me gusta, es real, no tengo que demostrar nada. Mi respiración se llena de fragancias y partículas que me sanan.

El agua me embruja y me dejo llevar por ese sonido atronador y al mismo tiempo delicado, que deja una huella en el devenir de los tiempos. —La unión de dos gases (hidrógeno y oxígeno H₂O), crea el agua y hace que la vida se organice como director de orquesta; otro misterio que debemos descubrir—. Átomos que se entrelazan para formar la Vida. El misterio de la Naturaleza, su alta vibración y frecuencia me hacen sentir pequeña y al mismo tiempo humilde ante la grandeza de la Belleza.

Escucho una voz armoniosa, me giro para ver quién está detrás, pero estoy sola en ese mágico lugar. Esa voz que surge de la naturaleza, la oigo como ecos en mi interior: “El aire que respiras es el mismo aire que todos los seres respiran, todos bebéis las mismas aguas, vivís en la misma tierra, todos veis el mismo cielo y os calienta el mismo fuego”. En ese momento de comprensión inmediata, me doy cuenta de la barbarie y crueldad de la que somos capaces por imponer nuestro control. Lágrimas de tristeza empañaron mis ojos por el dolor que causamos al otro injustamente. Esa existencia controladora, sin sentido y cruel, es inaceptable en el mundo de la belleza y del amor.

En el camino de regreso, voy reflexionando sobre lo que he oído y tomo conciencia del otro, de cualquier ser vivo y de mi interacción con ellos. Con la llegada de la luna, vestida de plateados filamentos dorados, el canto de las aves nocturnas bajo la cúpula estrellada y la fragancia de la noche, sentí que lo divino está en cada átomo manifestado y no manifestado. Todo es sagrado, me doy cuenta de que la Inteligencia sublime del Creador es perfecta —podemos creer o no, pero no podemos negar esa Inteligencia—.

Vuelvo a oír esa voz y ahora soy consciente de que soy Yo; es la misma voz de la naturaleza, del aire, del agua, de las aves, del cosmos. Siento que los latidos del Todo se unen a los míos, todo es visible e invisible y todo está conectado bajo el abrazo del Creador.

Cuando regresé a casa, algo en mi interior había cambiado para siempre. Había tenido experiencias sublimes, sentía que por mis venas corría la energía de la Vida.  La competición y la confusión quedaron atrás al tener un nuevo sentido en mi vida. La intuición, la creatividad, la imaginación abren puertas a otra dimensión.

El espíritu y la materia, lo visible e invisible, coexisten en el ser humano. El devenir de la vida nos señala el paso del tiempo en nuestro cuerpo, pero en la naturaleza, con sus ciclos, el devenir es eterno.

El combate espiritual nunca debe cesar, pues nos llevará a descubrir ese misterio sagrado de la Vida que es Inteligencia, Energía, Materia, Frecuencia, Vibración.



viernes, 30 de mayo de 2025

La Conciencia nos permite salir del mundo virtual y participar en la Vida.

 Vivir en el mundo virtual nos genera miedo porque no queremos ser diferentes, preferimos ser iguales a otros, aunque paguemos las consecuencias por no realizar nuestros deseos profundos para llegar a nuestro destino. Hoy en día parece que a los robots los queremos “humanizar” y a los seres humanos “robotizar”. El ser humano no es un robot, es un ser dotado de inteligencia y conciencia, somos polvo de estrellas.

Cuando tomamos Conciencia de que somos únicos, irrepetibles, que tenemos una inteligencia propia, una razón propia y una conciencia propia dejamos el mundo virtual para penetrar nuestro propio universo, alejándonos del ruido mental y exterior para penetrar el espacio interior de silencio y paz, nuestro verdadero hogar. 

¿Qué es vivir en Conciencia? Sin Conciencia, nuestra vida se desarrolla entre brumas y nieblas, impidiéndonos ver claro lo que pasa a nuestro alrededor. Si no hay claridad, nos perdemos en la confusión, ya que no vemos qué camino coger para llegar a nuestro objetivo, destino. La primera acción para llegar a ser conscientes es el autoconocimiento, conocerse a uno mismo, no solo para conocernos y conocer el universo, sus leyes y sus dioses. Conocerse a sí mismo va más allá de saber quiénes somos como personas; es saber que   poseemos una “Inteligencia superior y una Conciencia interior” y este conocimiento disipa la bruma y la niebla para llegar a un claro donde el sol brilla y convergen conocimientos diversos, donde el tiempo y el espacio no existen, pues estamos en otra dimensión de nuestro universo, comprendiendo al instante el sinsentido de perder el tiempo.

Cuando nuestra vida se desarrolla con Conciencia, empezamos a comprender la Vida en un sentido más profundo. Nuestro Yo experimenta y realiza vivencias que nos marcarán la vida. Cada día tomamos decisiones, reflexionamos y actuamos, si estamos de acuerdo con nuestra Conciencia profunda, actuaremos de acuerdo a ella y no a las circunstancias exteriores —lo justo, justo es; lo injusto, injusto es—. Esto nos proporciona claridad y determinación, porque nuestra voluntad se hace más y más fuerte, no hay tormentas que la muevan.  Por el contrario, si no somos conscientes de nuestras reflexiones y acciones, actuaremos como robots viviendo una vida pasiva.

Con la Conciencia, nuestra capacidad de pensar cambia al elevar nuestros pensamientos, pues tomamos distancia de las situaciones exteriores con respecto a nosotros mismos, a lo que sentimos y con la relación con los demás. Este lazo de elevación nos ayuda a observar nuestras acciones y reacciones para comprenderlas y analizarlas bajo una perspectiva superior. Nos preguntamos por qué hacemos esto, por qué sentimos esto, etc., y vamos obteniendo respuestas sinceras que se irán afinando con la vida. Es un proceso de transformación y no podemos saltarnos ningún paso.

Hay dos elementos imprescindibles para ser conscientes: el silencio y la soledad. El silencio es necesario para poder oír nuestra voz interior que nos guía a través de la intuición, de la empatía, de mensajes de ayuda y colaboración. La soledad es necesaria para apreciarnos, para llegar a conectar con nosotros mismos, para sentir esa brisa ligera y amante que nos rodea. En esas circunstancias de silencio y soledad, establecemos un diálogo con nosotros mismos, empezamos a conocernos, a no juzgar, a no implicarnos en situaciones conflictivas que no son nuestras, aunque nuestra amiga, la culpabilidad nos haga sentir lo contrario.

Vivir en Conciencia nos permite desarrollar una inteligencia más sutil para comprender conocimientos más complejos (diferentes lazos que se entrelazan), lo que nos permite activar el discernimiento al estimular nuestra memoria, traspasar esa capa de olvido en la que todos estamos envueltos en nuestra encarnación. Es imprescindible recordar, para reconectar.

Estos conocimientos complejos y sutiles nos llevan a la esencia de la Vida, a la Unidad, comprendiendo que todo es multiplicidad. Esta comprensión nos transforma en un ser Humano cuya Conciencia se expande más allá de nosotros mismos. 

Vivir en Conciencia es saber que todo tiene su lugar y esto nos hace libres para reflexionar y elegir nuestras acciones, sentir nuestras emociones e ir transformando la dificultad en bienestar, dejar nuestra sordera mental para penetrar en nuestra mente universal.

               (Faro de Punta del Hidalgo. Tenerife)