Cuánta tinta y
pintura se han derramado en el papel y en los lienzos recordando que la mujer
siempre ha sido inspiración de fantasía, tanto para el mago bueno como para el
malo, pues siempre ha sido musa como ser espléndido y como ser abominable.
La mujer y el hombre
tienen diferencias en sus cuerpos, una de ellas es la capacidad de reproducción
que tiene la mujer para que la humanidad siga existiendo. A través de los
tiempos esta capacidad de reproducción ha hecho que la mujer fuera confinada a
las funciones familiares, principalmente; con el tiempo y viendo que ese papel
era insuficiente como ser humano, la mujer se fue movilizando para reclamar su
derecho a la igualdad y al conocimiento.
Ha habido muchas mujeres heroicas
que han defendido con coraje y valentía la vida y el conocimiento, cambiando
el rumbo de la historia de la humanidad, una pequeñísima muestra la tenemos en Hildegarda de Birgen (s.XI), Teano (s.VI a
C.), Hipatia de Alejandría, (s. IV), Frida Kalho (s. XX), Teresa de Calculta
(s. XX), Corrie ten Boom (s.XX) entre millones de mujeres. Durante muchos
siglos la mujer ha dejado huellas que, aunque las han querido borrar, vuelven a
la superficie trayendo mensajes de fuerza y entereza. En la actualidad hay
mujeres heroicas de renombre y otras anónimas -científicas, pintoras,
políticas, defensoras de derechos humanos, amas de casa, cantantes,
empresarias, visionarias de la moda, revolucionarias…-, todas luchadoras por su
verdad, por su libertad, por su vida e igualdad, siendo las voces de la
esperanza en lugares donde solo se oyen ecos silenciosos de sufrimiento y
sumisión, pues siguen existiendo países donde la libertad de la mujer es
inexistente al ser objeto de posesión de
un varón, sin posibilidad de ser o existir por ella misma.
A todas esas violaciones de los derechos humanos
de la mujer, hay que añadir los crímenes por violencia de género que van en
aumento en todos los países del mundo -¡triste realidad!-, donde el grito de
igualdad y respeto queda ahogado con el último suspiro de la vida. La mujer sigue
siendo un tema candente, palpitante y espinoso, incluso en países donde está
aparentemente más considerada y respetada siguen habiendo diferencias en
derechos y salarios pero no en obligaciones a las que se ve sometida, teniendo que luchar mucho más que el hombre
para demostrar su valía y capacidad. Su valor, coraje y confianza no tienen
límites, su lucha es implacable, por eso es capaz de resurgir de las cenizas
como el Fénix una y otra vez.
La mujer en sus batallas
ha sido esclava, sanadora, guerrera, protectora de su familia, científica,
filósofa, soberana, educadora, creadora... obteniendo grandes logros a costa de
muchas lágrimas, pero su máximo prodigio es de ser portadora de la luz de otro
ser humano, y para ello es necesario amar incondicionalmente, pues la humanidad
depende de esa luz para existir.
A veces la mujer está
enfadada por tantas injusticias pero no asustada pues tiene valor suficiente
para caminar y luchar por el camino que le corresponde y pertenece. Su lucha es
el reconocimiento de ser y existir, por eso baila en libertad la danza sagrada de
la vida, con pies descalzos al ritmo de los latidos de su fuerza y vestida con
colores de luz, para no ser nunca más fragmentada.
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